Por Victor García Zapata
Hoy, 5 de mayo de 2017 se cumplen 28 años de la formación del PRD. Para conmemorar, la dirigencia del partido ha difundido un cartel con el rostro de Cuauhtémoc Cárdenas, que me dispara esta rápida reflexión:
No seré yo quien escatime los reconocimientos a Cuauhtémoc Cárdenas por la lucha política sintetizada en 1988 y que derivó en la formación del PRD el 5 de mayo de 1989. Se trata de una lucha que, sin lugar a dudas, modifica en muchos sentidos las coordenadas de construcción democrática y antineoliberal en nuestro país.
De entonces a la fecha, más allá de expresiones validas de desacuerdo, desde el poder se han hecho esfuerzos orientados a debilitar los contenidos de aquella lucha mediante la descalificación o incluso el desconocimiento de lo que en aquel entonces, y a partir de ahí, se ha luchado por un proyecto de nación solidario, igualitario y democrático. Esos esfuerzos descalificatorios también se han hecho desde la parte de la izquierda que considera que romper con lo que ha significado Cárdenas conviene a sus intereses. Mucha mezquindad ha habido en ello.
En momentos de un régimen oscurantista dominado por un partido de Estado apabullante, en medio de los resabios de la guerra sucia, sin medios de comunicación democráticos desarrollados. En tiempos de una izquierda dispersa sin expansión territorial organizada, la lucha del Ingeniero, rompiendo con esa estructura, enfrentandola públicamente, recorriendo el país, haciendo pedagogía antineoliberal y articulando a muchas y muchos que jamas habían actuado juntos, fue ejemplar. Los mismos códigos democráticos de aquellas luchas emblemáticas se actualizan en las luchas de nuestros días.
Congruencias e inercias han hecho que no en pocas ocasiones desde el PRD se defendieran, en sus arenas de actuación, muchas de las mejores causas populares. El problema es que poco del contenido de aquella lucha se ve reflejado en sus dirigencias actuales. Al tiempo que se han dado luchas justas, han venido creciendo, hasta dominar casi por completo las estructuras de dirección, las claudicaciones que ponen por delante el mantenimiento de privilegios, el rencor con las otras izquierdas y el autoritarismo.
En nuestros días es casi imposible impulsar una lucha democrática desde el PRD. Sorprende por ello que, sin rubor alguno, difundan en conmemoración de aquel 5 de mayo el cartel con el rostro del Ingeniero aludiendo a la lucha de 1988.
Al respecto habría que comentar varias cosas. En primer lugar, decir que si bien se reconoce la lucha personal de Cárdenas, el surgimiento del PRD se da gracias a una lucha popular, auto – organizada, sin recursos, que rebasó los cálculos de todo mundo y que implementó diversos mecanismos de movilización. Contra esa lucha popular vinieron otro tipo de ataques y represiones derivando en más de 600 asesinatos de quienes quisieron a contra corriente darse una plataforma colectiva, legal, para buscar un mejor país. Tan conveniente es reconocer las luchas personales, no individuales, como obligatorio es atender a la memoria de los caídos.
El cartél publicado hoy por las cuentas oficiales de Alejandra Barrales y del PRD parece desconocer lo anterior como parece desconocer también el obstáculo que el actual grupo dirigente significó para la democratización del PRD, de sus formas de desiciónes y de sus programas de luchas, en diversos momentos en los que desde la voz del ingeniero, desde su renuncia a los cargos en 2002, y de muchas otras voces militantes, se propuso. En la mayoría de quienes hoy ocupan los cargos dirigentes ganó siempre el afán de mantener y acumular privilegios, nunca la necesidad de construir mayorías ni de legitimar la lucha del Partidos a partir de representar legítimamente las causas populares. Saben, los que dirigen hoy, que en muchas ocasiones anteriores no atendieron a llamados a repensar y renovar el Partido. Aquí algunos links para ilustrar la idea:
No se duda del genuino aprecio que muchos dirigentes le puedan tener al Ingeniero que sigue proponiendo espacios de confluencia donde la acción conjunta es posible siempre y cuando haya compromiso con un programa orientado a la reconstrucción del país. El problema es que, en mi opinión, la falta de referentes que den confianza, el encapsulamiento y la incapacidad de auto crítica evidenciada en el acto masivo en el Zócalo del pasado 8 de abril , no se borra ni se revierte echando mano, de manera descontextualizada y vacía de contenidos, de la imagen de uno de sus fundadores (que, precisamente por criticas a la dirigencia renunció al partido en 2014). Mucho más habría que hacer para ello, casi todo en sentido contrario de lo que desde hace un tiempo se ha hecho.