Se agotó el discurso perfecto del neoliberalismo

 

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

No nos quepa la menor duda de que el actual paradigma internacional, en cuanto a sus convicciones económicas y el giro, incluso ideológico, que muchos de los gobiernos de los países más importantes de la escena mundial han dado en cuanto a formas y maneras, pues en política la forma es fondo, terminan por aniquilar ese tufo, por momentos conciliador y políticamente correcto, de las supuestas bondades del neoliberalismo.

¿La muestra de esto qué vendría siendo? La pasada cumbre del G-20 de Osaka y sus documentos al respecto.

El gran capital se percata que la presencia de sus contradicciones apareja severas confrontaciones entre sus centros de poder, sus liderazgos internacionales y sus sectores más importantes de la economía internacional.

El neoliberalismo, como resultado histórico, operó de forma pareja un cúmulo de contrariedades que se volvieron críticas y absurdas en el mediano plazo.

Hizo uso de los supuestos “aspectos positivos” de que en el mundo, cada rincón y cada nación, nos conectarnos y hasta uniformizáramos nuestros patrones de consumo, de convicción por la economía, de sensibilidad  y hasta de gusto por la vida.

¿Dónde quedaron las particularidades de cada país? ¿A dónde fueron a dar los aspectos íntimos de cada sociedad dentro de este planeta? ¿A caso la moda internacional ya no era hacer notar las condiciones particulares y el respeto a las culturas locales con sus formas propias de ver la vida en cada resquicio de este mundo?

¿El neoliberalismo apostaba a la competencia económica, sana, leal y de carácter estructural? ¿Entonces por qué permitieron que en el 2008 terminara por reventar una burbuja inmobiliaria que se salió de control y que hasta dejó debilitada la legitimidad del Estado? ¿Por qué desregularon la banca sin límites ni mesura? ¿Causas económicas naturales? Eso dirán muchos voceros de este modelo.

¿Por qué se agudizó la pobreza? ¿Por qué crecieron los rezagos, los índices de vulnerabilidad, los ponderadores de desposesión en el mundo? ¿Por qué empeoraron las condiciones de trabajo?

Está claro que el neoliberalismo no vino sino a acrecentar y expresar de manera más ofensiva las contradicciones cíclicas y absurdas del capitalismo, y quizás al mundo entero nos mostró una de las caras más desleales, sanguinarias y hasta monstruosas del gran capital, como ente dinamizador de los patrones de organización y control social.

Sin embargo, existe una consecuencia que si bien es natural desde la existencia y significancia histórica del capitalismo, se agudizó más con la plenitud neoliberal, y esta sin duda es el crecimiento del posicionamiento combativo del movimiento obrero internacional.

La ventisca proletaria internacional ha venido adquiriendo una peculiar trascendencia popular en el mundo, mostrándose por momentos contestataria aún ante dirigentes nacionalistas o pertenecientes a modelos de gobierno más orientados hacia la izquierda progresista, de corte social demócrata.

No es casual, ni se da de manera improvisada el hecho de que los trabajadores del mundo empiecen a entender que en función a sus convicciones radicales, sus posicionamientos de desafío firmes y sus campañas de divulgación de sus intenciones de lucha se podrá tener una alternativa de cambio más allá de lo estructural, de giro revolucionario inclusive, para modificar la realidad que dibuja ambientes de incertidumbre y de constante angustia por el simple hecho de sobrevivir.

El neoliberalismo no quiso percatarse que sus consecuencias iban a alborotar los avisperos de mayor adversidad en el mundo, y gracias a eso, el capital improvisa gobiernos socialdemócratas o de derechas nacionalistas semi militaristas para controlar el meremoto obrero que, de contar con mayores convicciones radicales, terminaría por destruir el sano desenvolvimiento del capitalismo, con todo y contradicciones.

Está claro que el gran capital, en la actualidad, opera con bastante preocupación y miedo, y se percata que tanta libertad del mercado no hizo sino acercarle al inicio de la aceleración de su debacle.

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