Segunda de cuatro partes
Por Varinia De la Cruz
Alfonsina Storni Martignoni nació el 22 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza. Hija de Alfonso Storni y Paulina Martignoni, es la tercera descendiente de la familia, sus hermanos Romeo y María
Es difícil, entender descifrar a un poeta, en una vida a contratiempo, ajetreada, como hoy en día; es importante que a grandes mujeres, poetas como Doña Alfonsina. Debemos dedicarle la luz de nuestros ojos, dar un repaso a su obra, y leer sus versos en largos silencios, oxigenar de palabras y sentimientos, nuestra imaginación.
Con esa sencilla fórmula, me entregué a la lectura de los versos Alfonsinos, la tinta entre las hojas claras se desvanecía, y así, caminé y caminé, hasta que llegué a aquellas tierras cálidas, escuchaba la brisa lejana, atrapada en el séptimo círculo de este caracol marino, seguí el olor del mar, llegaron mis pasos a plateadas playas, subí la escollera, y así pudimos hablar, algunas respuestas, son trozos de sus poemas, otras respuestas ha sido su voz y declaraciones, en su vida, veamos que nos dice, la Poetisa de América, doña Alfonsina Storni.
¿De dónde viniste menuda y sencilla aquel día de mayo?
-Y me dijo ella- -Mis padres errantes, en medio altamar, de Sala Capriasca, comuna de la vieja Suiza, me dieron fe y bautismo, una primavera, después la Argentina me dio voz y letras, es la respuesta formal de Alfonsina sobre su origen, también platica sobre jirones de su niñez, y amor por la lectura.
“A los seis años robé con premeditación y alevosía el texto de lectura en que aprendí a leer. Mi madre estaba muy enferma en cama; mi padre ausente, pido un peso nacional para comprar el libro, nadie me hace caso, reprimendas de la maestra, mis compañeras van a la carrera en su aprendizaje, me decido, a una cuadra de la escuela normal a la que concurro, hay una librería; entro y pido: El nene, el dependiente me lo entrega; entonces solicito otro libro, cuyo nombre invento, le indico al vendedor que lo he visto en la trastienda, entra a buscarlo y le grito: “Allí le dejo el peso”, y salgo volando hacia la escuela. A la media hora las sombras negras, en el corredor, de la directora y de aquél, encogen mi corazoncillo, niego, lloro, digo que dejé el peso en el mostrador; recalco que había otros niños en el negocio, en mi casa nadie atiende reclamos y me quedo con lo pirateado”. Así relata Alfonsina, vivencias de su infancia.
P.- ¿Qué le dices a tu madre, en tus poemas Alfonsina ?
Y ella responde: – A mi madre le digo palabras…
No las grandes verdades yo te pregunto, que
no las contestarías; solamente investigo
sí, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y sí , cuando en tu seno de fervores latinos,
yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
te adormeció las noches, y miraste en el oro
del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera
y la envuelve una nube de locura ligera
cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta si el mar abre sus fuertes pebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Poema. PALABRAS A MI MADRE.
P.- ¿De dónde viniste Poetisa ?
R. – “Nací al lado de la piedra junto a la montaña, en una madrugada de primavera, cuando la tierra, después de su largo sueño, se corona nuevamente de flores.
Las primeras prendas que al nacer me pusieron las hizo mi madre cantando baladas antiguas. Me llamaron Alfonsina, nombre árabe que quiere decir ‘dispuesta a todo’”. Lo dijo con honor.
P.-¿Y los versos, cuándo nacen los versos?
R. –“A los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mis familiares ausentes, doblo la hoja cuidadosamente y la dejo debajo del velador, para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado, a la mañana siguiente, es doloroso, tras una contestación mía, unos coscorrones frenéticos, desde entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, fueron llenos de papeluchos borroneados que se me fueron muriendo como migas de pan”. -Contestaba mientras su mano metía en su negro delantal. –
P.- ¿Cómo fueron aquellos días de juventud Alfonsina?
R.- Desde muy niña yo, – Decía Alfonsina- trabajaba en casa, lavaba los trastes, enseñaba escuela primaria y secundaria después, en 1907, don Manuel Cordero, noble hombre, director provinciano, visitó Rosario y entre villancicos y versos del gaucho, aprendí temprano, el andar viajero del actor, y repetía desde niña trozos de canciones y versos y en la práctica de la docencia desde muy joven, no dejaba nunca olvidada una reflexión ante mis alumnos, enseñar poesía, en las aulas debe haber poesía, debe haber teatro, prosa y verso.
P.- ¿Cómo fueron tus inicios en el escenario teatral?
R.- En el teatro, fue breve mi participación, “fue la compañía de José Talavi, allá en la Argentina, quien me dio la escena “La loca de la Casa” de Pérez Galdós” y “Los muertos” de Florencio Sánchez, fueron obras que me enseñaron a escribir en prosa detrás de la escena; a los trece años estaba en el teatro.
“Este salto brusco, hijo de una serie de casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial, pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y clásicos, era casi una niña y parecía ya una mujer, de ahí nació mi primera obra de teatro, se llamó “Corazón Valiente”.
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