Como duele dejar de ser fifí sin serlo

Por Efrén Mayorga

+ El resultado de una simple campaña electoral de tres meses.

+ Priistas, a la velocidad de un tuit, una llamada telefónica o un uasap, pum, dejaron de ser priistas.

Ahora, con el triste tercer lugar que se logró, cuando bien se podría haber llegado en primero, luego de dos derrotas seguidas y una victoria espectacular, se siente de lo más doloroso dejar de ser lo que uno no era.

En toda campaña política se da y se recibe y una vez que se reanuda la cotidianidad… a continuar la vida.

Sin embargo, en esta ocasión la sensación ha sido diferente; desde la misma noche de domingo, amigos, conocidos u otros empezaron a agredir o a no responder los uasap o teléfonos.

El lunes ya fue más evidente, amigos con los que a diario se vivían los sucesos de la campañas y se ufanaban de priistas, y aún comen del partido, de pronto, a la velocidad de un tuit, una llamada telefónica o un uasap, pum, dejaron de ser priistas y otros hasta lo insultaban a uno de miles de cosas, sabedores de que mentían al achacarle tal o cual concepto.

En fin, ya perdí mucho amigos o conocidos y todo porque López dijo que los del PRI éramos fifís, que nunca lo he sido, fifí. Es como si uno dijera que todos los de Morena son Nestora, Napos, Alejandra León de Mexicali o el Pedro Piedras de San Luis.

La condición humana de unos y de otras personas siempre se manifiesta de singular manera en condiciones de sobrevivencia.

Por cierto, esta semana ya me han cancelado cuatro compromisos previamente agendados para platicar de los resultados electorales. Por una u otra razón para algunos ya uno dejo de existir.

Podrá haber mucha filosofía para decir «No, los que se equivocan son ellos; mira, ya sabes cómo son; así son las cosas». Pero la mera verdad que no deja de doler la ausencia o el retiro de algunas viejas y nuevas amistades por el resultado de una simple campaña electoral de tres meses.

 

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