Thiers y Circuito, la esquina de nuestro fracaso bicentenario

Por Murielle Sánchez Montoya

Fotos: Eréndida Negrete

La avenida Thiers se transforma en la calle Mississipi al cruzar Melchor Ocampo que, a su vez, se vuelve la calle Darwin en una de sus dos vertientes, la otra desemboca a Thiers. El Circuito Bicentenario también atraviesa el puente Mississipi. Ocho esquinas y un mar de autos componen ese caótico cruce vial.

Ahí, en la puerta al Centro de la ciudad, toreando a los coches, Iván “el tragafuego” toma un sorbo de  gasolina y se persigna. Acerca la antorcha prendida y húmeda de combustible a su boca y escupe gotas del líquido amarillento que encienden y calientan el aire alrededor de él. Se coloca un pedazo de tela en los labios y apaga la llama.

“¡Usté!”, grita, señalando uno por uno a los conductores que evitan mirarlo a los ojos. Recibe cinco o diez pesos por alto, a veces más, a veces nada. La figura lánguida de Iván cojea entre los coches y recibe el dinero con manos ásperas y negras, uñas hinchadas y un “que dios lo bendiga”. Su pecho se hunde por la flacura y su boca y cara están manchadas de negro por la combustión.

Una joven pareja le da una moneda pero una señora los detiene diez metros después, con el ceño fruncido:

–¿Saben que ese señor gana 500 pesos al día?

–¿Cómo?

–Sí, una vez lo vi en el Oxxo cambiando sus monedas por un billete de 500, ya le gustaría a uno ganar eso ¿no?

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Si hubiera un anuncio de trabajo para lo que hace Iván, diría más o menos esto : “La colonia Anzures solicita tragafuego con experiencia en manejo e intoxicación con substancias tóxicas, de seis de la mañana a seis de la noche, domingos incluidos, ninguna prestación de ley, sueldo competitivo más bono de productividad. ¿Interesado?”

A 20 metros de ahí, en la esquina de Circuito Bicentenario y Mississipi, Alejandro e Irving, de 17 y seis años, dos hermanos “payasitos”, pasan tardes y noches de lunes a viernes y todo el sábado y domingo. Alejandro malabarea en su saco y pantalón multicolor mientras Irving se sube en sus hombros y mueve los globos metidos en su pantalón de tirantes.

La pintura blanca se corre poco a poco con el calor. El movimiento y los pantalones se ensucian del polvo y humo de la calle y los camiones.

A las cuatro de la tarde es hora de comer y Alejandro e Irving se dirigen a los tacos “Don Güero”, en la calle Río Lerma. Ordenan dos tacos al pastor para cada uno y los devoran de prisa y parados. Dos tristes payasos de la mano caminan lentamente por las calles de la Cuauhtémoc y regresan, como siempre, a su esquina.

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Comparten el mismo lugar una joven malabarista con la mirada perdida, un vendedor de papalotes y dos limpiavidrios que con armonía se organizan para no salir al mismo tiempo.

Un vagabundo se arrastra sobre Darwin vaciando basureros para encontrar qué comer mientras otro duerme descalzo en la jardinera que indica el comienzo de la delegación Miguel Hidalgo, cuyo lema de 2015 a 2018 es “Es tu casa”.

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