Por J. Jesús Lemus/Zenzontle400/Ángel Metropolitano
Desde hace un año, cuando arreció el flujo migrante transcontinental y centroamericano en la frontera sur de México, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió del riesgo sanitario que representaba para la las poblaciones de acogimiento la presencia de estos grupos vulnerables.
La advertencia de la OMS más que impactar en las políticas públicas de los gobiernos locales, para fortalecer los esquemas de salud pública, mediante el establecimiento de cercos sanitarios que contuvieran la posibilidad de un brote endémico llegado con los mirantes, más bien generó pánico entre la población.
Desde el 2019 y hasta lo que va del 2020, al menos en Chiapas, no se han registrado brotes endémicos de ningún tipo, pero si ha crecido el temor de la población mexicana fronteriza, principalmente de Tapachula, de que los migrantes transcontinentales, sobre todo los de África, puedan ser portadores de enfermedades graves.
Esto ha provocado el rechazo social casi generalizado hacia los grupos de migrantes que siguen llegando a esta parte de la frontera, los que por razones de protección a sus derechos humanos y medidas anti xenofóbicas, no han sido sujetos por parte del gobierno mexicano a controles estrictos de observación epidemiológica o al menos de vigilancia sanitaria.
Así, mientras el gobierno federal –con pleno apego a la protección de los derechos humanos de los migrantes africanos- no ha focalizado medidas de segregación para evitar brotes epidemiológicos, en amplios sectores de la sociedad prevalece el temor de que estos inmigrantes puedan generar un problema de salud en la región.
Repuntan Enfermedades Comunes
De acuerdo a la Secretaria de Salud del estado de Chiapas, la presencia de los migrantes africanos no representa mayor riesgo a la salud pública de la zona. Reconociendo que desde que inició el éxodo transcontinental no se ha registrado ningún brote endémico, aun cuando solo han repuntado algunas enfermedades estacionales, que se considera es consecuencia natural del incremento de la población en la zona fronteriza.
Las enfermedades que han repuntado, en algunas localidades de la frontera sur, principalmente en Tapachula, Frontera Hidalgo, Comitán, Frontera Comalapa, Huixtla, Villa Comaltitlán, Puerto Chiapas, Cacahoatán, Unión Juárez y Escuintla, son las del tipo infeccioso de las vías respiratorias, del tracto intestinal y de la piel.
Otros padecimientos que han ido al alza en los últimos 13 meses en esta parte de país, pero que aún no representan ningún tipo de alerta para el sector salud, son las infecciones por vector, como el dengue y la influenza, donde nada tiene que ver el factor poblacional migrante, como no sea el aumento en la cifra de estos padecimiento por el propio aumento de la población.
De acuerdo a la organización Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C. en esta región del sur del país también se registra un incremento en los índices de enfermedades de transmisión sexual, como el VIH-Sida y la sífilis, la que es atribuida a la prostitución que ejercen como modo de subsidencia económica algunas mujeres africanas y de origen haitiano.
También como resultado del aumento de la población, la que ha crecido solo en Tapachula en más de 10 mil personas en los últimos 13 meses, se ha registrado un incremento en el índice de mortalidad materno-infantil, pues cifras oficiales del sector salud estiman que tres de cada 100 mujeres que han emigrado de África o Centroamérica hacia México, se encuentran embarazadas, en tanto que cinco de cada 100 se llegan a embarazar durante su estancia en Chiapas.
“Las condiciones de asimiento, la falta de acceso a los servicios regulares de salud, y generalmente el miedo a ser deportadas, es lo que obliga a muchas mujeres migrantes a dar a luz en la clandestinidad”, explica el doctor Santiago Oliva, quien considera que la falta de la debida atención médica es lo que termina mucha veces en la muerte de alguna de las partes del binomio y en ocasiones de los dos.
