Por Raul Anthony Olmedo Neri
El tema que sucede actualmente en México deja entrever un fenómeno poco usual, pero necesario dentro de la democracia; las ideologías políticas se disputan el poder para dar atención y desarrollar su plan de Nación. Sin embargo, en estas disputas el contexto en que se desarrollan los electores toma un papel crucial para elegir a un representante, y con él una propuesta definida.
Bajo esta idea, en esta ocasión se da un esbozo de las razones por las cuales Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de la República Mexicana.
1.-El neoliberalismo mexicano. Desde su aplicación en la década de los años 70 del siglo pasado, el neoliberalismo se impulsó desde el Estado; su función rapaz e incremento de desigualdades hizo que se desarrollara un contexto adverso para la mayoría de la población, la cual se fragmentó y polarizó ante un cambio inseguro por parte de la izquierda.
2. El dinosaurio político mexicano. Tanto el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como el Partido Acción Nacional (PAN) se habían intercambiado el Poder Ejecutivo, sin dar resultados visibles de mejoría para la población. Lo que en el año 2000 se llamó “la alternancia” realmente fue la primera válvula de escape para el desencanto que generó la democracia. Ambos partidos realizaron cambios estructurales que dieron paso a la liberalización de sectores estratégicos de la Nación (el caso de las reformas estructurales que dieron paso a la inversión extranjera en el sector hidrocarburos, reducción de prestaciones de Ley para la clase trabajadora, reformas administrativas para los educadores del país, entre otras).
3.El desencanto discursivo y el voto de justicia. Si en el 2006 se generó todo un discurso sobre el “peligro” que representaría AMLO en el poder, la realizada de los dos sexenios posteriores dieron cuenta de la ilusión generada, debido a que la situación empeoró… “todo cambió para seguir igual”. En sí, el voto no fue de venganza, sino de justicia; justicia a un sistema que ha dado heridas profundas a un país que lejos de volverse país del primer mundo, se convirtió en una especie de panteón.
4.La corrupción. Este elemento fue uno de los más importantes, debido a que los escándalos de corrupción del presidente en turno, así como los contantes contextos que permearon tanto la administración del PRI como al candidato del PAN, hicieron que su popularidad redujera aspiraciones a ocupar la silla presidencial.
5.La izquierda mexicana. Esta corriente que se había fragmentado y que no podía ser capaz de consolidar su fuerza, polarizó su posicionamiento de una forma radical, lo cual en primera instancia generó que el voto útil del 2006 estuviera basado en el miedo. El voto útil de estas elecciones estuvo basado en la ira.
6.La tercera es la vencida. Una constante en esta situación fue la “perseverancia” (o necedad) del candidato AMLO para llegar al poder; su forma de hacerlo fue buena y casi se puede comparar a la que realizó Lázaro Cárdenas del Río, quien fue el primer presidente en recorrer el país durante su campaña. La idea de fraude por la “mafia del poder” le dio bases para sentar el voto masivo que inundara las urnas para poder ganar en un juego donde la tranza es un recurso, más que una penalización.
7.El discurso de justicia. Sus propuestas estuvieron bañadas de nacionalismo y apoyo a los más necesitados, así como el ataque de manera simbólica a “la mafia del poder”; las propuestas como “el desarrollo nacional”, “quitar las pensiones a los presidentes”, “reducir el salario de los funcionarios (iniciando por él)”, así como la revisión de proyectos tales como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y “las concesiones en el sector hidrocarburos” fueron una forma de consolidar el recuerdo de un país que lo tenía todo y que lo dejó ir, además de la opulencia de las últimas administraciones con la finalidad de obtener los mayores beneficios particulares.
Por todo lo anterior, el virtual ganador de la Presidencia para el periodo 2018-2014 inserta a México de manera tardía en la ola de la corriente progresista del siglo XXI que se llevó a cabo en América Latina con los gobiernos de Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Lula Da Silva (Brasil), los Kirchner (Argentina) y Hugo Chávez (Venezuela).
Esto, sin embargo, abre las puertas a un fortalecimiento de los lazos comerciales entre México y Latinoamérica que ha sido desplazada por cuestiones geopolíticas con Estados Unidos.
Además, esta victoria no sólo consolida la izquierda mexicana, sino que también pone en reflexión a los dos partidos de oposición: el PRI y el PAN tendrán que volver a ganarse la confianza de los electores. Una tarea difícil pero no imposible.
¿Por qué ganó ahora? Pregunta que tiene cabida en el propio sistema democrático. Fue necesario liberar todo el descontento social con la situación política mexicana. AMLO representa no sólo el cambio, sino la válvula de escape de la corrupción ejercida de manera autoritaria durante los últimos sexenios.
Habrá que seguir de cerca no sólo sus acciones, sino la de sus adversarios para prevenir y mitigar cualquier intento desestabilizador, y recordar que él no será quien haga los cambios de manera sola, sino que la gente adquiere un papel de cambio y transformación, así como el realizado el primero de julio, pero de una forma permanente.