Por: Armando Leal
SI HAY QUE CREER EN ALGO QUE NO SE VE,
PREFIERO LOS MILAGROS A LOS BACILOS.
KARL KRAUS
La noche del 18 de enero de 1991, la periodista del noticiero nocturno de Televisa, 24 Horas, Erika Vextler reportaba en vivo la supuesta respuesta que el Estado israelí daría a la ofensiva iraquí como respuesta a la invasión norteamericana. La corresponsal señaló que la réplica militar de Israel sería: ¡Nuclear Jacobo, Nuclear! cuando Zabludovsky preguntó sobre la fuente de dicha afirmación, ella respondió que frente a los acontecimientos no podía develar sus fuentes.
La pifia informativa de la reportera chilena, Vextler es ejemplo de la subjetividad en el periodismo. Hoy se afirma con supino cinismo que los periodistas no pueden, no son objetivos, ya que son sujetos y en cuanto tal sus “subjetividades” los mueven en la creación de la información.
Sin embargo, dicha afirmación es absolutamente falsa, es una perogrullada. El periodismo tiene una metodología para la creación de la noticia. En la “Talacha Periodística” (1983), Vicente Leñero señala que la noticia la crea el periodista, los acontecimientos están ahí, pero es el reportero quien observa la realidad y contextualiza los hechos, organizándolos en la información que los medios reportan diariamente.
No todo lo que sucede en la realidad es noticioso, es el reportero quien lo hace noticioso a través de sus investigaciones, de confirmar con diversas fuentes lo que se reporta. Vextler anunció aquella noche al calor de los acontecimientos, es claro que su estrecha relación con los altos mandos del ejército israelí, así como su condición de judía le impidieron ser objetiva frente a los hechos.
Cuando el desprestigiado informador, Jacobo Zabludovsky la interpela por sus fuentes, se niega a develarlas, pero además construyó su nota con una sola fuente. Zabludovsky como Vextler han pasado a la historia del periodismo reciente, como comunicadores que engañaron, mintieron y manipularon a sus audiencias, en defensa de sus intereses y del poder.
En la actualidad se debate sobre el papel que el periodismo y los medios masivos de comunicación ‒tradicionales y emergentes‒ juegan en la transformación del país; ¿si manipulan? ¿construyen fake news? ¿crean montajes, muertos, secuestradores, niñas en el fondo de los escombros? o bien, estiran la noticia al extremo que sus primeras planas no encuentran sustento con realidad alguna.
El caso Vextler se vuelve paradigmático en el papel ideológico de los medios y los reporteros; así como, forma parte de una larga “tradición” de los medios por ocultar la verdad. Solo basta recordar cómo los periódicos, la televisión y la radio informaron sobre los distintos movimientos sociales que se oponían al régimen priista y buscaban la democratización de la República.
Ahí están las primeras planas del 3 de octubre de 1968, donde la noticia principal fue el estado del tiempo; la forma en que ignoraron y tergiversaron a los movimientos guerrilleros de los años 70; las diversas luchas ciudadanas de los años 80, es de recordar, la manera en que Zabludovsky satanizó al movimiento universitario encabezado por el Consejo Estudiantil Universitario (CEU, 1986-1987), quien pintó a los jóvenes como gorilas que se adueñaban de la rectoría y la universidad, eran “jóvenes que no poseían la razón”.
Los medios masivos de comunicación fueron parte del engranaje autoritario del régimen priista. Ahí están las declaraciones del dueño del monopolio televisivo Azcárraga quien señaló: “Somos soldados del PRI y del presidente”, esa afirmación fue hecha cuando más del 90 por ciento de la población se “informaba” a través de la televisión, ergo Televisa.
En 1993, el espurio Salinas de Gortari concesionó la televisión pública, así surge Televisión Azteca, quien pasó a formar parte del ejército del régimen político autoritario. Ahí está como mónada la cobertura que dio en el homicidio del narco-locutor Paco Stanley, donde culparon al gobierno democrático y de izquierda de Cuauhtémoc Cárdenas como responsable del asesinato; sin prueba alguna, tanto Televisa como TV Azteca realizaron un linchamiento mediático del primer gobierno elegido por los habitantes del entonces Distrito Federal.
