Crónica de una ciudad con Covid-19

 

Por Ángel Santillán Mora

Día Uno:

El martes 17 de marzo del 2019 será recordado como el día en que la Ciudad de México se paralizó debido a una pandemia mundial que se desconoce el origen exacto del brote. Los primeros casos se detectaron en diciembre del año pasado. En un principio se pensaba que el foco estaba en un mercado de marisco y pescado de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China.

Los guiones de las películas de ficción como The Hot Zone (National Geographic) o Virus (Netflix) se trasladaron a la Ciudad de México, una urbe que lo ha visto ya todo: temblores, escasez de agua, desabasto de gasolina, TODO. No le pueden contar nada y hoy vive un capítulo más de su grandiosa lista de vivencias: el Covid-19 ya se encuentra entre nosotros.

Desde muy temprano salí de mi casa para dirigirme al Banamex, ubicado en Miguel Ángel De Quevedo. Al tomar el camión que me llevaba a mi destino pude escuchar a dos personas que comentaban del tema y decían: «¡Eso no es verdad! ¡Es un invento del gobierno o de los gringos!”

Fue algo que me causo gran impresión. El mexicano, de nueva cuenta, burlándose de las desgracias y creyendo que todo son teorías de conspiración. Cuánta razón tenía Octavio Paz cuando decía: «La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”.

En fin. Llegué al banco. En ese momento eran las 2:55 de la tarde. El día caluroso, el silencio extraño fecundaba en cada uno de los presentes en la fila de la sucursal bancaria. Los cubrebocas y el gel antibacterial no podían faltar en los presentes: el primer estornudo en ese momento era sinónimo para verte raro. Caminé hacia el Metro. La ciudad lucía solitaria.

Ernesto, de playera de las Chivas, pantalón de mezclilla, que acompañaba con tenis Jordan, se instaló en las afueras del Metro y gritaba: “¡Pásele! ¡Pásele! ¿Cuántos geles necesita? ¡Cuántos! ¡Cuántos!” El producto se vendía como pan caliente y la gente compraba los productos como si el mundo se acabara mañana.

La OMS ha decidido denominar al COVID-19 como «pandemia» por el número de casos fuera de China. Por su parte, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sigue con sus giras y besando a las personas que lo idolatran. En la mañanera de hoy mostró imágenes religiosas que “le sirven como escudo protector” ante COVID-19.

En fin. Nuestro gobierno dando el ejemplo de cómo prevenir la pandemia en el país. Los medios de comunicación han generado miedo en la sociedad, algunos incluso compartieron Fake News, las cuales eran compartidas por miles de personas.

Por fin he llegado a mi casa. Es momento de comer chiles rellenos que hizo mi mamá – sabor único y especial–; el virus se olvida con este pequeño manjar. China ha confirmado más de 3.500 fallecidos y más de 81.000 personas contagiadas. En México, la pesadilla apenas está comenzando…

Día dos:

Sigo sufriendo los estragos de la pandemia. Aunque, para ser sincero, mi casa en mi oficina. Mañana tengo cita con mi psicóloga, que está ubicada en Centro Médico. Veremos cómo se ponen las cosas: el virus me sigue consumiendo y, mientras escribo este texto, me sigo preguntando dónde andará Paula. Esa enfermedad sí me está consumiendo. El COVID-19 llegó para quedarse entre nosotros…

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