Por Rivelino Rueda
Foto: Camila Rueda Loya
El miedo es eso que roba y degüella
a la gente como Mento,
el miedo les bloquea la mente y les ata las manos,
y los ustachos roban y matan con facilidad.
Ivo Andrich/Café Titanic
Alguna vez, el muchachito de bigotillo incipiente leyó en un libro de historia, que Adolfo Hitler no era alemán, sino austriaco. Eso se le quedó muy grabado. En su examen sacó diez porque anotó el dato. No se lo habían pedido en la prueba, pero lo hizo.
Unos años después, ya como editor de un periódico, pongámosle que Milenio, a ese licenciado en periodismo se le iluminó la mente con ese recuerdo. Había que llevarlo a la práctica. Había que demostrar que era un chingón letrado.
La oportunidad se presentó el domingo 29 de marzo. Unas horas antes, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, había rechazado que, como parte de las acciones extraordinarias para la emergencia epidemiológica por el Covid-19, su administración pretendiera declarar estados de sitio o toques de queda para que la población permaneciera en sus casas.
Todavía una horas atrás, el sábado en la noche, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell –en un mensaje desesperado para llamar a la población a quedarse en casa ante “la última oportunidad” de detener la peste—, había declarado que “nada está descartado para obligar a la gente a que se meta a sus casas”.
“No es deseable llegar a medidas extremas, como los toques de queda en Europa o el cierre de fronteras en diversas regiones del mundo; todas las posibilidades están, porque además el marco legal mexicano lo permite”.
Pero diez días antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador había señalado que, de ser necesario, y si la situación por el coronavirus se agravaba en México, pediría a la población quedarse en su casa y no implementaría toques de queda como en otros países
“No al autoritarismo, no a la discriminación, porque brota todo eso, el clasismo, el racismo, el autoritarismo, y que hacemos nosotros, ¿Imagínense con toque de queda?, yo respeto la decisión que se tome en otros países, pero nosotros no necesitamos eso, nosotros estamos construyendo una auténtica democracia”, dijo el tabasqueño.
Pero no. El editor del periódico del cabezal de letras rojas tiene el pulso de la historia. Fue contratado por ello, porque todos quedaron boquiabiertos cuando en una reunión con “grandes periodistas”, “vacas sagradas de la pluma”, dijo que el Führer del Tercer Reich no era alemán, sino austriaco. Todos coincidieron: “¡Este cabrón tiene madera!”
Apagó orgulloso su cigarrillo a medio terminar. Aceleró la taza de café americano de un trago. Acariciaba por quinta vez el cabezal de su casa editorial. “Soy un chingón. Soy una riata”, pensaba. “Hay que darle seguimiento a esto. ¡Es una notaza!”
Tomó el teléfono móvil y marcó a la reportera que cubriría la conferencia de la siete de la noche en Palacio Nacional, en donde las autoridades de la Secretaría de Salud dan el reporte diario de la peste por el Covid-19.
Pidió que anotara bien lo que tenía que preguntar. “¡Pero escúchame bien, tiene que quedar bien claro que somos el medio más chingón y más letrado!”
En su vida, ni el editor ni ella habían leído una línea sobre lo que significaron los Estados de sitio o los toques de queda durante los regímenes totalitarios en Europa, ni sobre las dictaduras militares en América Latina, ni sobre los confinamientos de los pueblos palestino o kurdo.
–Pero apúntale bien. ¡Que sepan quién tiene el contexto y el olfato del gran periodismo!
La reportera no se toma la molestia de leer la pregunta. Se la aprendió de memoria. Toca su turno en la conferencia. Acomodas sus lentes de caparazón rojo. Y lanza la disertación:
“Sobre el decreto de poder obligar a las personas (a quedarse en su casa). Hay países como Austria que lo vienen aplicando, pese a que tienen un historial de nazismo, fascismo, de que no quieren volver a caer en esos sistemas totalitarios. ¿Por qué no hacerlo en México? Allá son 8.8 millones de personas. Aquí somos 123 millones de personas y afuera de Palacio Nacional hay un grupo de danzantes a todo lo que da bailando”.
Nada qué añadir.
Bueno. Minutos más tarde, otra reportera da como un hecho que el presidente Andrés Manuel López Obrador es un caso sospechoso de Covid-19, “porque hace 18 días se reunió con el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, que hoy anuncia que es portador de coronavirus”. Luego da el diagnóstico médico del presidente y remacha: “Bueno, lo digo porque el presidente está dentro de las personas de mayor riesgo, porque es hipertenso, no se ha cuidado y es adulto mayor”.
Tampoco nada qué añadir.
Primero fue la frenética lucha por el primer muerto de Covid-19 en México. Luego surgió el tema mala leche de la “neumonía atípica”. Hoy lo que vende es lo del “toque de queda” y mañana la manada exigirá a las autoridades de salud no esconder que López Obrador es caso confirmado de coronavirus. Y sí. Son los mismos de siempre.