Cifra Altas, pero sin Alarma
Según las estadísticas del sector salud del gobierno federal, a causa del repunte de dengue que se ha registrado en Chiapas, al cierre del 2019, se registraron 22 defunciones y más de 10 mil 260 casos que ameritaron consulta u hospitalización. Si bien es cierto, la cifra de enfermos por dengue en esta entidad fronteriza es elevada, también resulta que hay otros estados sin recepción migrante que superan esas cifras.
El estado que -al término del 2019-, sin población migrante considerable, registró mayor cantidad de defunciones por dengue, fue Jalisco, con 49 casos. Lo siguió el estado de Veracruz con 37, y luego el estado de Morelos con 26 defunciones. En Jalisco se registraron en total 52 mil 832 enfermos de dengue, mientras que en Veracruz fueron 31 mil 186. En Morelos fueron 7 mil 271 los enfermos.
Por lo que hace a las enfermedades diarreicas agudas, durante el 2019, en Chiapas se presentaron 32 mil 120 casos indistintos, de los que en 65 de ellos el paciente, principalmente menores de edad, falleció. Esta cifra, aun cuando es elevada, también es notoriamente inferior a la que se registra en otras entidades sin población migrante.
El estado que más casos de enfermedades diarreicas presento al cierre del 2019, fue Nayarit, con 42 mil 376 personas afectadas, de las de que 82 de ella murieron. Sigue después Campeche con 40 228 enfermos y 74 personas fallecidas. En tercer lugar se ubica San Luis Potosí, con 39 ml 628 enfermos y 73 defunciones. En cuarto lugar, por encima de Chiapas, se ubicó Coahuila con 35 mil 553 enfermos y 69 defunciones.
El mismo comportamiento se observa en las infecciones respiratorias agudas, donde el mayor número de defunciones fue en un estado sin población migrante. En Zacateca, que ocupó el primer lugar de decesos en el 2019, murieron 78 personas, en Tlaxcala fueron 63, en Nuevo León perecieron 56 enfermos, en Tamaulipas fueron 52, mientras que en Chiapas se registraron 45 decesos por ese padecimiento.
Les Niegan Transporte y Comida
La falta de información hacia el grueso de la población de las principales localidades de Chiapas a donde se refugian los inmigrantes africanos y centroamericanos, es lo que ha generado un estado de rechazo generalizado a ese sector que, como lo señalan las estadísticas, en nada ha influido al incremento de enfermedades, ni ha presentado un solo caso mítico virus del ébola.
Esto ha desencadenado en un problema generalizado que afecta gravemente a la población migrante, que se ha comenzado a manifestar en la negativa de prestación de servicios, principalmente de transporte, vivienda y alimentación, ya no se diga servicios de asistencia por arte de particulares y en general del sector comercio de la región.
Cada vez son menos los lugares en donde se permite comer a los inmigrantes africanos. “Hay sitios donde solo se nos vende comida para llevar. No se nos permite comer dentro del establecimiento”, se queja Abibatou, una mujer de Senegal que llegó a Tapachula desde el mes de diciembre. Ella viaja con dos de sus hijas y su esposo. Cuando consiguen en donde comprar comida, se las venden en platos desechables con la condición de que no se queden dentro de la fonda.
Son pocas las fondas en el centro de Tapachula que permiten a los migrantes africanos come en sus establecimientos. No los encargados de esos lugares no les dicen de su repulsión a su condición de salud. Casi siempre les argumentan que si se quedan a comer en el lugar puede llegar la patrulla de inmigración y deportarlos.
Igual sucede con el transporte público. Las pocas líneas de autobuses, llamadas “Tijuaneras”, que venden pasajes a los migrantes para hacer el viaje de Tapachula a Tijuana, han comenzado a vedar su servicio a los africanos. El argumento oficial es que estos migrantes son conflictivos, a diferencia de los migrantes centroamericanos. Pero en realidad es el miedo infundado al estado de salud de los africanos, lo que ha comenzado a permear en esta región.