Plaza de las Tres Culturas. La estela de los caídos

Texto y foto: Frida Valencia Ramírez

En Plaza de las Tres Culturas se levanta la estela en homenaje a los jóvenes caídos durante el Movimiento del 68. Un muro de granito rectangular colocado sobre un templete de concreto. Una construcción independiente a las demás con cuatro escalones para acceder a ella  y así poder leer los nombres de algunos jóvenes caídos en dicho Movimiento , al igual que algunos versos del poema de Rosario Castellanos, “Memorial de Tlatelolco”.

Frente a ella, un señor que aparenta unos 40 años, se le nota cansado y alcoholizado. Duerme frente al sepulcro de granito como si fuera un caído más, con un ideal diferente, dormir hasta que se le pase la borrachera.

Lleva una sudadera desgastada de color azul rey, pantalón negro decolorado y con manchas, zapatos de color café con las agujetas desabrochadas, el cabello descuidado y piel bronceada por el sol. En la mano sostiene una mochila sucia de color gris con detalles azules y morados.

En el suelo, una de las conocidas bebidas baratas en forma de panal que contiene metanol. La botella vacía y el señor recostado nos indican que el contenido se encuentra en su organismo y que no saldrá de ahí hasta dentro de unas horas.

En la imagen, como en la locación, se hace presente la convergencia de épocas, la prehispánica, la colonial y la moderna. Todas ellas gritan una historia, nuestra historia.

Gritan los nombres de las personas que lucharon por sus ideales, tanto en el gran pasado como en un pasado más reciente; quienes lucharon por mantener una cultura de libertad, respeto y oportunidades.

Pero ahora esas voces se pierden ante un México apático, alcoholizado, con ideas de libertad que se funden en placas y museos cargados de mensajes políticos y nacionalistas, que representan luchas oprimidas y el triunfo del poder.

 

“Usted sabe como es la política: dejar que la gente luche para quedarse como estaba. A eso le llaman victoria y se aplacan por un rato.”

–      Fabrizio Mejía Madrid, “El rencor”.

 

El señor duerme, indiferente a su entorno, siendo el reflejo del mismo, esperando despertar y ver todo de una manera más clara. Así como todos en este país que duele harto.

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