“El bastardo me engañó” (Cavilaciones en Bellas Artes)

Por Fernando Villanueva Viayra

Foto: Eréndida Negrete

Bajo una estatua cubriéndose del abrazador sol en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, Ángela Antúnez viste una playera de la banda de rock Aerosmith, unos pantalones negros ajustados y unos Convers rojos algo rotos y bastante desgastados. Su cabello extravagante de color verde provoca que algunos la observen con curiosidad y otros con un sentimiento de desaprobación por su aspecto físico. A ella no parece importarle.

Se levanta rápidamente hacia los peatones que se acercan a la entrada del palacio de mármol. Sonríe levemente y saca un mazo de cartas del bolsillo de su pantalón. Casi inmediatamente regresa a la sombra con la cabeza abajo, ingresando las cartas de vuelta a su escondite.

Al acercarme a ella narra que antes estudiaba la universidad junto a su novio, vivía con sus padres y gozaba de una vida estable y cómoda. Pero cuando su novio comenzó a tatuarse y a realizarse modificaciones en su cuerpo sus padres no estuvieron de acuerdo con su relación y les obligaron a separarse.

Yo no estaba dispuesta a dejarlo, en verdad lo quería y pensaba que él también a mí”.

Decidió ir a vivir sola con su novio a un departamento bastante pequeño en la zona habitacional de Tlatelolco. No pudieron continuar con sus estudios universitarios debido a la carga económica que esto significaba.

Buscaron trabajo en diversos lugares, de meseros o lavaplatos, pero los rechazaban debido a su aspecto físico, así que terminaron aprendiendo algunos trucos sencillos con cartas para entretener a turistas en la Alameda Central y obtener un poco de dinero para lograr solventar los gastos que conlleva el vivir solo.

“El bastardo me engañó con una amiga suya”, comenta mientras las lágrimas comienzan a resbalar sobre sus mejillas. Cuenta que en ese instante lo dejó e intento regresar a la casa de sus padres, pero estos no le permitieron regresar ya que se había ido sin avisarles y aún se encontraban bastante enojados.

Desesperada regresó al departamento que estaba rentando con su novio para hablar con él y llegar a un acuerdo, pero nunca volvió. Intentó llamarle durante días pero su celular estaba desconectado y no lo encontraba en las zonas por las que solían frecuentar para realizar los trucos de magia.

Después de dos meses no pudo pagar la renta y la echaron del lugar con sus cosas, las cuales decidió vender para conseguir comida y unas noches en un hotel en lo que pensaba qué iba a hacer.

Ahora ella vive al límite por cuestiones económicas. Duerme en casa de amigos pero afirma que si continua de esta manera tendrá que dormir en la calle y volverse vagabunda.

Todo esto lo dice con una sonrisa en el rostro y las lágrimas que había derramado anteriormente, al contar lo ocurrido con su pareja, desaparecen mientras comenta: “Soy Ángela Antúnez y esto es lo que me tocó”.

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