Por Armando Martínez Leal
No siempre es posible vivir aquí libres
de una ansiedad opresiva
Walter Benjamin
Son tiempos de organizar el pesimismo como diría Naville, son tiempos de leer la historia a contrapelo como demandaba Benjamin, son tiempos de reflexionar sobre lo que nos acontece, son tiempos de asumir nuestra responsabilidad como contemporáneos, como habitantes del presente, que traemos en nuestras espaldas, querámoslo o no, asumámoslo o no, el pasado. Son tiempos de definir el tiempo que nos tocó vivir.
En 1968 dio a la luz un conjunto de ensayos y artículos escritos en un período de doce años, de la filósofa política alemana, Hannah Arendt, se trata del magnifico texto Men in Dark Times, Hombres en tiempos de oscuridad, que se compone de siete textos sobre mentes que vivieron la media noche de los tiempos y que su obra define responsablemente su época.
El medio siglo que les tocó vivir concentra fantasmagóricamente experiencias que supuestamente estaban superadas. El hombre debería de salir de su “…autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa —en palabras del genio de Kant— la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía del otro”. El apostata vienés Karl Kraus (1874-1936) los definió aporéticamente, como Los últimos días de la humanidad, Kraus como el artista Otto Dix (1891-1969), viven en toda su dimensión su experiencia coetánea, están allí, observan, dan testimonio de lo que acontece, de lo que significa vivir, del delirio bélico que embargo al mundo en las primeras dos décadas del siglo pasado. Esa alucinación que tiene como punto de inflexión el 28 de julio de 1914. Esa alucinación que Dix narra en la carta enviada a su amiga Helene Jacob: “Yo estaba con mi ametralladora y mis hombres en una galería minada. Nuestro cuchitril amenazaba con desplomarse a cada disparo. …Yo estaba decidido a no abandonar. De repente, un obús del 28 nos lanza tanto barro al agujero que nos quedamos hundidos hasta el pecho. …Los días siguientes fueron casi más atroces. …Las pérdidas del regimiento son terribles. …Horrible consternación, pérdidas espantosas, los cadáveres yacían tirados, los brazos y piernas volaban. …Tal vez pronto me den permiso.”
La violencia marca consustancialmente la obra de Dix, estampa su gesto, su rictus se transforma, su obra de esa época nos introduce mórbidamente, sin matiz alguno a la experiencia de ser asignado al regimiento de artillería en la campaña de Flandes, Francia, estamos en las barricadas, pero no, estamos cómodamente experimentado sus litografías y grabados expuestas en algún museo y sin embargo no salimos de las barricadas, estamos inmersos en la Primera guerra mundial, vemos los cadáveres volando, sentimos la sangre que se nos estampa en el rostro, ese líquido espeso es de alguno de los cientos de miles de varones que fallecieron por el espíritu belicista. Ese que esta plasmado en Tropas shock avanzan bajo el gas, (1924), de la serie La Guerra, la técnica de la destrucción hace volar cuerpos en un instante, el gas Mostaza y Levisit progresa imperialmente; las máscaras no sirven, no hay defensa adecuada, las máscaras fracasaron.
A diferencia de su contemporáneo, la densidad corporal de Kraus estaba recluida en otro sitio, en Lothringerstrasse número 6, distrito IV de Viena, la entonces capital del Imperio Austrohúngaro, desde su ventana —el director, editor y escritor de Die Fackel (La antorcha)—, que daba al Ring, alertó de manera rabiosa sobre su tiempo y espacio. Sí, es la única manera de vivir responsablemente, hay que ser rabioso y dar cuenta cabalmente de nuestra época, denunciemos a los jueces, empresarios, militares, especuladores… denunciemos a los periodistas. Denunciemos a los políticos. ¡denunciemos!
Hombres en tiempos de oscuridad reúne las reflexiones de Arendt en torno a Lessing, Rosa Luxemburgo, Karl Jasperd, Isak Dinesen, Hermann Broch, Walter Benjamin y Bertolt Brech. Hombres en tiempos de oscuridad define a través de estas mentes el espíritu de la época, en alemán se trata de Zeitgeist, ese período donde 187 millones de seres humanos murieron, 187 millones de mujeres, hombres, niños, ancianos. 187 millones de vidas que fueron a parar a los cementerios del mundo. 187 millones de historias que son nuestras, marcan determinantemente nuestro presente, son nuestra historia. Recordemos… 187 millones de muertos son la huella inefable de nuestro progreso, de nuestra minoría de edad, de nuestra incapacidad.
Hombres en tiempos de oscuridad es el tropo que neciamente marca nuestra contemporaneidad, vivimos tiempos lóbregos, la etérea luz de la esperanza se desvanece. ¿cómo una madre puede explicar a su hija el presente, su porvenir? ¿cómo una madre puede explicar a sus hijos que más de la mitad de la población, es decir 300 millones de personas viven en la pobreza? ¿cómo un padre puede explicar a su hijo que esos 300 millones de miserables, están así, porque 8 personas en el mundo se quedan con su riqueza? ¿cómo? ¿cómo los padres explican que trajeron a sus hijos a este presente? ¿cómo explicar que los abandonarán en este porvenir? ¿por qué no han hecho nada, por qué no hacen nada para modificar el presente y crear un futuro distinto?
