El arte pictórico urbano de Ramón Villasana

Por Guillermo Torres

San Gregorio Atlapulco, en sus límites lacustres ha crecido en asentamientos humanos donde empieza el barrio de San Juan Moyotepec, trazado por serpenteadas y empinadas callejuelas y callejones. 

Ahí vive un pintor popular de reconocido prestigio, el maestro Ramón Villasana, originario del pueblo de San Pedro Atocpan, Milpa Alta. Pero hace aproximadamente veinte años llego a radicar a San Gregorio. 

No obstante, comenta, “nunca olvido mi infancia y juventud que viví en mi querido terruño Malacaxtepetl Momoxco y sus alrededores”.

Seguramente esas vivencias infantiles pueblerinas determinaron su singular estilo pictórico, paisajista, tradicional y rural, costumbrista y colorido, donde paisajes rurales callejulas empedradas, casonas llenas de alegres y pintorescas flores, muros vetustos, portales que forman su rico entramado que recupera la belleza de chinampas y cerros de la afanosa región de Xochimilco y Milpa Alta.

Sus técnicas se expresan en sus bellos óleos, vistosas acuarelas, pintura vinílica en vitrales y repujados, donde la forma singular de Villasana transmite esa sensación perfecta de los diversos trazos, colorido y contenido de todos y cada uno de sus trabajos.

Su obra le ha permitido trascender al ámbito nacional, por ello ha sido invitado a exponer a diversos estados de la República como Oaxaca, Guerrero, Estado de México y Morelos. Algunos de los pintores que han influido en su obra son José María Velasco, Jesús Helguera, Mario Urbina y José Alcántara.

Siempre ha sido solidario con las causas del pueblo, participa en organizaciones y grupos que pugnan por la libertad.

En entrevista para Reversos, nos cuenta un poco de su obra y su sentir: 

“Me llamo Ramón Isabel Villasana, aquí me crie, en San Pedro Atocpan. Me dedico a pintar paisajes de los alrededores de mis pueblos. Hago vitrales, repujados, acuarelas y la gente me ubica, no importa que no se venda mi obra, me gusta la pintura y lo importante es difundir la cultura de donde soy originario. Estuve dando clases durante 30 años en Milpa Alta”.

–Don Ramón, sabemos que se identifica con las causas populares y justas. ¿Cuál es su sentir como originario de estos lares donde incluso hay una herencia zapatista por el cuartel que se ubicó en su momento en San Pablo Oztotepec?

–Mis abuelos me platican cómo llegó el General Emiliano Zapata con sus muchachos, llegó en caballo negro, y con su chamarra gris y su pantalón gris, su sombrero también era gris, así llegó a San Pedro Atocpan. Lo recibieron con flores y campanadas, cuetes y todo eso. Lo invitaron a comer, le gustaba mucho el mole verde.

“Cuando llegué a San Gregorio me encontré con muchas leyendas del lugar y en ello baso mucho mi obra de allá.

“Mucha de mi obra habla de nuestros antepasados, sobre las leyendas de lugares, cuevas, rituales y todo lo que le ha dado rostro a nuestro pueblo. Aquí hubo en su momento una pirámide que ya no se conserva, porque la cueva donde estaba la taparon”.

Asimismo, expresó que el Teutli, el volcán apagado que se encuentra en Milpa Alta, es parte importante del imaginario colectivo de este lugar. Y como en muchos lugares de México, posee una mística, una energía especial que es parte de su modo como pueblo.

Comentó que le preocupa de manera especial la indiferencia que existe actualmente de las nuevas generaciones hacia nuestra identidad cultural. En su opinión el difundir temas relacionados con todo ello tiene una importancia muy particular.

Ramón Villasana hace énfasis en la necesidad que hay de retomar la esencia de nuestra idiosincrasia para humanizar y sensibilizar nuestro entorno; para hacer de la solidaridad algo cotidiano y no una cuestión emergente en las situaciones difíciles. Expresa que nuestro conocimiento ancestral que guardamos en el ADN es el camino para resurgir de entre nuestras cenizas, con más fortaleza que nunca.

Nuestra Tierra es la vía para proveer la mesa de los hogares, solamente hay que apapacharla, sanarla y sanarnos junto con ella, trabajarla, hacernos uno con ella para esa reconexión tan necesaria con ella y con nuestra cosmogonía más profunda.

El proceso creativo para su obra lo basa en divertirse y disfrutar de lo que hace; incluso exalta el acercamiento con los animales, tanto como seres que en lo cotidiano nos dejan una enseñanza, y por supuesto la importancia de cuidarles y respetarlos.

El artista popular y el niño que vive en él como motor de su creatividad son factores fundamentales de la sensibilidad que plasman su obra. Refleja el sentir de dos pueblos originarios iconográficos de esta ciudad, que por generaciones han aguardado el legado de ancestral para blandirlo como lo único loable y digno que puede re configurar nuestro rostro e identidad, en estos tiempos no solamente difíciles sino dispersos, o mejor dicho difíciles por lo dispersos. 

Su gusto por el arte lo recomienda a los jóvenes como una vía para dejar de lado la televisión que de manera literal expresa que, es algo que no resulta muy rescatable y positivo para el entendimiento social; para ello el arte y la cultura es algo que dice, es la esperanza que puede guardar la sociedad para re encontrarse y convivir en armonía.

A Ramón Villasana se le puede encontrar en la Plaza de San Martín en San Pedro Atocpan los fines de semana.

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