Así va el cuento

Por Astrid Perellón

¿Protegerías a un niño de conocer lo que se cuenta por ahí en grandes letras rosadas y caballos blancos? ¿Nuestra intención es que aprecien o que condenen la diversidad? Si pretendemos inculcarles el respeto a las diferentes creencias, versiones y modos de vivir, ciertamente sería contradictorio fingir que no existen las historias donde las princesas son rescatadas.

No obstante, una técnica de Creatividad Parental que demuestro en mi curso es la conversación sobre los contenidos. Por ejemplo, tras leer en voz alta el párrafo sobre el flechazo instantáneo de Blancanieves con el príncipe, es oportuno detenernos y platicar sobre qué razones llevan a una persona a sentir que encontró al indicado así nada más. No condenar, no invalidar a la princesa que representa la creencia actual de muchos en el <<amor a primera vista>>, sino ahondar en la vida mental que lleva a los personajes a salirse con la suya. No son patrañas; son modos de pensar que producen distintos resultados.

Además, otra técnica infalible, certera y apegada totalmente a la realidad es sustituir cualquier final de <<vivieron felices para siempre>> por la frase <<y terminada esta aventura, se fueron a vivir otro cuento distinto>>. Enseñando así a nuestros hijos que, tras cualquier experiencia buena o mala, continúa la vida con nuevos desafíos, alegrías o percances.

Seamos como aquella doncella de fábula del aquí y el ahora que llegó tarde a todos los bailes, por lo que no pescaba marido. En cierto punto, decidió montar un monólogo tragicómico sobre el desamor y alguien le preguntó si era infeliz o acaso había renunciado a la posibilidad de encontrar pareja. Ella sencillamente contestó <<así va el cuento>>, reconociendo que aquel no era ni con mucho el capítulo final.

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