Esta semana se celebraron elecciones intermedias en Estados Unidos en torno a los comicios para renovar la cámara de representantes así como algunos escaños para la cámara de senadores; también estuvieron en disputa electoral algunas gubernaturas.
Nada nuevo aconteció. Los pronósticos internacionales se corroboraron ante la contienda. Estaba claro que ante mayúsculos y polémicos momentos y errores en lo que va de la administración de Donald Trump, el poder legislativo cambiaría de mando partidista, y por eso ha quedado el partido Demócrata en la mayoría de los escaños de representantes.
Sin embargo, el Partido Republicano conserva lugares y sobre todo poder político en el Senado, volviendo imposible entre otras cosas la intención de causar impeachment hacia el presidente Trump.
Queda demostrado que la polarización estadounidense ha cimbrado las fuerzas políticas y ciudadanas más importantes de ese país, y que tanto el tema económico como el tema migratorio definen las dinámicas cualitativas con que se establece la correlación de fuerzas y los programas de acción al interior de Estados Unidos tanto en las cámaras, como en los grupos sociales, los grupos de ciudadanos, las fuerzas políticas clandestinas, las representaciones internacionales de este país y desde luego el itinerario militar.
Sin embargo, tanto para el tema de la energía nuclear y los armamentos afines y sus consecuencias a nivel mundial, las nuevas exigencias militares en torno a la carrera armamentística y tecnológica no declarada con China y Rusia, y también respecto de las miras puestas en el nuevo devenir del orden mundial, la conciliación en ciertos aspectos del capitolio y la casa blanca se vuelve vital en aras de no gestar una convulsión social mayúscula que debilite la presencia y el dominio geopolítico de los norteamericanos en la escena internacional.
Está claro que hay una disputa geopolítica, con afinidades y simpatías por supuesto, entre los rusos y Estados Unidos, y muchas de las fuerzas políticasantitrump tienen clara esta lectura.
No siempre será momento para la guerra mediática contra el presidente actual. Los estadounidenses saben hacer política de su política.
No obstante, los aires del nuevo fascismo militar por Estados Unidos siguen muy presentes, con el acompañamiento de la ofensiva fascista desbordada de forma creciente por el mundo ante la llegada de Bolsonaro a Brasil, el ascenso del nuevonazifascismo en las cámaras legislativas y el poder ciudadano de Alemania, así como la presencia trascendental de este mismo tipo de fuerzas en Italia, Hungría y algunos países del subdesarrollo europeo.
Este es un tema que en Estados Unidos puede generar ciertas secuelas, consecuencias y sobre todo fragilidades políticas.
El periodo de tiempo 2018-2020 será bastante álgido, convulso, cambiante, ansioso y por supuesto caliente en Estados Unidos, porque está claro que se agudizarán las condiciones de extremos opuestos en las fuerzas políticas que chocan (no obstante los temas en que se necesite la conciliación como el abordaje militar, las intervenciones norteamericanas militares y el tema comercial y energético con el mundo entero). La disputa por la presidencia ha comenzado ya en ese país.
Donald Trump tiene desde esta semana minutos contados iniciados desde el tiempo cero (00:00) para mirarse reelegido en 2020, o visualizarse cavando su tumba política.