Morena, el reto de la unidad interna y su definición ideológica

Por Guillermo Torres 

La Cuarta Transformación requiere de un movimiento popular orgánico de base que aún el partido del que ha emanado no ha sido capaz de consolidar, y no por falta de enfoque o voluntad, sino por las voluntades espabiladas y nostálgicas del espectro político electoral convencional; de todo eso que en 2018 ha sido vencido y rebasado en dimensiones fuera de serie. 

Es inimaginable una lucha que actúe en sentido inverso a lo que argumenta en su discurso, en términos prácticos todo emana de nuestra naturaleza como pueblo, de ese modo sincrético que tenemos de la ley del menor esfuerzo, del más mañoso, del ganón, del más gandul, del más bonito del “chulapo” dicho en madrileño. Dentro del discurso oficial viene bien el descalificativo al esquema en sus últimos estertores, pero si de paso es posible asumirlo para llevar agua al molino propio siempre será rescatable. 

Si bien es una realidad que la fórmula que estuvo en el lugar y tiempo precisos en los que el pueblo mexicano comenzó su contundente despertar, para andar el camino del rompimiento del letargo y cadenas de cientos de años, también es cierto que como fórmula aún no se está, en su totalidad, a la altura del momento histórico que se vive y exige de manera impostergable.  

Ya no es el coto de poder personal que a la usanza del viejo régimen se vislumbre para tener un andar seguro, un grupo sectario que se inserte en el esquema político para asegurar el futuro redituable y suficiente para la búsqueda personal. No, lo que está en juego y muy probablemente no habrá otra oportunidad, es el futuro de México, la democratización popular y el ejercicio ciudadano en asuntos políticos de interés público. 

La buena noticia es que, si el esquema alternativo político está en sus bases en el limbo y sin la capacidad de responder a su liderazgo y dirigencia institucional, la derecha de manera definitiva está total y absolutamente descarrilada, de tal modo que ni sus tretas, ni mentiras, ni manipulación tendrán la fuerza y contundencia suficientes para desbancar a la cuarta transformación.  

Si acaso ese menester puede llagar a tener buen término y puerto desde su táctica, estrategia y estratagema de infiltración pactado, ideado y consolidado desde hace poco más o menos dos años. Con algunos miembros con la cercanía y vulnerabilidad suficientes para ser el Caballo de Troya perfecto para fraguar un golpe literalmente insuperable si las bases del movimiento aún pretendido no accionan y actúan de manera puntual y contundente. 

Al más puro estilo de la CIA y los nidos de víboras que suelen tender a los regímenes democráticos y populares, todo se perfila en México para experimentarse la madre de todas las batallas.  

Quizá el más grande de los errores que haya podido cometerse es no asumir a título personal y colectivo que si acaso por un liderazgo único e irrepetible en estos tiempos, mas no ha sido por listos, parlanchines, exhibicionistas, ni por las mejores fotos de la egoteca, ni por únicos, guapos, inteligentes, chingones e incomparables; que Morena ganó la elección en 2018.  

Por supuesto que fue un gran trabajo colectivo en equipo el que abrió la puerta a esa posibilidad, pero la última palabra la tuvo el pueblo. Y eso no demerita en absoluto la titularidad de los gobiernos y congresos que hoy se encabezan; al contrario, y precisamente por ello es que la inmovilidad en sus bases, la “rebatinga” sectaria en contra de todas las demás corrientes de izquierda y el ego y la soberbia estática, petulante e inoperante es lo que está surtiendo efecto hacia el interior.  

Al tiempo de que una derecha putrefacta osa en calificar de comunista el modelo, que no tendría nada de malo ni fuera de contexto, en todo caso con una dosis de retorno a nuestro modo ancestral de lo comunitario y colectivo, pero ni siquiera eso.  

Porque como buenos mexicanos descalificamos a quienes han estado a la vanguardia de la izquierda naciente no solamente en México sino en todo el planeta. Pero qué equivocados estamos si estamos a la espera de que el máximo líder de lo que debe consolidarse como un gran movimiento de movimientos, más allá del esquema de grilla convencional, cuajarla, posicionarse, caer en blandito y lo que sigue.  

¡No! Hoy en día el mundo y México necesitan otros esquemas de liderazgo que rompan con los paradigmas que parecen condenar al mundo a esta situación sin razón y sin sentido. Pero muy en particular con la apertura para consensuar y dialogar de manera abierta e incluyente con todos los movimientos alternativos que al final del día deberán integrar el nuevo espectro y posibilidades representativas democráticas y populares. 

Y es ahí la pregunta a la que nos debemos en esta lectura y análisis, si en verdad estamos preparados para organizarnos como pueblo y movimiento; con una dirigencia fresca, joven y con la experiencia suficiente. Con su loable estrategia disuasoria, pero na vez decantado el esquema con la unidad que se requiere, con la fuerza y contundencia necesarias para mantener al margen a los máximos exponentes camaleónicos del viejo régimen que buscan dar desde dentro el golpe de estado que ya sería insuperable.  

El verdadero riesgo no es la derecha y sus hordas silvestres, carentes de ideología y organización, plagados de ignorancia y descalificaciones sin sustento teórico ni práctico en contra de la Cuarta Transformación.  

El peligro está hacia adentro de la izquierda naciente en México, que debe y necesita definirse en la moderación y justo medio suficientes para no ser descalificada por los errores históricos, sino con rasgos propios de nuestro México, válidos y operantes para solucionar los retos actuales. Y quizá para todo ello ni siquiera hoy conocemos el esquema idóneo, puede ser que conozcamos lo que hasta ahora ha funcionado, pero no sabemos si nos estamos cerrando o no a los siguientes pasos.  

Y para ello es necesario abrir antenas, percepción, criterio, entendimiento, inteligencia y andar para que nada nos supere antes de haber hecho un intento verdadero y profundo.  

Más allá de la derecha que electoralmente está más que acabada, el reto no es ese, el reto es no revivirla desde las entrañas del movimiento alternativo que debe terminar de florecer y dar a luz, en medio de un criterio nuevo y distinto, una sociedad renovada y actores políticos comprometidos en lo cotidiano más allá del esquema que hasta hoy se ha conocido; nuevos caminos por desandar y andar. 

“Si fuéramos capaces de unirnos, qué hermoso y cercano sería el futuro” 

Ernesto “Che” Guevara. 

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