Por Guillermo Torres Carreño
Foto: Edgar López (Archivo)
Neoliberalismo. Actualmente está en curso un tipo de conquista, se podría hablar de la tercera, ahora sobre los sectores económicos latinoamericanos por parte de capitales provenientes de España, desde una perspectiva moderna y globalizada las joyas codiciadas actualmente son los recursos energéticos de América Latina.
Dentro de este esquema el actual régimen mexicano representa uno de los principales aliados de esta expansión del capital español. Existen varios rubros de particular interés para los inversionistas españoles como la banca, el turismo, el sector energético, infraestructura y construcción entre otros.
Se habla de otra conquista a la puerta de AL, “las empresas españolas llevan a cabo una segunda oleada de inversiones en América Latina”, de acuerdo con múltiples impresiones recogidas en un trabajo especializado en el diario El País de España: más de 25 mil millones de dólares hasta 2010, según la columna México, S.A. del diario La Jornada, noviembre 14, 2007.
Y es que la rentabilidad ha subido notablemente. América Latina vive un momento próspero en el terreno macroeconómico, pese a las tensiones políticas y a que no todos los países muestran un grado igual de desarrollo económico.
Dentro de un esquema en el que en las decisiones fundamentales de los Estados existe una clara injerencia de los capitales extranjeros, México no es la excepción a la regla, en lo que a partir de Miguel de la Madrid y teniendo como principal impulsor al salinismo dentro del esquema neoliberal, hoy en día los Jefes de Estado son gerencias que siguen las reglas “sugeridas” por los capitales extranjeros. Abriendo camino a éstos con sus políticas de “apertura económica”. Misma que se enfoca como principal objetivo la concreción del corredor industrial y comercial denominado Plan Puebla Panamá, no obstante, este plan no contempla una derrama equitativa y oportunidades laborales para los habitantes de dicha región.
La rentabilidad de las inversiones españolas, especialmente las bancarias, se ha multiplicado cerca de 40% en el caso del Banco Bilbao Vizcaya y 33 % en el del Santander Central Hispano, gran parte de esta rentabilidad proviene de AL y tan sólo en México BBVA gana más dinero que en España con una inversión acumulada de 2 mil 600 millones de euros. Bajo el eufemismo de apoyo al desarrollo regional, el principal objetivo y preocupación es la garantía del negocio y el aumento del volumen de utilidades, en lo que más bien parece una venta de garaje, bazar o zoco organizada por los gobernantes en AL, las transnacionales españolas se encuentran en un momento de expansión sin precedentes.
Coincidentemente con más concesiones cada vez en un momento coyuntural por el que pasa la incipiente democracia mexicana. A lo que valdría la pena quizá echar un vistazo al hecho de que la constitución española no representó una ruptura democrática con el franquismo sino más bien es una adaptación del esquema en ciernes para continuar con una monarquía democrática constitucional.
En un proceso espiral, existe una continuidad en los proyectos manejados por la oligarquía española, “El 22 de julio de 1969, el general Franco, en uso de sus potestades dictatoriales y en base a la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de 1947, designa como sucesor al título de rey a Juan Carlos de Borbón”. Dejando todo atado y bien atado como él mismo lo mencionó en una frase.
Su Majestad ha jurado las leyes del régimen, y pasó a ocupar la jefatura del Estado una vez muerto Franco el 20 de noviembre de 1975, muchas veces ocupó exactamente el mismo puesto y con las mismas funciones que el general. El actual jefe de Estado en España no juró, la constitución española de 1978. Misma que institucionaliza la monarquía en un sistema parlamentario.
La propia Constitución sólo prevé hacer este juramento en el nombramiento del monarca, que en el caso de Juan Carlos de Borbón sucedió en 1975, tres años antes del nacimiento de la Constitución. De tal modo que el actual jefe de Estado juró defender los principios del régimen franquista, pero no los de la Carta Magna del ’78”. (La Jornada, México, S.A. noviembre de 2007)
Existe una continuidad sistemática y programática en las acciones políticas y económicas tanto en México como en España. Al calor del neoliberalismo están catalogados como “enemigos del sistema” todos aquellos ciudadanos que piensen de manera distinta, que reivindiquen su identidad tanto cultural como social, pero especialmente, el movimiento indígena está en la mira de los gobernantes de derecha radical e incluso de los de “izquierda”, aunque, dicho sea de paso, la izquierda institucional, por lo menos en México, es un simple pretexto discursivo de la derecha.
Estamos hablando de una corriente política que, lejos de buscar alternativas reales que respondan a la situación que prevalece, hace la contraparte discursiva de la derecha como simple requisito escénico. De este modo el indigenismo, sus simpatizantes y activistas son un enemigo de esta nueva conquista. Son personas indeseables que atentan contra el desarrollo social y económico, son gente con intención de desestabilizar el sistema y, desde luego, peligrosos para la derecha.
