Un pueblo cansado, pero no escuchado

Texto y fotos por Karina Hernández

Se trata de cuerpos encontrados en fosas clandestinas, niñas que han sido violadas y asesinadas por mismos miembros de la familia, padres que buscan desesperadamente a sus hijos mientras las autoridades se hacen de la vista gorda.

Muertos. Asaltos violentos a mano armada que acaban con la vida de una persona que, como todos los días, se dirigía a casa. Sangre. Menores de edad fallecidos a causa de fuego cruzado. Víctimas colaterales. Mujeres violadas, torturadas, asesinadas. Feminicidios. La gente sale a marchar porque está cansada.

Son cuatro años sin respuesta, sin castigo a culpables, sin paz para los padres de 43 alumnos de la Normal de Ayotzinapa, desaparecidos entre el 26 y 27 de septiembre de 2014. Aquella noche, en donde fueron interceptados por policía municipal de Iguala y de Cocula, 43 estudiantes entregados al grupo criminal de Guerreros Unidos, 25 personas resultaron heridas y seis murieron.

De esta fecha la información sobra, pero las respuestas faltan.

Año con año se exige justicia por las desapariciones forzadas en México. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas (RNPD), hay oficialmente 35 mil 410 desaparecidos, de los cuales 21 mil 602 casos se dieron durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, considerado como uno de los más violentos y, en especial, el año 2017.

No se marcha solo por Ayotzinapa, sino por el grado de violencia que ha alcanzado el país.

El 70 por ciento de las desapariciones de mujeres pertenecen al gobierno de Enrique Peña Nieto, así como el 75 por ciento de menores de edad. Se exige el esclarecimiento de los hechos; seguridad para hombres, mujeres, niños y niñas; el castigo a quienes estén involucrados en robos, secuestros, violaciones, asesinatos; paz y justicia.

El 26 de septiembre de 2018 se cumplieron cuatro años de una búsqueda que no tendrá fin, de un crimen que no ha sido castigado, de lágrimas de tristeza, coraje e impotencia.

Todas y cada una de las marchas reflejan un pueblo cansado, pero que no es escuchado.

 

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