La exposición Ojo-Hoja es un canto a la bonanza de la vida

Por Karenina Díaz Menchaca

 

Charlé con el artista Juan Iván González de León, a razón de su reciente exposición Ojo-hoja: La mirada suspendida en la ciudad, la cual podrá visitarse en el Museo de la Ciudad de México hasta febrero. Esta es una muestra muy cercana a nosotros desde diferentes ópticas; por un lado, desde la anatomía de la urbanidad y por la otra, la anatomía de la naturaleza.

“Son cuatro series porque trabajo por serie, me interesa mucho el proceso como un evento creativo, pero también que la obra evidencie la parte del proceso”, dice Juan Iván González; “lo que quiero sugerir con eso es que el proceso siempre está generando su propia poiesis, su propia lógica de trabajo”, añade.

Juan Iván, quien persiste en sus dibujos en la imagen de un hombre-ave, como parte de un ícono de espectador constante desde lo alto y que al mismo tiempo retrata como un espejo de nosotros mismos, habla al respecto de su personaje: “Este hombre-ave da testimonio a una serie de gestos, actos e imágenes que trabajan sobre tres ideas: sobre la semilla, sobre la misma imagen del hombre-ave y al mismo tiempo sobre la idea de que todo tipo de elemento visual es un ícono”.

El hombre-ave es una proyección de nosotros mismos, ya que es un espectador de todo lo que ve y en voz de su autor Iván González de León, “la  idea del hombre fusionado con el ave es como la tierra y el aire, también es lo espiritual y lo material, pero carnal”, de ahí que existan en la exposición vestigios de carnosidades, como dice el artista: “Esos pellejos hablan de nuestra anatomía interior, pero al agregarles una mariposa o un venado, o diferentes motivos lo que yo quiero sugerir es que nuestra anatomía interior está también fusionada a la flora y fauna del mundo, no estamos separados. Algunos de estos dibujos surgieron de dibujos del siglo XIX de los médicos…son un poco como especulaciones de la tensión que tenemos sobre la carne moribunda y la espiritualidad del ave.

Esta muestra se divide en tres series: La primera es Taxonomia Urbana.

“Lo que puedes ver en esta primera serie, de Taxonomía Urbana, es una inclinación a través de este personaje (hombre-ave) de hablar como del devenir de las formas, también como un devenir, intuitivamente, de nosotros como un ser simbólico; ¿Por qué? porque todo el tiempo está repitiéndose este elemento de hombre-ave y muta en diferentes personajes que están a lo ancho y largo de la obra, y que están montados en estos rieles, entonces es como un revistero urbano, pero con estos motivos particulares”.

“Cuando ves estos rieles lo que puedes ver es que hay un diálogo entre estos cuadros, que pueden ser como constelaciones y están montados como en grupos, entonces puedes de alguna manera considerar que un cuadro chiquito está relacionado narrativamente con el que está a lado, se contaminan unos a otros”.

“En esta primera serie lo que yo quería era trabajar sobre la poética de la imagen, de cómo la imagen oscila entre huellas y un símbolo a través de este hombre-ave y a través de elementos apropiados de lo que es la basura visual urbana.

La muestra, que va de lo figurativo a lo abstracto contiene mucha evocación de la naturaleza muerta, la cual sin quererlo también se fue convirtiendo – desde su proceso- en duelos del mismo artista.

“El segundo nivel es un poco la idea -que es una idea que a mí me interesa mucho, que es que la naturaleza no se sabe naturaleza ¿estás de acuerdo?, es una invención nuestra. Entonces, yo quería hablar de otra manera del difícil problema del proceso de la obra como objeto, no tanto el objeto mercantil y comercial ó estético de una galería, sino como un objeto portador de un signo de este devenir urbano cotidiano”.

La segunda serie, Zoomorfias, está dedica a la semilla, “como un elemento portador de algo que genera futuro, pero crece y pueden encerrarse en sí”.

En  esta exposición, Iván González lo que logra mostrar es un triángulo entre la semilla, el hombre-ave, y las hojas, “ te están hablando de una especie de ciclo natural, porque la semilla, la carga de la ave y la ave la transporta a diferentes lugares, ahí está la idea de la regeneración, la muerte, y la resurrección del motivo o de la naturaleza que vuela para generar su propia naturaleza a través de nuevos frutos”.

Hay una caja de cervezas, facsímil, esa es la tercera serie, una instalación de las cajas Indio “Es un objeto urbano, reapropiado de las cajas de cerveza Indio. Mi intención con esa caja, no era sólo hacer alusión de la caja Brillo, de Andy Warhol, yo dije, yo quiero ser mi statement, pero a la mexicana, quité la palabra In y dejé la palabra dí (con acento), yo quería sugerir como: `a ver mundo indígena dí, habla´. Es como una sensación que como mexicano tengo de que hay un submundo en el Centro, que es el vestigio de Tenochtitlán, que está lleno de una fisonomía que no habla, es como estoica, trabaja todo el día, pero no habla, no genera sus contenidos”.

“Cuando entras a la exposición lo que te muestro es una especie de corpus abierto de investigación plástica…es un canto a la bonanza de la naturaleza, a la vida, pero la vida sin dejar de lado que la muerte debe ser entendida en su dimensión cronológica”, señala Juan Iván González de León, quien reúne en Ojo-hoja: La mirada suspendida en la ciudad obra gráfica, pintura, dibujo y escultura, así como obra realizada in situ sobre motivos urbanos trabajados en diferentes medios.

Juan Iván González de León estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y realizó un posgrado en la Jan Van Eyck Academie, en Maastricht, Holanda. Más adelante, hizo una residencia artística en la Kunst Academie de Düsseldorf, Alemania. Desde hace casi dos décadas se dedica a la docencia en instituciones como la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, la Universidad Iberoamericana y diversos talleres de gráfica experimental en distintas partes de la República.

Ha expuesto en museos y galerías nacionales e internacionales, entre las que destacan Museo Universitario del Chopo, Galería La Esmeralda, Tercera Bienal de Grabado de Santo André, en Sao Paulo, Brasil; Engramme Studio, de Québec, Canadá; Museo Carrillo Gil y la Galería Asselijn de Ámsterdam, Holanda, entre otras.

La obra podrá verse hasta Febrero de 2017, en el Museo de la Ciudad de México, que se ubica en José María Pino Suárez número 30, Centro Histórico. El recinto abre de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas.

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