Los LeBarón, Los Menonitas y el Agua, un asunto de violencia que no es visto por Estado

 

Por J. Jesús Lemus/Zenzontle400

El asesinato de tres mujeres y seis menores de edad de la familia LeBarón, a todas luces reprobable, atribuido a una reacción violenta de una célula criminal aparentemente ligada al narcotráfico, podría tener otra arista: la disputa en la zona norte de Chihuahua por la propiedad del agua, donde el apellido LeBarón es sinónimo de despojo del vital líquido.

Más allá del activismo social que en los últimos años ha realizado Julián LeBarón, como parte de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, el movimiento que a nivel nacional fundó el poeta y escritor morelense Javier Sicilia, y del activismo que otros miembros de su familia han realizado contra la ola de violencia que vive Chihuahua, a través de la organización Sociedad Organizada Segura (SOS Chihuahua), la disputa por el agua se asoma como móvil de este múltiple homicidio.

Una línea de investigación que ha asumido la Fiscalía General de Justicia del estado de Chihuahua, es la relacionada con una serie de disputas que mantiene el clan LeBarón con agricultores locales, con los que se ha enfrentado en razón de la propiedad del agua para uso agrícola, misma que ha sido entregada a esta familia por el gobierno federal, a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), dejando a cientos de agricultores locales sin la posibilidad de riego para sus cultivos.

La disputa por el agua entre la familia LeBarón y cientos de pequeños productores rurales, muchos de ellos afiliados a la organización El Barzón, no se limita al uso de esta en el municipio de Galeana, donde se asienta la comunidad conocida como Colonia LeBarón, sino que se ha extendido a los municipios de Buenaventura, Janos y Villa Ahumada, donde esta familia menonita se ha hecho de la propiedad de 62 pozos de los que se extraen 16 millones 276 mil metros cúbicos de agua al año.

De acuerdo a los datos que aporta el Registro Público de Derechos de Agua (RPDA) del gobierno federal, la cantidad de agua concesionada a diversos miembros de la familia LeBarón, solo en lo que se refiere a los pozos registrado para fines agrícolas, es suficiente para llenar –si se pudiera- más de 16 veces un recipiente del tamaño del Estadio Azteca, lo que ha hecho que se limite la entrega de concesiones para nuevos pozos de riego a favor de otros pequeños agricultores de la zona.

Esa situación es la que ha generado una confrontación entre agricultores locales y la familia LeBarón, la que igual que otras familias menonitas asentadas en Chihuahua, es acusada de contribuir aceleradamente al agotamiento del agua en esta deporsi desértica región, donde el grupo social de Los Menonitas en general ha monopolizado la extracción de agua para su legitima actividad agrícola.

Los Menonitas ¿Victimas o Victimarios?

La violencia sin razón de la que ha sido objeto la familia LeBarón, podría no ser otra cosa que la consecuencia del abandono del Estado mexicano a la disputas que en el norte de Chihuahua se vive por la posesión del agua, pues ninguna autoridad ha intervenido para frenar la escalada de violencia que vive el grupo social de Los Menonitas, los que tampoco han frenado el acelerado uso del agua para sus actividades económicas, aun cuando con ello contribuyen al desabasto de agua para el resto de la población de sus regiones.

A la comunidad Menonita que comenzó a asentarse en Chihuahua hacia finales de 1922, se le puede colocar en cualquiera de los dos extremos de los conflictos por el agua: por un lado, son parte del sector económico voraz que ha llevado a la extinción del agua en Chihuahua, pero por otra parte también son víctimas de desplazamiento a causa de la falta del recurso.

El gobierno de Chihuahua reconoce en términos positivos la intensa actividad agroalimentaria de Los Menonitas. Además de aportar 400 mil toneladas de maíz a la oferta nacional, son distinguidos como el principal grupo productivo en la industrialización de la leche. Esto no ha sido fortuito: han alcanzado ese nivel de productividad gracias al uso privilegiado del agua que les ha otorgado el gobierno federal en los últimos años.

