Por Víctor Lara Espinosa (Homo Neophy̆tus)
Además de ríos, cascadas, grutas y una zona Arqueológica en la Ciudad de Cuetzalan, ahí se erige una construcción rodeada de vegetación y sonidos silvestres. Se trata de un hotel ecoturístico único en su tipo. Su nombre es Taselotzin.
Las mentes y los corazones detrás de este interesante proyecto conforman una organización emprendedora que agrupa a cien mujeres indígenas nahuas de seis comunidades de Cuetzalan. Ésta lleva por nombre Masehual Siuamej Mosenyolchikauanij, voz náhuatl que designa a las “mujeres que trabajan juntas y se apoyan”, y Rufina Edith Villa Hernández es una de las integrantes más importantes.
Esta mujer ─pequeñita de estatura, con cabello largo y cano, con ojos ligeramente rasgados, tez morena clara y una sonrisa que centellea como la bienvenida de un faro─, es además fundadora y administradora del Hotel Taselotzin.
Las palabras de doña Rufi, como le llaman cariñosamente, pueden fluir durante minutos que se convierten en horas sin repetir un solo dato acerca de cómo surgió la organización, a qué vicisitudes se han enfrentado y cómo el maravilloso proyecto ecoturístico de Taselotzin se ha mantenido por más de 18 años de brindar no sólo sus habitaciones, albergues, restaurante, salón de usos múltiples, temazcal, medicina tradicional y arte indígena de la región a los visitantes deCuetzalan, sino también de ser de ser un ejemplo de igualdad de derechos, de toma de decisiones y de trabajo para las integrantes que conforman a las “mujeres indígenas que trabajan juntas y se apoyan”.
En entrevista para Radio UNAM, doña Rufi narró cómo surgió esta agrupación, pero también de cuáles han sido sus ejes de trabajo:
“Nuestra organización inicia en el año de 1985 y nosotras empezamos a organizarnos porque queríamos vender nuestras artesanías a precios justos. Posteriormente nosotras empezamos a trabajar, pues conociendo también los derechos de las mujeres, hemos trabajado sobre el tema de la cultura, sobre el cuidado del medio ambiente, sobre nuestra salud misma y pues llevando a cabo varias acciones también, para poder estar mejor aquí en la comunidad”.
Así lo demuestran la conformación de proyectos económicos tales como una tienda de artesanías, tres tortillerías, una farmacia (en la que se oferta medicina tradicional) y el hotel. Éste fue inaugurado el 27 de septiembre de 1997 por este grupo de mujeres nahuas, con el propósito de dar empleo y brindar mejores oportunidades de vida a sus miembros, beneficiando así a más de seis decenas de familias de la zona.
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De acuerdo a datos de la Organización Internacional del Trabajo y la Alianza Cooperativa Internacional, la creación de las organizaciones empresariales como las llamadas cooperativas, tienen efectos positivos en las mujeres, ya que contribuyen a la igualdad de género, fomentan la economía económica y favorecen el acceso de las mujeres a empleos más dignos, a cargos de dirección y a un mejor desarrollo dentro de sus comunidades.
En entrevista para la Secretaría de Turismo, doña Rufi dijo que el elemento clave es la participación de todas las integrantes de la organización:
“Es importante decir que quisimos que fuéramos sólo mujeres porque si fuera una agrupación mixta, los hombres impondrían sus decisiones o algunas dirían que lo decidan ellos pues son los que saben. Considero que sí tenemos un liderazgo diferente porque hemos evitado la competencia y la rivalidad, aquí no importan las personalidades sino el bienestar común. Esto nos hace ser parte de un proyecto justo porque se apoya a otras comunidades y grupos y porque las utilidades se reparten de manera equitativa a todas las socias y no se queda en una o dos manos, y es justo también para el turista porque respetamos las tarifas en cualquier temporada del año y otorgamos un buen servicio”.
Doña Rufi platica que el hotel Taselotzin, en particular, es una empresa de la cual 55 mujeres son socias y que ellas mismas la han administrado, así como realizado algunas acciones en cuidado del medio ambiente.
“Taselotzin significa plantita […], es como algo tierno, como una plantita tierna, y le pusimos este nombre porque pues creo que tiene que ver con el lugar. Es un lugar donde hay plantas, hay flores, hay árboles […], un lugar a la vez bonito, alegre y tranquilo. Se lo pusimos en el idioma náhuatl porque es el que predomina aquí en Cuetzalan, porque nosotras somos indígenas nahuas y el servicio que damos tratamos de hacerlo desde lo que somos”.
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En la página de la Secretaría de Turismo se menciona que, en cuestión de calidad de servicio, “el Hotel Taselotzin cuenta con el Distintivo M por cumplir con los estándares del programa de calidad MODERNIZA proporcionado por la Secretaría de Turismo Federal, debido a la implementación de un sistema de gestión y la generación de resultados en satisfacción del cliente, mejora de procesos, rentabilidad y desarrollo humano de los empleados”. Taselotzin nació con la ayuda de créditos del programa mundial y FONAES, y su deuda fue saldada en el transcurso del 2009.
Esto sin duda representa un ejemplo de cuán erróneos pueden resultar esos antiguos refranes populares y sexistas como el de “mujeres juntas, ni difuntas”:
Rufina Villa Hernández al igual que sus compañeras, así como miles de mujeres en nuestro país, han demostrado que cuando las mujeres se juntan pueden crear, organizar, emprender, generar proyectos que aportan grandes beneficios a la sociedad, a la economía, al medio ambiente, a la sustentabilidad y a la preservación de la cultura y las tradiciones. Taselotzin es muestra viva de ello.