El fanatismo de los líderes europeos

Por Marco Jiménez

Desde la operación especial de Rusia en Ucrania el pasado febrero han salido los líderes europeos con un sin número de discursos rusófobos y un fanatismo desmedido para generar una crisis diplomática y bélica que nos lleve a la desaparición de la raza humana.

Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en cada oportunidad que tiene habla sobre las sanciones impuestas a Rusia y, por otro lado, elogia la batalla que está enfrentando Ucrania. Lo que no comenta es que ella es una de las personas que impulsa la desaparición de los ucranianos y fomenta la guerra entre países vecinos.

La presidenta de la Comisión Europea, sin importar el daño que están autoinfringiéndose los europeos, desea imponer un tope al precio del gas ruso, una idea totalmente fuera de la lógica.

¿El comprador imponiendo el precio al vendedor? Si el comprador no puede pagar el coste tendrá que buscar un mercado el cual sí pueda pagar y la OPEP no dará su brazo a torcer, esto es a corto plazo. 

A largo plazo los europeos tendrán que diseñar un mercado energético, el cual con las energías limpias que tanto vendieron en estas dos décadas, se atrasará mínimo hasta 2050 y no hasta 2030 como tenían planeado. Ahora usarán carbón, gas al cuádruple del costo que compraban a Rusia, y energía nuclear. Ninguna de estas es verde por el lado que lo quieran ver.

Parte del fanatismo y ceguera de los líderes europeos también recae en Olaf Sholz, canciller alemán, el cual ha decidido dar la espalda a su país en cuanto a desarrollo económico y político.

Se ha convertido en un canciller tibio y peón. Aceptó que su país se quedara sin acceso al gas ruso vía Nord Stream 1 y Nord Stream 2, siendo que Alemania tiene una participación del 30% de esos gasoductos. Muy seguramente fueron dinamitados por la OTAN, ya que en esa región donde sufrieron daños es controlada por misma organización militar.

Nada de esto le importa a Sholz con tal de seguir la propaganda rusófoba de toda Europa. No importa si sus ciudadanos sufren frío y sus industrias dejan de desarrollarse con tal de seguir con el juego de las sanciones que les afectó directamente a los alemanes más que a cualquier otro país. Sholz no debe olvidar que Rusia sigue y seguirá siendo parte de Europa y su vecino.

Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, es un fanático baby boomer que declara que hay que seguir fomentando la guerra entre Rusia y Occidente. 

Apoya el envío de armas e involucramiento de más países a esta guerra el tiempo que sea necesario. Si, el que debe pensar en la diplomacia y en una solución pacífica está totalmente fanatizado con que la guerra continúe y no cese, porque hay que derrotar a Rusia, porque el jardín llamado Europa debe seguir floreciendo mientras la selva del mundo lucha para su desarrollo.

El señor Borrell, al final de su vida, sigue sin darse cuenta que la guerra fría pasó, que la civilización avanzó y que los países europeos volverán a la barbarie y estarán en la selva llamada planeta tierra, nuevamente con una guerra en su haber, y teniendo tres guerras mundiales en 100 años y sin haber aprendido la lección.

La exministra Liz Truss fue alguien que tenía en la cabeza una idea ridícula de usar armas nucleares de ser necesario. Algo que dijo que haría en caso de ser ministra. El gusto le duró 42 días y sumió al imperio en una debacle económica. Fue tan mala su gestión, que es el primer ministro inglés en durar tan poco tiempo.

El fanatismo europeo continua y sus líderes creen que la guerra es como un videojuego, donde ellos serán los únicos que no mueran, sin embargo, algunos de ellos están más cerca de hacerlo de manera natural e impulsan a la humanidad a desaparecer.

No les bastaron la Primera ni la Segunda guerra mundial, incluso copian el odio de los nazis hacia los judíos, pero esto ahora dirigido hacia los rusos. 

Ya lo habían hecho hacia los japoneses, contra los musulmanes y nuevamente hacia los rusos; su diplomacia ha fallado y están cerca de volver a exponer a su población a una tercera guerra mundial bélica y si queda algo seguirán siendo vecinos.

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