Quizá es que el potencial organizativo que posee el movimiento indígena alcanza dimensiones que han trascendido fronteras, de carácter continental en el caso de América y con una fuerte y consistente solidaridad y simpatía en otros lares, principalmente en Europa.
Es probable que esta sea la causa principal de que se encuentre en la mira de la derecha tanto mexicana como española, esto aunado a los intereses españoles en el sector energético mexicano resulta doblemente lucrativo para la derecha, ya que además de ser económicamente redituable, el botín político no es menos trascendente, ya que el sector turístico y en cuanto al energético se refiere tienen como principal objetivo la zona maya de México; uno de los bastiones más importantes de resistencia frente al neoliberalismo.
Todo ello puede aportar incluso argumentos esperados para concretar el Plan Puebla Panamá que ha dejado pendiente la gerencia empresarial que en su momento encabezó Vicente Fox Quesada, es muy probable que se retome en breve, no solamente por la urgencia de “reactivar la economía y desarrollo regional” y dar paso al capital extranjero, sino porque dicho proyecto tendría el beneplácito del nuevo huésped de la Casa Blanca, las piezas del rompecabezas van coincidiendo, se van acomodando, todo va quedando atado y bien atado.
Por momentos hay ciertas coincidentes y casuales similitudes entre la gerencia actual que gobierna en México y la injerencia que actualmente tiene la corona en las decisiones del Estado Español. La falta de confianza en cuanto a las gestiones desde la función pública y las actividades empresariales del recientemente nombrado titular de la Secretaría de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, deja mucho que desear en cuanto a la transparencia y objetividad del cargo; y se ventila una clara tendencia del régimen mexicano a una política neoliberal que no nos acerca a una democracia plena, neoliberalismo que está en gran medida determinado por los grandes capitales dejando de lado la función del Estado.
Ofertas de protección a los empresarios españoles de parte del mandatario mexicano, Felipe Calderón Hinojosa, concesión de aprobaciones de “reformas importantes” en México, en diciembre de 2006 reunido con inversionistas españoles, autoridades gubernamentales y el príncipe de Asturias Felipe Borbón, dando así la bienvenida a los capitales de España, afirmando que “aquí hay oportunidades de inversión en la construcción de aeropuertos, centrales eléctricas, plantas petroquímicas y plantas gasificadotas.
El Presidente de México también garantiza “ganar la guerra a la delincuencia” y garantiza el respeto a los derechos de propiedad e inversión. En 2007 España encabezó a los países con mayores inversiones en el sector turístico mexicano, suma que se estima en mil 89 millones de dólares, 71.85% del total registrado, el año pasado el sector turístico mexicano recibió mil 515.68 millones de dólares, de los que 86.88% se destinó a proyectos en el sureste mexicano.
De este modo para el gobierno e inversionistas españoles, México es uno de los 10 países principales en todo el mundo en los que realizan un esfuerzo considerable en el intercambio comercial y en los que pueden invertir unos 6 mil millones de dólares en los próximos dos años. Los sectores que más interesan son la creación de infraestructura, energía renovable, turismo, sector metalmecánica y lo relacionado con tecnología de punta.
Existen actualmente poco más de 2 mil empresas españolas en México, 400 de ellas clasificadas como grandes, consolidándose en el segundo inversionista después de Estados Unidos. El embajador de España en México, Carmelo Angulo Barturen considera que estos dos países viven un momento muy importante, dado que “se está en el máximo nivel de cooperación política, económica, judicial y cultural”. Haciendo valer su peso como los principales inversionistas europeos en México, los inversionistas españoles han hecho peticiones en materia de la reforma fiscal, así como se han quejado de los frecuentes “conflictos” que ocasiona la incertidumbre en la tenencia de la tierra, “la dificultad a veces de saber de quién son los terrenos, con quién hay que negociar y los problemas que se generan de esa índole”.
De entre las acciones que emprenden ambos gobiernos actualmente se encuentra la creación de un centro cultural iberoamericano en México, así como un pacto educativo entre estos países. En materia de terrorismo el gobierno calderonista “reconoce y respalda al gobierno de Rodríguez Zapatero en su lucha contra este flagelo y las acciones que su gobierno ha emprendido para combatirlo”.
Ambos mandatarios abogan por la apertura de fronteras al comercio y las inversiones extranjeras en América, poniendo especial énfasis en la región central, donde ambos países tienen intereses en el Plan Puebla Panamá, en la interconexión eléctrica de la zona y en “proyectos energéticos, de infraestructura y desarrollo”.
A todo esto quedan las interrogantes sobre si se fomentará un desarrollo sustentable que vele por los intereses del pueblo en la apertura del Plan Puebla Panamá, que se traduzca en la creación de oportunidades tangibles para los habitantes de la región o si solamente será el escaparate de venta que beneficie nada más a los promotores actuales de dicho proyecto. Pero sobre todo que la semiótica discursiva no confunda la lucha antiterrorista en España con la lucha social legítima de México.