Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
París. Década de los veinte del siglo pasado. Los Kampf son una familia de nuevos ricos que quieren hacer su presentación en sociedad ofreciendo un baile en su residencia. Rosine, la madre, le hace saber a su hija adolescente Antoinette que su presencia no será requerida.
Este aviso detonará una cadena de incidentes que dejará de manifiesto el estado de la relación entre ambas mujeres.
El baile es una novela corta de la escritora rusofrancesa Irene Némirovsky quien, a pesar de haber fallecido muy joven y de forma trágica (como prisionera en un campo de concentración en Auschwitz), dejó muestras de su talento en su corto paso por el mundo de las letras.
Este texto posee tintes autobiográficos, puesto que la familia Kampf son judíos alemanes que emigran a Francia, así como ella y su familia lo hicieron, pero desde Rusia debido a la revolución bolchevique.
Asimismo, la autora se inspiró en su infancia y juventud para plasmar en su texto la muy complicada relación entre madre e hija, que es uno de los puntos principales de la trama.
Aunque este libro es de pocas páginas, da mucha tela de donde cortar. Aun y cuando a ratos se siente como una crónica de la preparación de una fiesta de principio a fin, salen a relucir rasgos de la personalidad de los protagonistas, así como del círculo social en el que se insertaron y en donde quieren desenvolverse.
Se nos habla de la imperiosa necesidad de ser aceptados por un sector muy exclusivo de la sociedad para ser validados como integrantes del mismo y así gozar de prestigio y reconocimiento.
Alfred, el padre, gasta cantidades casi astronómicas de dinero para complacer a su esposa pero, sobre todo, para impresionar a lo más selecto y granado de la élite parisina y demostrar que tiene con qué ingresar y mantenerse ahí.
Rosine, por su parte, se encarga de la transformación de la familia, al procurar refinamiento cultural a Antoinette para que así pueda figurar en la sociedad a la par de otras jovencitas de su edad cuando, en realidad, lo único que quiere la chica es, además de una buena relación con sus padres, amar y ser amada.
Y aquí es donde el lector se da cuenta de que quien lleva la voz cantante en esa familia es la madre, haciendo que el hombre sea un cero a la izquierda y negándole a su hija la posibilidad de asistir al baile, al mismo tiempo que la trata con total indiferencia, lo que desencadenará un acto revanchista por parte de la joven, que es muy madura para su edad, pero que no puede evitar comportarse como lo que es, una adolescente.
El baile está dotado de un ritmo ágil y, a medida que se va desarrollando la trama, la tensión aumenta hasta llegar a un desenlace muy poderoso, por lo que el lector no podrá soltar este texto tan fácilmente, ya que también posee un lenguaje cuidado y sencillo.
El libro está narrado por una tercera persona que conoce los pensamientos y sentimientos de los personajes y, por lo tanto, es capaz de describirlos de forma vívida, al igual que lo hace con el proceso de preparación de la fiesta, generando así empatía.
El lector descubrirá que, aún y cuando la temática pueda sentirse hasta cierto punto frívola, posee un trasfondo profundo que desvela las ansias de figurar y destacar en un mundo donde las apariencias son las que cuentan y donde terminan siendo juzgados por mucho que se esfuercen.
Pero sobre todo, nos cuenta cómo los impulsos tienen la capacidad de detonar acciones que podrían parecer pequeñas, pero que traerán grandes consecuencias.
El baile. Irene Némirovsky. 1930. Editorial Salamandra.
