Neonatos, la avanzada conservadora

Por Mónica Loya Ramírez

 

México D.F. 24 de enero de 2016.- Cuando Camila insistió en que pediría un “neonato” a los Reyes, me di a la tarea de investigar qué era eso. Encontré que era un “muñeco” de una marca mexicana llamada Distroller que se hizo popular por su representación en caricatura de la Virgen de Guadalupe, esa que tiene la leyenda: virgencita, plis.

 

Debo confesar que no soy creyente de ninguna de las religiones así que no compro productos que tengan que ver con ellas, sin embargo, ante la insistencia de mi hija fui a ver cómo y qué eran los mentados muñequitos, al llegar a la tienda presencie todo un despliegue de mercadotecnia y buen marketing –hay que reconocer- había niñas formadas ante una joven vestida de enfermera.

 

Observé que la “enfermera Tania” preguntó a las niñas cuándo habían abierto su neonato, qué nombre le pondrían, los pesó, midió y anotó en la “cartilla de vacunación” todos los datos que había recabando, al final les puso la primera vacuna y les indicó el día que tendrían que volver a poner la siguiente toma, no sin antes recordarles que comen tres veces al día y que si se enferman pueden acudir a verla inmediatamente.

 

Me acerqué a ver los muñecos con detenimiento, hay -según se anuncia- varios modelos: Ksimerito, Sigoto, Prematuro y Espumanti. Todos ellos tienen a su disposición una gran cantidad de accesorios para su “supervivencia” porque se supone que tienes que alimentarlos y cuidarlos para que no se mueran, un hitazo comercial porque cuando van a que los vacunen –porque traen su cartilla-  los niños y niñas aprovechan para comprarles más cosas: ropa, medicinas, sueros, comida, camas, cobertores, batas, chupones, pañaleras y lo que se les ocurra en el camino.

 

Sin embargo, tras ese ambiente de “dulzura” y candidez, lleno de delicados “bebes” que cuidar, se esconde todo un discurso que fortalece una visión del mundo, llama la atención el neonato Sigoto. Según el Diccionario de la Lengua Española un cigoto es la célula resultante de la unión del gameto masculino con el femenino en la reproducción sexual de los animales y de las plantas. Es decir, estando de acuerdo con el discurso de la iglesia católica, de los grupos y partidos conservadores, se es “bebe” y ser humano desde el momento de la concepción, luego entonces ese “sigoto” para la marca Distroller,  es ya  un bebé que cuidar.

fa-neonato

En una entrevista que la diseñadora y creadora de Distroller da a El Economista (15 de septiembre de 2011), habla sobre la religión: “El reto más grande es la religión, porque se piensa que estoy lucrando con la Virgen. Incluso han venido padres aquí a decirme que no van a bendecir mis imágenes porque no se les hace correcto”, platica la empresaria  graduada de la Universidad Anáhuac de la Ciudad de México.

Las críticas parecen no preocuparle. “Las creaciones no fueron hechas con mala fe”, asegura Amparo, quien se describe como creyente. “Yo no quiero convencer que compren mis productos. Yo lo hago con respeto para mí. Es como pintar a dios”.

 

Alrededor de ese “producto” hay un gran marketing. Obviamente tienes la elección de no comprarlo, sin embargo en la decisión de comprarlo o no, uno tiene que tener claro  el discurso nada inocente que se está fortaleciendo en las niñas y niños que lo cuidan y quieren. Esa es la responsabilidad de los padres.

 

Hace unos meses, sin debate alguno y con una mayoría aplastante de 38 votos a favor y seis en contra,  el Congreso de Veracruz aprobó vía “fast track” la iniciativa presentada el jueves 21 de enero por el gobernador Javier Duarte Ochoa, para reformar la Constitución local a fin de proteger “la vida desde la concepción –es decir de un cigoto- y hasta la muerte natural.  Con esa noticia se ratifica la oleada de contrareformas a favor de la criminalización de las mujeres como ha ocurrido desde 2008 en otros 16 estados del país, donde también se reformaron las constituciones locales en ese sentido.

 

No está de más aclarar que nadie en su sano juicio puede estar a favor del aborto. Pero por lo menos yo, estoy tajantemente en contra de su criminalización y de condenar a muchas mujeres a morir en condiciones insalubres y deprimentes. La batalla no sólo desde lo legal sino desde lo simbólico está en marcha, es una pena que los pocos derechos que las mujeres hemos adquirido con tantos años de lucha se pierdan.

 

 

 

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