Por Rivelino Rueda
Sonia vino aquí a escuchar sólo una canción, quizá una oda a su vida; quizá una oda a todas nuestras vidas. El lamento comenzó con el sax de Diego Herrera y a partir de ese momento todo el universo se vino encima…
Si mis plegarias no fueran a la virgen, sino a tí…
Ella, Él, nosotres. Todas y todos se retuercen en una sinfonía que se asemeja al fin de los tiempos. Sonia no aguanta más y baja las dos filas que la separan de su pareja en un inmueble con “lleno total”.
No abraza. No chista nada. Sólo levanta la vista al domo de cobre y reza los acordes de su existencia. También la nuestra:
Si algún día, me miras, abrazado, de tu sombra. No me separes, déjame sólo, sin movimiento, como una lágrima, que corre por tu cuerpo, lamiéndote, toda la piel.
Taladra fuerte. Remueve harto. Es memoria que no cesa. Antes de que nos olviden es un recuerdo vigente. El 68. Y Acteal. Y la guerra sucia. Y los 43. Y los feminicidios. Y el “no se mata la verdad matando periodistas”.

Treinta años y el vértigo de un país que se mueve pero no se mueve. Las imágenes de los jovencitos en el punto cero del movimiento estudiantil de finales de los sesenta, sobre Insurgentes, sobre Reforma, en Ciudad Universitaria, en el Casco de Santo Tomás.
Camila a un lado…
Recorta si fue nuestra vida… Romperemos jaulas… Y gritaremos la fuga… No hay que condenar el alma…
De noche todos los gatos son pardos y Miércoles de Ceniza suenan a Atoxxxico y a Masacre 68, al punk nacional que se construyó desde las alcantarillas fétidas de esta ciudad difusa, ciega, entrañable.
¿Te acuerdas cuando jugabas con él?
Los morros del Luis Vives y del Colegio Madrid de hace cuarenta años hoy toman por asalto la cúpula de cobre de Iztacalco, y con ellos arrastran a una generación que hace cuatro décadas quería escuchar esa propuesta, esa poesía urbana… a esos que en este otoño de 2022 son más vigentes que nunca al tararear eso que dice:
Junta, tu rostro mojado con el mío
Nunca, me quites es embrujo tuyo
Hay amor, hazme creer que todo es verdad
Hay amor, hazme brincar sobre el mar
La negra Tomasa suena poderosa. Dicen que ya está de más y que no tiene nada que ver con la esencia de este grupo.
La negra Tomasa, para bien o para mal, fue el punto de quiebre del rock nacional, la que se metió clandestinamente en las estaciones de radio a través de sombríos viniles y cloacas insufribles para que alguien se aventurara a conocer quiénes eran esos greñudos que parecían sepultureros y que no encajaban en los “buenos modales” y en las “buenas conciencias” de una sociedad históricamente hipócrita.
***
Sonia parpadea con esas enormes pestañas saturadas de rimel. Con esos labios eternos que también sintieron que alguien hacía poesía para ellas, las despreciadas, las vilipendiadas, las desaparecidas de siempre.
Sonia vino a eso. A sentir que alguien la escucha. A sentir que ella escucha. A sentir que alguien la llame por su nombre: Sonia. Sonia, la que antes tenía un nombre de macho.
¿Qué pensarías?
¿Qué dirías?
Si de la noche soy un pedazo
De suelo que flota, entre tus sueños
Como una perla, te saco de lo oscuro
Te llamo por tu nombre
Y digo que, no puede ser
Y Sonia también es la más implacable en este lugar cuando Saúl Hernández suelta aquello de que “Aquí no es así”, o esa otra que reza que “Somos una célula que explota, y esta no la paran”…
***
Alfonso André tiene esa peculiaridad con la empatía. Da pautas y electriza.
Rasga mundos con las baquetas y catapulta al llanto, a recordar las hazañas ciudadanas después del terremoto del 85, las movilizaciones sociales del fraude del 88, el levantamiento zapatista del 94 y los pendientes, los hartos pendientes que tenemos en todos estos tiempos.
Quizá esa muchachita que se llama Cecilia Toussaint tenga algo que ver en esto, esa que nos dijo que hay una “carretera, una pura línea recta”…
Aquí Sonia se derrumba y se reconstruye. Aquí el feminicida en potencia la piensa dos veces cuando Saúl Hernández les restriega la “Canción sin miedo” de Vivir Quintana. Aquí hay memoria… Aquí no se olvida…
Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo
Si un día algún fulano te apaga los ojos
Ya nada me calla, ya todo me sobra
Si tocan a una, respondemos todas
***
Sonia. Sonia abraza y todas se abrazan. Y sigue un himno que dice que “ayer me dijo un ave que volara”… Que dice que “sea un guerrero de sangre, para que nadie te haga daño”.
Y así. Y así. Y así en este país feminicida se tiene que escupir en la cara del asesino que a ellas, a ellas nadie les va a hacer daño.
@RivelinoRueda