El viejo y el mar: en busca de un pez gordo

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

La Habana. Santiago, un viejo pescador, lleva ya 84 días sin pescar nada. En el día 85, con toda la intención de acabar con esa mala racha, el hombre se lanza solo al mar, pero la experiencia será un reto en todos los sentidos.

El viejo y el mar es un trabajo (el último, de hecho) del célebre escritor Ernest Hemingway, quien inspirado en su estadía en Cuba escribió esta novela corta que se ha convertido en todo un clásico no sólo de la literatura estadounidense del siglo XX, sino que ha trascendido fronteras. 

A través de un narrador omnisciente, que irá relatando toda la historia, el lector se introducirá en el mundo de este anciano que se aventura a una travesía en el mar que durará tres días, en los cuales busca lograr su cometido, que es pescar después de tanto tiempo de no lograr nada.

Y lo hará sin la compañía de Manolín, el chico que regularmente lo ayuda en esa tarea, pero el autor involucra al lector de tal manera que no podrá evitar sentirse ahí en el barco, acompañando a este hombre en su lucha.

El protagonista es un hombre que, en el ocaso de su vida, se embarca en un viaje que no es solamente físico, sino emocional, ya que sus recuerdos estarán ahí para hacerle leve su soledad pero, a la vez, para hacerle un recuento de lo que ha sido su vida ahora que se encuentra en la parte final. De esa forma, rememora lo que fue y lo que pudo haber sido, por lo que la nostalgia lo invade en esa circunstancia específica. 

Esta temática es sólo una de las tantas que se abordan y que resulta ser hasta autobiográfica, puesto que Ernest Hemingway era ya también un hombre mayor que en ese momento lidiaba con sus demonios internos y que lo llevaron a acabar con su vida. 

Otra característica de Santiago es la de la soledad, rasgo desafortunadamente característico de una gran parte de la comunidad de adultos mayores, quienes lo viven y, por lo tanto, esa etapa es más pesada y viene con una carga de tristeza e infelicidad aunque, en el caso de Santiago, es aligerada con la presencia de Manolín.

Manolín es un jovencito que representa ese soplo de aire fresco y quien es su confidente, además de ayudarle con las tareas de la pesca pero que, justo para ese viaje, no puede contar con él, por lo que Santiago tiene que enfrentarse solo al mar y a todas aquellas adversidades que se le presenten en el camino, como suele sucedernos a lo largo de nuestra existencia al descubrir que sólo nos tenemos a nosotros mismos, así como Santiago al momento de subirse a su barco y al luchar con las circunstancias. 

Así también, se nos habla de la posibilidad de fracasar y sus consecuencias, así como de la tenacidad que se necesita para remontar el rumbo y no dejarse caer aun y cuando nada está a nuestro favor. 

Manolín representa el valor de la amistad y del apoyo moral, así como esa nueva generación que aprende el oficio para apoyar a quienes ya no pueden seguir haciéndolo como hasta ahora.

El viejo y el mar es un texto escrito con un lenguaje sencillo y con un estilo narrativo, en el cual la información se nos va dando de poco en poco a través de descripciones detalladas, de pensamientos y sentimientos. 

A pesar de ser un texto tan breve, la intensidad con la que está contado el relato hace que se sienta más largo, pero jamás pesado. 

Es así como el autor nos lleva a la inmensidad de esas aguas llenas de peces, pero también de lecciones que aprender sobre la resiliencia y el poder del espíritu humano, ese que la más fuerte de las tempestades doblega, mas no puede tumbar.

El viejo y el mar. Ernest Hemingway. 1952. Editorial Debolsillo.

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