El pasado 25 de enero, el Boletín de los Científicos Atómicos adelantó 30 segundos el llamado Reloj del Día del Juicio Final, estamos a dos y medio minutos de que se acerque la medianoche de los tiempos, la humanidad corre de nueva cuenta peligro, es inviable a todas luces su porvenir. No hay futuro, porque hemos dejado de ejercer nuestro presente. No hay futuro, porque hemos olvidado el pasado, vivimos una encantadora amnesia, intoxicados por la máquina de la información que galvaniza cualquier conflicto, ya no hay horror porque los video juegos, YouTube, Twitter, Facebook se han encargado de normalizarlo, han regularizado la anormalidad de nuestra existencia patológica.
¿Qué cuentas le rinden a Natalia, Valia, Salvador, Sebastián, Artemio, Camila, Valentina, Diego, Inés, Esteban… sus padres? El odio, la injusticia, el ultraje expande sus gritos a diestra y siniestra. La desesperación está en primera fila, la catástrofe se apodera de nuestro presente, del futuro de ellos. Dos minutos y medio, el mundo se va acabar. Dos minutos y medio para contar una última historia, leer un último cuento. Dos minutos y medio para salir al parque. Dos minutos y medio para leer sus primeras palabras en el pizarrón, ya sabe escribir. Dos minutos y medio, las manecillas del reloj no se detienen… tic, tac… el tiempo avanza. Progreso… celulares, microondas, Internet… dos minutos y medio para ver el amanecer.
La tarde del 23 de agosto de 1939, la radio francesa informaba sobre el pacto Hitler-Stalin, unos días después se sellaba el pacto Franco-Alemán, más de 6 mil judíos fueron llevados al estadio de Colombes, entre ellos estaba el luminoso Walter Benjamin, su exilio obligado estaba llegando a su fin, sus refugios estaban siendo tomados, su existencia fue sitiada como la de millones de judíos, comunistas y homosexuales.
Benjamin como Franz Kafka fueron hombres desesperados y solitarios, para ellos había esperanza pero no para nosotros, no para ellos. Había un sin fin de esperanza pero no para nosotros, si no para los otros, para las generaciones futuras. ¿pero cómo arrancar la esperanza? ¿esperando la llegada del Mesías? ¿entonces cómo sobrevives?… cuando Dios ha muerto, cuando el silencio y la omisión permiten la injusticia. Es imposible dormir, inadmisible permanecer despierto, absurdo soportar la vida, insostenible aguantar el curso de la existencia. ¿hasta cuándo soportarás el silencio de la perrada?
Uno de los ensayos fundamentales en Hombres en tiempos de oscuridad es sobre Walter Benjamin, el berlinés ocupa un espacio fundamental en la existencia de la teórica de los totalitarismos, su figura es emblemática, representa lo que contrasta al homme de lettres con el intelectual, el primero es un pensador independiente, el segundo depende del mecenazgo del Estado o de algún millonario, sus obras y pensar están determinados por esa ayuda. Pensar se vuelve un negocio, una mercancía sujeta a la oferta y la demanda.
A Benjamin y Kafka sus pesquisas sobre el presente los extravían… ¿pero cómo aguantar una vida de perro? La vida y obra de ambos son un canto abatido, un grito de dolor, esperanza, rebelión y fuerza. La trascendencia y la inmanencia son un drama que hay que vivir conscientemente, no hay separación entre la teoría y la praxis.
¿Cómo aguantar una vida de perro? ¿cómo apostar por la existencia a cambio de la inexistencia? Para Benjamin el futuro se había cancelado, su conciencia sobre el presente lo llevó a la certeza de la imposibilidad de proyectar siquiera el futuro más inmediato. No hay mañana, pero no se trata de un nihilismo negativo, si no de la abrumadora consciencia del presente.
Dolorosa sabiduría que te lleva éticamente a meditar sobre el destino de la humanidad, sobre los dos minutos y medio para la medianoche de los tiempos. Dos minutos y medio, el fascista americano. Dos minutos y medio, la fascista francesa… dos minutos y medio, el fascista ruso, los nazis han salido a la calle, la ola conservadora encuentra un bálsamo en la eliminación del Otro: mexicano, moreno, judío… musulmán.
Para Primo Levi el permanecer vivo a Auschwitz fue una experiencia de guerra constante, todos luchaban contra todos por sobrevivir, la lógica nazi les había entrado a las entrañas, sin embargo como nos testamento el maravilloso Ernesto Sabato Cada vez que hemos estado a punto de sucumbir en la historia nos hemos salvado por la parte más desvalida de la humanidad.