Por Rivelino Rueda
Luego de ser beneficiarios directos de múltiples privilegios en sexenios anteriores, donde incluso contaban con personal metido en labores de construcción de política pública en secretarías de Estado, como Salud y Economía, dos de los gigantes oligopólicos de alimentos y bebidas chatarra, Coca-Cola y Bimbo, aceptaron que sus productos serán rediseñados para elevar su nivel nutricional y bajar los ingredientes tóxicos que ofertaban a la población.
Y es que con la entrada en vigor de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 051, referente al nuevo etiquetado frontal obligatorio de productos alimenticios ultra procesados y bebidas no alcohólicas, comúnmente conocidas como “alimentos chatarra o basura”, que inició el 1 de octubre, ambos oligopolios tuvieron que ceder a sus chantajes y reconocer que los productos que ofertan pueden mejorar en cuanto a calidad nutricional.
Pero no toda la industria de alimentos y bebidas ultra procesadas se ha plegado a la nueva norma.
En una revisión que realizó Reversos del 1 al 4 de octubre en “tienditas”, tiendas de conveniencia y supermercados, diversos productos le han dado la vuelta a esta nueva reglamentación, como toda la línea de la marca Marinela (de Grupo Bimbo) o los refrescos Pepsi-Cola (de Grupo Pepsico), quienes aún no presentan en sus artículos los octágonos de advertencia, así como casi todos los artículos de Tía Rosa (de Grupo Bimbo).
El proceso de etiquetado de advertencia ha avanzado poco a poco. Muchas empresas determinaron colocar estos octágonos de advertencia (exceso en sodio, grasas saturadas, azúcares y calorías) desde julio. Pero otras, a pesar del anuncio del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en el sentido de que no habría prórrogas en este tema, apenas están distribuyendo estos artículos con el etiquetado frontal, y hay otras que de plano están en franco desafío con las autoridades.
Lo que también ha llamado la atención en estos días es el etiquetado de advertencia de algunos productos que se creían “sanos”, como las tostadas Saníssimo (Grupo Bimbo), que cuentan con tres sellos de advertencia: exceso en calorías, azúcares y grasas saturadas; las “Tortillinas Tía Rosa” (Grupo Bimbo), que también aparecen con tres sellos: exceso en sodio, grasas saturadas y calorías, mientras que las sopas instantáneas, específicamente las Sopas Maruchan, sorpresivamente aparecen sólo con un sello de advertencia: grasas saturadas.
Roberto Duarte, despachador en la tienda de abarrotes “Pina”, en la Alcaldía Benito Juárez, comenta que desde hace unos meses él sí ha visto un cambio en los hábitos de consumo de los clientes, ya que –dice—“muchos sí optan por productos que tengan menos sellos; incluso dejan los artículos en el mostrador cuando observan lo que dicen esas ‘marcas’”.
Los productos “chatarra” son los responsables directos de los padecimientos crónico-degenerativos no transmisibles, específicamente diabetes, hipertensión, obesidad, sobrepeso, distintos tipos de cánceres, e infartos cardio y cerebrovasculares que, a su vez, representan casi la mitad de las muertes anuales en México, así como el 78 por ciento de las comorbilidades asociadas a la pandemia de Covid-19.
***
“Se calcularon pérdidas multimillonarias que pondrían en riesgo la viabilidad financiera de Grupo Bimbo. De ese tamaño. Sobre todo porque el etiquetado frontal pega directamente a los productos insigne de la compañía, que son el pan de caja y la línea de bollos”.
No había de otra que replantear las fórmulas nutricionales de estos productos –revela para Reversos Rogelio H., ejecutivo de alto nivel en la dirección Global de Transformación de Grupo Bimbo, quien pidió no publicar su nombre real–, “porque sí, si hubieran salido al mercado con los sellos de advertencia, hubieran salido con los cuatro: exceso en sodio, en grasas saturadas, en azúcares y en calorías”.
