Angélica Ruiz
Jesús Ávila tiene 60 años y es pensionado por el IMSS; gracias a ello tiene el privilegio de seguir cobrando un dinero que le permite cubrir sus necesidades básicas para él y su familia. Desde hace 8 meses decidió ocupar su tiempo ruleteando -como él dice- y el oficio le permite también tener un ingreso extra que nunca está de más.
Jesús sigue conservando su sentido del humor que lo ha caracteriza desde joven, cuando andaba con sus cuates en el famoso bugguie amarillo al lado de su palomilla y bailaban hasta el amanecer música disco. Algo que a la fecha sigue amando: bailar. Bromista, atento y sobre todo educado. Es de esos personajes que conservan la finura del lenguaje, que cuando hablas con ellos no se expresan con palabras vanales ni comunes. El trabajo de publicista en distintos medios de comunicación, le obligaron a saber venderse –en el buen sentido-, a tratar personas de todo tipo y esto le ayudó a desenvolverse con soltura, pero sobre todo con mucho respeto.
Jesús es un hombre con estilo. Por eso le gusta lo clásico. Un día llegó a mi casa a presumir su Galaxie Ford 1970, todo un clásico. Lo traía impecable. Negro, brillante, con vestiduras y molduras nuevas. Con una máquina recién ajustada que imploraba correr a más de 150 kilómetros por hora. Prometió que lo haríamos pronto… Hasta ahora sigo esperando.
Ahora con todo este tema del confinamiento obligado por el Covid-19, Jesús sigue trabajando en su taxi. Y aunque el trabajo es escaso porque la ciudad está vacía y los pocos traneúntes que hay no siempre pueden pagar un servicio de taxi, eso no lo amedrenta. Por el contrario.
Él sabe que es afortunado a pesar de todo. Y ello le permite pensar en el otro. Por eso decidió seguir ruleteando y ayudar con lo que pueda. Me contó que pondrá a disposición su unidad algunos de los días más álgidos de la cuarentena.

“Me iré un par de días a los hospitales para dar servicio sin cobrar y así pongo mi granito de arena para el que no pueda pagar y tenga una urgencia”, me cuenta como quien cuenta que tuvo un buen día en una tarde cualquiera, sin aspaviento, sin esperar nada a cambio.
“A partir del próximo martes me voy a ir a la zona de hospitales, allá por el Gea González, al General… a donde me lleven… y voy a proteger también a mi taxi. Él tiene que estar seguro, así que me voy porque le voy a hacer su cubrebocas”.
Así que si ven por sus rumbos un taxi con un cubrebocas color azúl y un chofer que les ofrece el servicio sin costo alguno, no duden en subir con él. Se llama Jesús. Les aseguro que es una gran persona, honesta y confiable, que no busca mas que dar sus servicios por el simple gusto de ayudar y sentirse útil.