En el municipio de Cuauhtémoc, sus más de 169 mil habitantes subsisten con un abasto promedio anual de agua estimado en 21 millones 500 metros cúbicos por año, que se generan 54 pozos. Esto alcanza para satisfacer a dos terceras partes de esa población, pero deja a casi 12 mil personas sin el suministro. En contraste, los menonitas, un grupo que en esta localidad no supera los 32 mil habitantes, disponen de al menos 3 mil 200 pozos que aportan casi 122 millones de metros cúbicos de agua al año.

Igual sucede en el municipio de Namiquipa, donde los menonitas constituyen una población de apenas 10 mil habitantes, pero tienen acceso a un volumen de agua que supera los 11 millones de metros cúbicos al año. Mientras tanto, los 23 mil pobladores de Namiquipa, de los cuales casi 18 por ciento no cuentan con servicio de agua potable en sus domicilios, se tienen que abastecer con menos de cinco millones de metros cúbicos de agua al año.

En Cusihuiriachi hay menos de 5 mil menonitas que tienen concesiones para sus actividades de producción agroalimentaria por 4 millones de metros cúbicos, mientras que los casi seis mil habitantes de esa localidad se abastecen con solo dos millones de metros cúbicos de agua por año.

El caso se repite en los municipios de Ascensión, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Janos, Villa Ahumada, Ojinaga, Aldama, Riva Palacio y Camargo, donde en conjunto la distribución per cápita entre la comunidad menonita es de 760 metros cúbicos de agua al año, mientras que la otra población que tiene acceso al suministro en sus domicilios apenas alcanza una proporción de 166 metros cúbicos por año. En estas localidades, en conjunto, son más de 14 mil pobladores los que no tienen agua en sus viviendas.

Disputa Silenciosa…Hasta Ahora

Entre los habitantes de estos municipios y los miembros de la comunidad menonita se ha dado una silenciosa confrontación. Las disputas por el agua han llegado no solo a los tribunales sino que también han generado confrontaciones violentas. El 22 de octubre de 2017, en el municipio de Riva Palacio, asesinaron a tres miembros de la comunidad menonita —que se caracteriza por su pacifismo como forma de vida— tras negarse a la posibilidad de disminuir el uso de agua en sus campos agrícolas.

Antes, el 12 de septiembre de 2017, en la comunidad de El Negro del municipio de Cuauhtémoc, otros tres miembros de la comunidad menonita fueron ejecutados en lo que pareció ser una venganza de algunos vecinos del lugar que en repetidas ocasiones habían solicitado una parte del suministro del agua para atender sus necesidades de abasto, lo cual no atendieron los dueños de los campos agrícolas.

Otra reacción de violencia contra Los Menonitas, ligada aparentemente con la disputa por el uso del agua, fue el asesinato de Pedro Teichroeb Heinrichs. El 26 de julio de 2018, este empresario habría sido víctima de la ira de un grupo de pobladores de Cuauhtémoc afectados por el desabasto del agua. El homicidio fue clasificado por la autoridad ministerial como de odio, fincado en la negativa de la comunidad Menonita para compartir con el resto de la población el agua de la que se ha apropiado.

La forma en la que Los Menonitas se han apropiado del agua en Chihuahua deja muchas dudas, pues mientras la Conagua tiene detenidas una decena de peticiones de perforación de pozos para el suministro a la población, a esa comunidad se le ha otorgado a manos llenas cada solicitud presentada ante la dependencia federal para atender el abasto de sus actividades económicas.

De la Depredación a la Desesperación

Paras entender cómo se da la distribución del agua en el norte de Chihuahua, solo basta ver el ejemplo de cómo se ha entregado el agua a la comunidad Menonita en los municipios de Cuauhtémoc, Ascensión, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Villa Ahumada, Aldama y Camargo: en los últimos 20 años la Conagua respondió positivamente a la petición de perforación de más de 4 mil 560 pozos en un promedio de tres meses, mientras que los gobiernos municipales, para atender el abasto de sus poblaciones, han presentado 285 peticiones de perforación, de las que en un promedio de dos años la autoridad federal solo ha respondido favorablemente a las solicitudes de perforación de 76 pozos.

Esa situación irregular es lo que hace que aquí la proporción de agua per cápita sea una de las más desiguales de todo el país, pues mientras la comunidad menonita, con una población de casi 60 mil habitantes, tiene acceso a casi mil 120 millones de metros cúbicos de agua al año, las poblaciones de Cuauhtémoc, Riva Palacio, Namiquipa, Cusihuiriachi, Ascensión, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes, Janos, Villa Ahumada, Ojinaga, Aldama y Camargo, que en conjunto suman 450 mil habitantes, apenas alcanzan 230 millones de metros cúbicos de agua al año.