Por ello, puntualiza el ejecutivo, “el corporativo optó por negociar con las autoridades de las Secretarías de Salud y Economía; la Comisión Nacional para la Protección contra de Riesgos Sanitarios (Cofepris), y la Procuraduría General del Consumidor (Profeco), para que los productos emblemáticos de la empresa, que forman parte de consumo diario de la empresa, estén exentos del etiquetado frontal, a fin de que en los próximos meses Grupo Bimbo reformule las fórmulas nutricionales de estos productos y se eleve su aporte alimenticio para la dieta de los mexicanos”.
El 1 de octubre, fecha límite para que las empresas se sujetaran a la norma sobre el nuevo etiquetado frontal obligatorio, Grupo Bimbo emitió un engañoso comunicado en el que señala que “la línea de pan y bollería no tendrá ningún sello de la nueva normativa de etiquetado frontal de alimentos envasados”.
El corporativo expuso –en voz del director general adjunto de la compañía, Javier González Franco–, que una muestra del compromiso de esa empresa con la salud y bienestar del consumidor es que “estas líneas de productos de consumo diario no contengan sellos”.
No obstante, Grupo Bimbo reconoció que actualmente está aplicando medidas necesarias ante las nuevas disposiciones de etiquetado en alimentos y bebidas, “esto con el fin de que los consumidores puedan tomar la mejor decisión y estén bien informados al momento de elegir los productos que consumirán”.
“La empresa ha puesto en marcha una campaña de Salud y Bienestar, la cual se basa en tres cosas: lineamientos nutricionales, portafolio saludable y acciones en salud y bienestar. De esta forma se podrán clasificar los productos que ofrecemos y que son consumidos a diario por millones de personas.
De acuerdo con el Informe Anual de Grupo Bimbo 2019, la compañía fabrica más de 13,000 productos y tiene una de las redes de distribución más grandes del mundo, con aproximadamente 3 millones de puntos de venta en 32 países, alrededor de 58,000 rutas y más de 133,000 colaboradores, además de ganancias estimadas en 292 mil millones de pesos.
Pero además, Grupo Bimbo y su línea de productos (Oroweat, Thomas, Barcel, Marinela, Entenmann’s, Sara Lee, Taquis, Riolino, Tía Rosa, Artesano, Dempster’s Bakery, Ball Park, Villaggio, Mrs Baird’s, Donuts, Pullman, Lara, Ideal y POM) contribuyen con más de 350 mil de las casi 800 mil muertes al año por enfermedades crónico degenerativas no transmisibles, de acuerdo con el Informe Anual de Mortalidad 2018 del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Además, la panificadora aporta el 60.26% (47,533) de los 78,880 decesos registrados hasta el 3 de octubre por las comorbilidades asociadas a la pandemia de Covid-19 en México, como hipertensión, obesidad, diabetes, cánceres e infartos.
***
“Tenía que darse esa reunión (entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el CEO de Coca-Cola Company a nivel mundial, James Quincey, el pasado 21 de septiembre en Palacio Nacional). La compañía no puede darse el lujo de estar en conflicto con el gobierno del país que más consume Coca-Cola en el mundo. Se trataba ya de un conflicto irreconciliable entre Pepe Toño (Fernández Carbajal, director general de Grupo Femsa-Coca-Cola) y el presidente, en el que el director mundial de la compañía tenía que intervenir”.
Mauricio P., ejecutivo del área de la Dirección de Operaciones de México del Grupo Femsa-Coca-Cola, que optó porque no se publicara su nombre real, anota que en ese encuentro con López Obrador, el presidente mundial de esa industria refresquera “salió bien librado”, ya que “acordó más inversiones para la empresa, así como una prórroga para el etiquetado frontal de algunos de sus productos, como en los refrescos de vidrio en su presentación original, así como en la línea de embotellado familiar, es decir, los envases retornables y no retornables de dos y tres litros”.
Al término de la reunión, AMLO resumió así el encuentro en una publicación en su cuenta personal de Twitter: “Me visitó el director ejecutivo a nivel mundial de Coca-Cola, James Quincey. Hablamos de varios temas: apoyo a pequeños comerciantes, impuestos, la campaña de orientación nutricional, etiquetado e inversiones. Fue un diálogo respetuoso, constructivo y franco”.
