Karenina Díaz Menchaca Entra una pareja a la pizzería. Discuten. “A mí no me van a decir nada, porque soy invidente”, grita. Minutos antes el encargado pedía a unos jóvenes que apenas intentaban atravesar el umbral del local que no se les permitiría el acceso sin cubrebocas. Otra pareja amablemente hizo la compra por ellos. Chicos, inconscientes que andaban por las calles sin protección, alegres, despreocupados, como si por sí sola la edad los librara del virus, un poco desaseados, pero a la vez cansados, claramente venían de un día…