La vieja historia de la manipulación de los medios masivos de comunicación: ese papel servil ante el poder, hoy está presente en la plaza pública mexicana de forma vigorosa. Legendarias se han vuelto las vergonzosas portadas del semanario Proceso, ayer adalid de la democracia y de un periodismo riguroso, hoy pasquín de la derecha mexicana y sus intereses empresariales.
Otro caso que destaca es el periódico Reforma que se ha vuelto vocero de la derecha mexicana y de los intereses de los multimillonarios mexicanos y extranjeros ‒esa minoría rapaz que se niega a pagar impuestos, que ha visto crecer sus fortunas al amparo de la corrupción del poder político y que fue beneficiaria durante décadas del presupuesto público‒; lo cual, en sí, no debería ser un problema, la línea editorial e informativa del periódico es conservadora, el inconveniente es la manipulación e invención de la realidad.
El pasado miércoles 13 de octubre, frente al debate sobre la Reforma Energética que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador propone, Reforma lanzó un tuit, a propósito de un supuesto conflicto entre trabajadores de la refinería Dos Bocas, donde señalaba la supuesta muerte de un trabajador.
El trabajador muerto, que Julio Astillero, caracterizó como Frido Sofío ‒a propósito de la supuesta niña que yacía debajo de los escombros del Colegio Enrique Rébsamen, invención de Televisa‒ nunca existió; sin embargo y pese a la mentira, Reforma no quitó el tuit y se desdijo del mismo, todo lo contrario, mantuvo a su apócrifo muerto.
Sin mediar muerto o fuente alguna que respalde los hechos Reforma mantiene una nota falsa, lo cual no es excepcional, se ha vuelto el modus operandi del medio quien sistemáticamente miente a sus audiencias con notas falsas, encabezados amarillistas que atraen la atención de posibles lectores, pero que a la postre se develan en ficción.
Los análisis de los medios masivos de comunicación que los sociólogos Michèle y Armand Mattelart elaboraron señalan cómo los medios son empresas que se mueven bajo la lógica de la ganancia y bajo esta máxima, se vuelven instrumentos de manipulación y legitiman el status quo. En la fase actual del capitalismo monopólico, los antiguos dueños de los medios fueron desplazados por capitalistas que no tienen ningún interés en la comunicación y en el periodismo.
Dos ejemplos locales destacan: Carlos Slim y Salinas Pliego, ambos fueron grandes beneficiarios de las privatizaciones neoliberales ‒antes de ellas eran capitalistas de medio pelo‒. Hoy poseen medios de comunicación entre la diversidad de sus inversiones.
El pedestre Salinas Pliego vende una noticia lo mismo que una licuadora, el deleznable multimillonario Forbes concibe a sus audiencias como pobretones a los cuales, para celebrar su existencia, regala un millón de pesos; de la misma forma que Azcárraga Milmo percibía a sus jodidos espectadores. Por su parte, Slim hace sus equivalencias comunicativas con las enchiladas u obras que se derrumban y dejan decenas de muertos.
Los medios masivos de comunicación juegan un papel sustancial en la vida democrática de un país, pueden ser vehículos de cambio social o cómplices de la corrupción y enajenación de una sociedad. La sociedad mexicana ha luchado durante décadas por la transformación de su realidad, por crear un mundo más justo, diversas son las expresiones de esta batalla que desde múltiples trincheras las y los mexicanos han dado.
Una de las grandes victorias de ese largo andar democrático fue el apabullante triunfo que Andrés Manuel López Obrador tuvo, el cual lo llevó a ser el presidente con mayor número de votos en la historia de México; detrás de esa victoria está una urgencia de cambio, transformación y democratización de la República. Hoy podemos atestiguar la aguerrida confrontación que un pequeño sector de la sociedad da en defensa de sus intereses. El viejo orden pretende mantenerse, para ello da fallidos golpes de mano.
Los medios masivos de comunicación juegan un papel central en esa confrontación, allegándose de su larga experiencia de mentir. Hoy inventan muertos, crean montajes… repiten falsedades con la esperanza goebbeliana de que se vuelvan verdades. Miserable es el papel de los medios, como el de sus dueños; pero despreciable es el de periodistas y comunicólogos.
Para muchos historiadores una fuente de reconstrucción de los hechos es la prensa y los medios de comunicación. Dentro de cien años cuando alguien quiera reconstruir la historia de estos tiempos no será la prensa una fuente confiable para entender lo que aconteció.
¡Subscríbete a nuestro newsletter!