Ese día, ya por la tarde, la compañía refresquera respondió con otro tuit en su cuenta Industria Mexicana Coca-Cola.
El mensaje fue contundente: tregua con el gobierno federal y revisión de sus productos para reducir los insumos tóxicos de esta bebida: “Por un México más saludable, continuaremos reduciendo las calorías de nuestras bebidas y promoveremos que las personas tomen decisiones informadas sobre su hidratación, consumo calórico y requerimientos nutrimentales”.
Con ello, señala el ejecutivo de Coca-Cola, “parecen haberse cerrado capítulos tensos entre el gobierno federal y la compañía, como el de Fernández Carbajal, quien advirtió, luego de aceptar a regañadientes el pago de impuestos de 8,790 millones de pesos de esa empresa al SAT, tras varios años en que la compañía fue beneficiada con condonaciones fiscales, que en 2022, año en que se celebrará la consulta para la revocación del mandato de AMLO, que pondría el doble de dinero para sacar al presidente de Palacio Nacional”.
Recuerda que esta confrontación subió de tono y “molestó sobremanera a los directivos de Coca-Cola México”, sobre todo cuando el subsecretario de Salud y vocero único del gobierno federal para la pandemia de Covid-19 en México, señaló en una gira por Chiapas, el 20 de julio, llamó “veneno embotellado” a los refrescos industrializados”.
Pero además, añade, “cuando López-Gatell presentó información en la conferencia vespertina del 23 de julio, con datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en donde reveló que las bebidas azucaradas con alto contenido calórico son las causantes de 40,842 muertes al año”.
De acuerdo con el libro The Coke Machine, del periodista estadounidense Michel Blanding, México ya es el primer consumidor de Coca-Cola per cápita en el mundo, ya que “mientras en Estados Unidos una persona consume 100 litros de ese refresco al año, en México la cifra asciende a 150 litros, y en estados como Chiapas la cifra sube a 821 litros”.
Grupo Coca-Cola-Femsa, de acuerdo a su portal de internet, cuenta con 17 plantas en México, 145 centros de distribución, 864,638 puntos de venta en todo el territorio nacional, así como 74.6 millones de personas atendidas, así como ganancias por 506,711 millones al año, de acuerdo al Informe Anual 2019 de la compañía.
Ubaldo Comizo, despachador en un Oxxo de la Alcaldía de Azcapotzalco, comenta que las personas “ya ven con más reserva los refrescos de Coca-Cola por las dos etiquetas que presenta (exceso en calorías y azúcares, así como anuncios de advertencia como ‘contiene edulcorantes, no recomendable en niños’, y ‘contiene cafeína, evitar en niños’)”.
Señala que ahora “prefieren llevarse agua natural embotellada”. Además, comenta que los clientes “se sorprenden cuando observan que ‘las cocas’ Light, Zero y Sin Azúcar también tienen esos sellos y advertencias”.
***
29 de septiembre. Faltan dos días para la entrada en vigor de la NOM-051 sobre sellos de advertencia obligatorios en productos alimenticios y bebidas ultraprocesados.
En la conferencia vespertina el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, anuncia que en este tema no habrá prórrogas, que habrá sanciones que llegarán hasta la clausura de empresas y negocios. Pero fundamentalmente el funcionario advierte que habrá una “auditoría social” y denuncias ciudadanas a los negocios y corporativos que no cumplen con la norma.
Grupo Femsa-Coca-Cola y Grupo Bimbo toman medidas nunca antes vistas. Anuncian que mejorarán la calidad nutricional de sus productos. Otros corporativos como Marinela (de Grupo Bimbo) y Grupo Pepsico desafían la normatividad y los plazos establecidos y determinan, hasta el 4 de octubre, no incorporar los sellos de advertencia a sus productos.
“Existe un periodo de tolerancia para que las empresas incorporen el etiquetado frontal a sus productos. En caso de incumplir existen diversas sanciones diversas que van desde el apercibimiento, el apercibimiento por escrito, hasta las multas e incluso las clausuras, y la competencia directa para esto es de Cofepris y también puede participar (en estas sanciones) la Procuraduría Federal del Consumidor”, detalló López-Gatell Ramírez a pregunta de Reversos en la conferencia de prensa vespertina del 29 de septiembre.
