¿Hacia dónde va Estados Unidos?

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

 

Cuando se visualizan las diferentes campañas de repudio y de ridiculización contra Donald Trump, desde muchos lugares importantes en Estados Unidos, se vislumbra la presencia de algunos grupos económicos con sus respectivos voceros detrás de estas acciones, y muchos de estos grupos están relacionados con la banca financiera (dueña de los flujos dinerarios que dinamizan la estructura financiera internacional), que influye de forma determinante en las decisiones en materia de Política Económica de las principales instituciones internacionales, como el FMI[1] o el BM[2].

 

La presencia de los lobbies financieros más importantes de Estados Unidos, dispersos por Europa occidental, China, y en países de América Latina como Brasil, Argentina o México, tiene influencia en el cuerpo social, por la cantidad de voceros y representantes en la prensa visual, en grupos académicos y universidades, en los periódicos más importantes de difusión internacional, en los corporativos de las empresas, así como en representantes de la política desde puestos públicos trascendentes, en los cuales se necesitan de espacios importantes que garanticen un discurso favorable y, sobre todo, aceptable para la gente común.

 

¿Será que muchos de estos grupos económicos que se oponen a Trump tienen hoy como representante a Hillary Clinton? ¿Están en el Partido Demócrata representantes de la banca financiera?

 

No está de más recordar que en la época de la crisis económica mexicana de 1994, el presidente Bill Clinton (esposo y compañero político de Hillary Clinton, hoy contendiente del Partido Demócrata para el gobierno de Estados Unidos para Noviembre de 2016 y rival electoral de Donald Trump) agilizó una línea de crédito inmediata para México por $20 mil millones de dólares,[3] sin mayores contratiempos y con el aval de los grupos económicos determinantes en Estados Unidos (muchos de ellos judío-anglosajones), además de la autorización del congreso norteamericano, con la finalidad de garantizar el cumplimiento de obligaciones con la banca norteamericana por parte de los deudores mexicanos, que desde el Estado caracterizaron niveles descomunales de deuda pública. Esto representa un ejemplo concreto de influencia en la política de Clinton por parte de la banca norteamericana.

 

Tampoco sobra recordar que a inicios de 2008, Barack Obama (actual Presidente de EUA, proveniente del Partido Demócrata) instauró un plan de rescate inmediato a los sectores bancarios-bursátiles, mayormente afectados por el efecto de la crisis inmobiliaria y de valores de aquel año, en el cuál, además de la inyección de dinero público se instauraron planes de protección a esos grupos con el discurso de una supuesta “re-intervención pública para la Banca”, para que dichas corporaciones pudieran seguir operando y dinamizando negocios y circuitos de acumulación de capital, dentro y fuera de Estados Unidos, sin mayor inconveniente.

 

Podemos concluir que Donald Trump expresa un peligro para los grupos de poder económico que han ejercido dominio en Estados Unidos en los últimos años, porque con él otros grupos y otros lobbies pasarían a ocupar jerarquías de dominio e influencia para apropiarse de los espacios de acumulación y reproducción de capital más importantes dentro y fuera de Estados Unidos.

 

Estados Unidos y su cuerpo de corporativos industriales, comerciales y financieros, se representa por una diversidad casi incontable de empresas, compañías, y grupos compactos de poder, de los cuales muchos no están aliados al Partido Demócrata ni a los Clinton.

 

Sumado al contexto anterior, está el argumento social con el cual Donald Trump genera expectación y cierta admiración en Estados Unidos, con puntos como la progresiva sustitución de espacios de trabajo por parte de migrantes extranjeros como los mexicanos, los afros, los medio-orientales e incluso los chinos, respecto de los estadounidenses de raza blanca que han conformado la base racial históricamente más importante de ese país.

 

Otro punto está en el que refiere a las intenciones de construir el muro sobre la frontera con México, para impedir la entrada de más ilegales a suelo estadounidense, como medida de protección a la seguridad y la integridad además del bienestar de los auténticos norteamericanos. Este tipo de discursos han venido a encender los ánimos y las convicciones políticas de muchos estadounidenses, de manera creciente.

 

Independientemente del futuro electoral en Estados Unidos, este país seguirá conservando hacia afuera sus medidas y sus políticas coercitivas e intervencionistas, además de su influencia que intenta mantener su liderazgo hegemónico, con miras a la dominación política y económica de Latinoamérica.

 

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