Obras delegacionales….y si te vi, no me acuerdo

Por Irma Ramírez

¿Por qué un trabajador mexicano entrega una obra mal hecha y terminada, así nada más, al aventón? 

     Me niego a pensar que es cuestión cultural porque he visto el ingenio, la creatividad, la delicadeza y minuciosidad en la elaboración de artesanía, en la cocina, la siembra, la jardinería, en la  mecánica, la ebanistería, en cirugías, y muchos etcéteras más, a lo largo y ancho de nuestra república.

     Recordemos aquel cuento de Bruno Traven que narra la vida de un tejedor de canastos:

      Llega al pueblo un gringo emprendedor, le maravilla la belleza y calidad de esa artesanía  y le propone un negocio, hacerle pedidos al mayoreo, para empacar en esas preciosas canastas,  los chocolates de su fábrica. El pueblerino responde que no. Le explica  la transformación que sufriría todo el pueblo, porque necesitaría muchas manos, cambiar sus cultivos para sembrar una sola planta y sobre todo, la  relación afectiva que establece él y su familia con cada canasta tejida y que perderían, al elaborarlas en serie; algo que tal vez a estas alturas del camino se nos dificulte comprender: la personal realización a través del trabajo. Ese cuento aún me resulta revelador ante la deshumanización que vivimos.

     Sin hacer a un lado los grandes problemas de México como  son  la corrupción, la impunidad, la miseria, echémosle un ojo a las banquetas y el problema de no tirar la basura en su lugar; pequeños detalles que muestran la punta de la raíz del México profundo que insistimos en ignorar y que salta a la vista en el momento menos esperado. Ilustremos el punto:

En mi colonia se puso en práctica el programa de construcción y reparación de banquetas. Además, nuevas plantas aparecieron en el camellón de la Avenida Obrero Mundial.

     Por algunos días esa avenida se llenó de ruidos nuevos. Los camiones descargando arena. El  golpe de herramienta sobre banquetas y guarniciones. El descanso de los trabajadores con sus pláticas y risas. 

     En el camellón se reparó el adoquín. Mujeres trabajadoras con sus uniformes anaranjados y su peculiar alaraca, removieron la tierra y formaron jardines.

     Los trabajos concluyeron…¿y todos contentos? !Uhmmm! No sé. Pienso que faltó precisamente «el terminado».

 Hace ya más de un mes que se acabó el trabajo, pero dejaron tierra en algunas esquinas. Esos montones que se han deslavado con las lluvias, se fueron por las alcantarillas y probablemente provocarán encharcamientos cuando lleguen las lluvias con más fuerza.

Lo mismo sucederá con la basura. Nuevos gastos para destapar alcantarillas, pagado con dinero público, naturalmente.

¿A quién le toca llevarse esa madera?

Ese artefacto está roto. Nadie se lo va a llevar. Ahí estará no sé por cuánto tiempo, permitiendo la proliferación de fauna nociva. 

¿A eso se le puede llamar un trabajo bien terminado?

  

Este se supone que era un paso para sillas de ruedas. No entiendo para qué dejan esos hoyos. ¿Pasto? No creo que regresen a plantar algo. Así está en varias esquinas.

      ¿Por qué pasa esto? ¿Los albañiles son obligados a irse sin haber terminado la obra? ¿Es el síndrome del obrero que hace zapatos y anda descalzo? ¿Que no le tiene amor a sus quehaceres porque el producto le es ajeno? ¿Su desamor al trabajo es producto de la desigualdad? ¿Del rencorcillo que se anida en él, tal vez de manera inconsciente, al construir unas banquetas cuando a su colonia no llega ni el agua? ¿Cómo pueden sentirse realizados en un empleo mal pagado, temporal, y que al parecer nadie sabrá quién ni cómo lo hizo? 

     Si nuestro trabajo ha dejado de ser parte importante en la construcción de nuestra personalidad y lo único que lo define es el monto del sueldo, constantemente necesitaremos de un ojo vigilante para que se lleve a cabo a tiempo y bien.  ¿Dónde encontraremos ese ojo punitivo? En la Jefatura Delegacional, naturalmente.

     Pero el trabajo de la Delegación tiene otras prioridades,  por ejemplo, el desordenado crecimiento inmobiliario en la Benito Juárez y como consecuencia, el aumento de población que demanda servicios básicos, como agua, electricidad, educación, recolección de basura. Aunque no…la funcionaria con la que hablamos  respondió a la queja de los vecinos que la Jefatura Delegacional no tiene poder de decisión ante las constructoras que violan el uso de suelo, ese problema corresponde a la Seduvi (Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda) y que se están coordinando con la Jefatura de Gobierno para elaborar el Programa Parcial de Desarrollo Urbano.

     Como sabemos, el Delegado aceptó que existe un  alto índice delictivo principalmente en las colonias Del Valle, Narvarte y Portales. Asistí a una reunión para que los vecinos nos organicemos con las autoridades y juntos, hagamos  frente al delito. Los policías  y una funcionaria dirigieron la plática y prometieron que se comprarían diez patrullas nuevas, que se otorgarían sesenta elementos de seguridad más, que  iban a instalar alarmas vecinales, mejorar la iluminación en las calles y nos dieron un numero telefónico para que en caso de presentarse algún ilícito, por ese medio  nos asesoraran. Pregunté a un policía si pensaba que esas medidas de verdad funcionarían, el oficial se rascó  la cabeza y dijo quedito, como no queriendo: pues no, pero ustedes se van a sentir más seguras.

     En mi calle, que yo sepa, no se han colocado alarmas. Se repararon  luminarias. Y cuando se ha llamado a la patrulla, dicen que esperemos porque no hay unidades disponibles. NO SUPIMOS SI SE COMPRARON LAS PATRULLAS  Y  YA LAS ENVIO MANCERA DERECHITO A ACAPULCO.

Esperamos que el Jefe Delegacional de la Benito Juárez, Christian Von Roerich, sí tenga poder de decisión y se haga cargo de que terminen bien lo mal hecho y se lleven la basura.

     

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