Mientras cada uno de los miembros de la comunidad menonita cuenta con un abasto promedio de 18 mil 666 metros cúbicos de agua al año, el resto de la población apenas tiene acceso a 511 metros cúbicos de agua por año. Esto considerando que el 100 por ciento de los chihuahuenses de estos municipios tuviera abasto pleno en sus domicilios, pero no es así: casi el 14 por ciento de los habitantes no dispone de agua entubada.

Solo para colocar en contexto, hay que señalar que la actividad económico-productiva de la comunidad Menonita de Chihuahua es aún más voraz en cuanto a consumo de agua frente a la que realizan algunos grupos mineros. La cantidad de agua que consumen los campos agrícolas menonitas es por mucho superior a la que usa el Grupo México, al cual la Conagua le ha concesionado un consumo de agua por el orden de los 90 millones 616 mil 943 metros cúbicos por año, mismos que extraen del subsuelo de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas.

Pero no todo es favorable para los menonitas de esta región. Al odio que se han ganado a pulso por parte de algunos grupos poblacionales de la zona, también se suma el problema del desplazamiento de sus localidades. Ellos mismos han consumido los mantos freáticos concesionados desde hace décadas, por lo que se han visto obligados a buscar regiones más al sur del país, donde consideran que existen mejores condiciones para la explotación del agua.

El desplazamiento por sed de los menonitas se da casi en silencio. El propio hermetismo de esta comunidad no ha permitido que se establezcan cifras oficiales exactas, pero se estima que desde 2016 hasta diciembre de 2018 ya habían salido de los campos de Cuauhtémoc por lo menos 160 personas, la mayoría con destino a la localidad de Santa Rosa, en el municipio de Hopelchén, Campeche, casi en los límites con Yucatán, en tanto que al menos unas 50 personas han migrado hacia la región de Nueva Galia, en la provincia de San Luis, cerca de la ciudad de Santa Rosa, en Argentina.

La migración forzada menonita no solo se ha dado por la falta de agua, reconocen algunos miembros de esta comunidad. También obedece a los elevados índices de delincuencia que se registran en esta parte de Chihuahua, donde las células criminales de Gente Nueva y del Cártel Jalisco Nueva Generación, ahora aliados del grupo La Línea del Cartel de Juárez, han comenzado a aplicar cobros de piso a los productores menonitas, quienes han sido el principal blanco del negocio del secuestro establecido en esta zona.

Tras agotar el agua en el municipio de Ascensión se han desplazado 25 menonitas de las comunidades de El Camello y La Salada; 18 salieron de El Valle y La Pestaña, en el municipio de Buenaventura; 15 decidieron abandonar sus tierras de cultivo y viviendas en El Capulín y El Sabinal de Nuevo Casas Grandes, otros 32 han dejado sus propiedades en Buenos Aires, El Cuervo y Las Virginias del municipio de Janos, en tanto que otros 47 dejaron las localidades de Valle La Esperanza, Manitoba Norte y Cerro Blanco, en Villa Ahumada.

La migración de este grupo poblacional también se observa en las comunidades de Los Oasis, Nueva Holanda y El Cadillal de Ojinaga, en donde se estima que 145 personas ya se desplazaron; otros 73 salieron de Las Bombas del municipio de Aldama, 53 más dejaron la comunidad de Los Cienes en Camargo; en Los Jagüeyes, Manzanilla y Santa Clara son 18 los menonitas que se desplazaron, mientras que en Manitoba y Swift Current del municipio de Cusihuiriachi ya suman 24 los desplazados; en Santa Rita y Ojo de la Yegua suman 35 los que decidieron dejar su lugar de origen ante la falta de agua.

El desmedido uso del agua que durante décadas han hecho Los Menonitas en Chihuahua ya les cobró factura a ellos mismos, pues en suma, solo entre 2016 y 2018 fueron 476 los miembros de esta comunidad que han tenido que buscar una nueva forma de vida en otras regiones del país, principalmente en Oaxaca, Durango, Yucatán, San Luis Potosí, Tabasco, Sonora, Sinaloa, Campeche, Quintana Roo, Zacatecas, Tamaulipas y Baja California, donde consideran que aún hay condiciones para sobreexplotar el agua.