Y aunque todo esto ya era previsible, la industria de la “comida chatarra” encendió los focos de alerta esa misma noche del 29 de septiembre, luego de que el vocero único del gobierno federal para la pandemia del Covid-19 informó que en este tema también habrá “auditorías sociales”.
“Fue ahí cuando se encendieron los ‘focos de alerta’ en la compañía. Había que hacer algo y la empresa determinó sacar el comunicado el 1 de octubre, anunciando que habrá un mejoramiento en la calidad nutricional de los productos que ofrecemos”, indica Rogelio H., ejecutivo de alto nivel en la dirección Global de Transformación de Grupo Bimbo.
Hugo López-Gatell expuso que en el asunto de las “auditorías sociales” con el etiquetado frontal “es muy importante que la sociedad esté pendiente de denunciar insuficiencias donde hay productos sin etiquetado, o productos que estén escondidos en los anaqueles, o volteados para que no se vea de manera clara los sellos de advertencia”, y el funcionario destacó que las denuncias pueden ser mixtas, a Profeco o a Cofepris.
“En la Secretaría de Salud y en la Secretaría de Economía estamos afinando los elementos para poner a disposición pública la metodología de estas denuncias. Lo vamos a estar anunciando periódicamente dónde se pueden hacer las denuncias, con los caminos más convencionales y más accesibles, tanto en Profeco y en Cofepris”, expuso.
***
Tenso. Malencarado. A la defensiva. Daniel Salcedo, distribuidor de productos Bimbo en la zona de Iztacalco, responde con gruñidos de animal herido a las preguntas sobre si la empresa para la que trabaja cumplirá con el plazo sobre etiquetado frontal.
Son las diez de la noche del miércoles 30 de septiembre. Faltan dos horas para la entrada en vigor de la NOM-051. El hombre de unos 45 años, obeso y con dificultades para respirar, acomoda en los anaqueles de una tienda Súper Siete algunos productos de la marca Bimbo.
Algunos ya cuentan con el octágono de advertencia. Otros están limpios de sellos. Llaman la atención los panes de caja y la línea de bollería.
El señor Salcedo manipula los nuevos productos de esa panificadora entre artículos con cuatro octágonos de advertencia, como las llamadas “Rebanadas”, de Grupo Bimbo, con los sellos de “exceso en azúcares”, “exceso en sodio”, “exceso en grasas saturadas” y “exceso en calorías”.
Más allá, artículos como la jalea de aceite de coco y cacao de la marca Nutella, desafía la normatividad y aún no coloca sellos de advertencia a ese tóxico y cuestionable producto.
–¿Tienen indicaciones para ya no entregar productos Bimbo sin etiquetado frontal?—se le pregunta al despachador de Grupo Bimbo.
–No sabemos nada. Nos dijeron que hasta mediados de octubre—responde cortante, molesto.
–Porque las autoridades ya dijeron que no habrá prórrogas, que habrá sanciones, ¿no les han dado instrucciones sobre eso?—se le insiste.
–Las autoridades se traen un desmadre. Nosotros no sabemos nada—corta Daniel Salcedo entre ruidos guturales de enojo.
El encargado de la caja, Gerardo Lara, un muchacho de unos veinte años, comenta que a ellos la indicación que les han dado en la empresa (Súper Siete) es notificar a los despachadores de otras compañías que ya no van a recibir mercancía que no traiga impresos en las envolturas los etiquetados frontales de advertencia.
“Sí. Sí. Están muy enojados, pero qué le vamos a hacer. También es nuestro trabajo”, señala.
***
El etiquetado frontal obligatorio en productos ultra procesados llega a México en un momento sumamente crítico, en donde las enfermedades crónico-degenerativas no transmisibles (diabetes, hipertensión, obesidad, sobrepeso, cánceres diversos e infartos cardio y cerebrovasculares) ya representan casi la mitad de las muertes anuales en el país.
