Mis dulces pasos cuando el vecino derrama miel en la escalera

Por Paola Reyes Contreras

 

Foto: Eréndira Negrete

 

Salí de mi casa cerrando la puerta apresuradamente para bajar las escaleras lo más rápido posible. Ya se me hacía tarde para ir a la escuela. A la mitad del camino, antes de llegar a la puerta del zaguán, mis pies se pegaron a los escalones. Me pareció extraño hasta que miré hacia abajo y me di cuenta que había mucha miel derramada por todas las escaleras. La única opción que tenía era bajar por ahí llenándome los tenis de miel.

 

Resignada, seguí bajando, y justo en la puerta de la entrada había un letrero con letras muy grandes que decía: “EL VECINO QUE SE PUSO A DERRAMAR MIEL POR TODOS LOS ESCALONES, SEA TAN AMABLE DE LAVAR DE INMEDIATO”.

 

En seguida supe qué inquilino había derramado la miel y cuál había puesto el letrero. Era obvio que quien pegó el letrero fu el vecino del departamento 6, que por cualquier cosa reclama. Cuando recién llegué a vivir aquí, subía todas las noches a quejarse con el pretexto de que yo estaba haciendo mucho ruido. ¿Y cómo no hacerlo?, si me estaba mudando apenas.

 

Y el responsable de la miel fue el inquilino del 5, ya que justo afuera de su puerta comenzaba el camino de miel. Recuerdo que un día antes había unos bomberos buscando a los que tenían el panal de abejas en su cocina.

 

Con el carácter que tiene el gruñón del departamento 6, pobres de los que tiraron la miel si no la lavan antes de que obscurezca.

 

Salí y subí al colectivo que me lleva al Metro San Lázaro, donde está también la estación del Metrobús. Sentía que olía a miel. Ya me andaba por bajar de la micro y hacer algo para quitar lo pegajoso de mis tenis.

 

La micro se detenía mucho pues había bastante tráfico y el rayo del sol estaba a todo lo que daba, justo apuntando en el lugar donde yo estaba sentada. Los pasajeros se asomaban para ver qué pasaba por qué tanto tráfico. El semáforo  no cambiaba. Había un problema con él.

 

Cuando por fin bajé, traté de limpiarme los pies, frotándolos contra el pasto que estaba justo donde me dejó el colectivo.

 

Logré limpiar la dulce miel de mis tenis y ya iba aliviada y más cómoda de no sentir esa sensación al  caminar.

 

Me formé para recargar mi tarjeta del Metrobús y, por suerte, la fila avanzaba muy rápido. Aborde y justo encontré un lugar al entrar. El resto del camino a la escuela fue ameno. Ya había dejado atrás esos pasos de miel.

 

 

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One Thought to “Mis dulces pasos cuando el vecino derrama miel en la escalera”

  1. Una excelente crónica. Muchas felicidades Paola eres muy buena.

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