En esas regiones a donde se ha trasladado este grupo poblacional, su relación con el uso desmedido del agua no es distinta a la que practicó en Chihuahua. De manera extraña y con la complacencia del gobierno federal, Los Menonitas desplazados se han comenzado a apropiar del agua de las regiones a las que han llegado. El ejemplo más claro es lo que ocurre en el municipio de Hopelchén, Campeche, donde ya son dueños de la mayor parte del agua disponible para consumo humano.

Hopelchén es uno de los 11 municipios que integran el estado de Campeche. Tiene una población de más de 41 mil habitantes, de los cuales el 23 por ciento no cuenta con servicio de agua en sus domicilios. De este modo, mil 600 personas obtienen el suministro de agua de la lluvia, mil 500 se abastecen mediante pipas y otros 6 mil 330 pobladores acarrean agua desde pozos, ríos o manantiales distantes a más de cinco kilómetros.

Al gobierno federal poco le ha importado la escasez de agua en esta región. Además, como ocurre en muchos otros casos, la entrega de concesiones para abastecer a la producción agroalimentaria de empresas de gran capital no ha tenido límites. Los Menonitas ya han comenzado a participar de manera activa en esta industria, cuyas necesidades se privilegian sobre las del propio gobierno municipal en el uso poblacional del agua.

El gobierno municipal de Hopelchén cuenta con autorización para explotar 20 pozos, que generan un volumen anual de tres millones 66 mil 366 metros cúbicos de agua al año, pero la planta agroindustrial —considerando solo 25 empresas— tiene en su poder 28 pozos que producen 15 millones 927 mil 844 metros cúbicos de agua. Eso es poco comparado con el beneficio que obtiene la población Menonita ahí asentada: ellos cuentan con 285 pozos que generan un volumen superior a los 22 millones 369 mil 388 metros cúbicos de agua por año.

El agua que explotan los menonitas en Hopelchén tan solo en un año es equivalente a la que usaría durante más de 13 años la Minera San Xavier, de la canadiense New Gold Inc., que ha consumido el cerro de San Pedro en San Luis Potosí y ha desatado fuertes protestas de ambientalistas.

La sobreexplotación de agua que hacen los menonitas en Campeche —cuya población rebasa las 30 mil personas— no ha causado una confrontación abierta, pero los vecinos ya han comenzado a inconformarse. Y es que en su afán de explotación económica de los recursos, Los Menonitas han ignorado las regulaciones ambientales sin que haya autoridad que los someta.

Solo en la región de Los Chenes se puede observar cómo más de 800 hectáreas de selva han sido consumidas por los 59 aserraderos que Los Menonitas tienen en operación. La devastación de árboles parece imparable pese a que los habitantes del lugar les han clausurado siete aserraderos que ya han contribuido a la alteración de la selva en cuanto a los flujos de agua pluvial.

Los LeBarón, Dueños del Agua en Chihuahua

La línea de investigación sobre la que ya trabaja la Fiscalía General de Justicia del Estado de Chihuahua, para esclarecer el reprobable asesinato de nueve personas miembros de la familia LeBarón, tiene que ver con la confrontación que miembros de esa familia mantienen con productores agrícolas a baja escala de la zona norte de Chihuahua.

De acuerdo a los datos públicos que existen en el REPDA de la Conagua, solo en el municipio de Galeana, miembros de esta familia son propietarios de 31 concesiones de pozos que les aportan 13 millones 486 mil metros cúbicos de agua al año, lo que –por agotamiento del recurso- deja sin posibilidad de riego a cientos de agricultores de la zona.

En el municipio de Buenaventura, los LeBarón son dueños de Un millón 530 mil metro cúbicos de agua que generan cinco pozos concesionados por el gobierno federal, en la localidad de Janos se benefician con Un millón 080 mil metros cúbicos de agua al año que aportan cuatro pozos concesionados, en tanto que en Ahumada se benefician con un pozo que genera 180 mil metros cúbicos de agua al año, lo que ha sido causa de disputas con pobladores locales.

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