Pero además en una pandemia brutal que ha acelerado los decesos en personas infectadas por Covid-19 y que tienen esos padecimientos. Todo ello, consecuencia de la mala alimentación derivada del consumo de productos “chatarra”.
Los más de treinta años de una profunda crisis alimentaria y nutricional entre los mexicanos, en donde imperó la complicidad entre oligopolios (nacionales y extranjeros) de comida tóxica y el poder político en turno, así como el abandono al campo y la permisibilidad para que la dieta de la población se basara en estos pseudo alimentos altamente dañinos para la salud, hoy buscan ser revertidos con estrategias como la puesta en marcha de un organismo intersecretarial denominado Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (GISAMAC), que busca revertir esa tendencia perniciosa en la alimentación de los mexicanos.
No es una tarea sencilla. Las autoridades federales buscan que el etiquetado frontal obligatorio no represente la única vía de solución a este problema endémico entre la población.
Arantxa Colchero Aragonés, economista de la salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y una de las piezas clave en el diseño del etiquetado frontal obligatorio en México, comentó para Reversos que si bien los sellos de advertencia son en sí mismos un paso fundamental para la educación alimentaria y nutricional entre los mexicanos, también se tienen contempladas otras estrategias para avanzar en una nueva educación en la materia, más saludable, más justa, más solidaria y más competitiva.
Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud coincide en ello, y subraya que “los etiquetados claros no sustituyen la educación nutricional, ya que ambos forman parte de una política integral. Necesitamos reconstruir el sistema agroalimentario mexicano en favor de la salud, la sostenibilidad, la justicia social y la competitividad económica”.
A pregunta de Reversos en la conferencia vespertina del 2 de octubre, en Palacio Nacional, el funcionario subraya que la estrategia del gobierno federal en este tema será integral e iniciará a partir de la evaluación del “desmantelamiento que se hizo en los últimos años del sistema agroalimentario mexicano».
“Esto requiere un nuevo replanteamiento cultural para que la cultura alimentaria esté sustentada o alineada con esta nueva perspectiva de una alimentación saludable y no la mala alimentación que tenemos, causante de casi la mitad de las muertes que tenemos en el país cada año y que está basada en mucho en productos industrializados, de baja calidad nutricional y altísimo poder calórico y de otros productos dañinos”, enfatiza.
***
Doña Hilda Fernández, propietaria de la tienda de abarrotes “La Morena”, en la Alcaldía de Coyoacán, se deja llevar por los rumores que circulan entre los despachadores de productos de “comida chatarra”.
“Ya ve que ese señor que tenemos de presidente, que no sirve para nada, ya dijo que ‘las cocas’ no van a llevar el etiquetado porque el dueño de Coca-Cola le vino a ordenar que a sus refrescos no les pusiera sellos”.
–Oiga, pero muchos de los productos de Coca-Cola ya tienen sellos, ¿no cree que eso inhiba un poco el consumo de este refresco?—se le pregunta a Doña Hilda.
–No sé. Lo que yo he visto es que a los clientes les vale eso de los etiquetados. Vienen por los productos que consumen todos los días y no hacen caso de esos sellos. Eso (el etiquetado) no va a servir de nada.
Hilario Enriquez, propietario de la tienda “El Palmar Abarrotero”, en la Alcaldía Benito Juárez, es más optimista.
Oaxaqueño de origen, el hombre de unos cincuenta años siempre busca meter productos saludables a su negocio: frutas, verduras, refrescos artesanales de Zacatlán, Puebla; dulces típicos (amarantos, cocadas, palanquetas, cajetas, mieles, ates, chocolates de origen); quesos y embutidos artesanales; galletas de amaranto, de nata, de miel de abeja.
“Yo sí he visto que me piden más estos productos. Sí he escuchado comentarios de los clientes sobre los etiquetados. Dejan los productos y optan por estos. Yo no puedo dejar de lado la venta de los ‘alimentos chatarra’, de los cigarros, de los refrescos de marca. La gente los sigue pidiendo, pero sí veo más que ya le piensan dos veces para comprarlos”.