El pasado viernes 10 de enero fue detenida y despojada de sus bártulos profesionales, la artista urbana Flor Amargo. Esto ocurrió en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
Es de llamar la atención la falta de capacidad de observación y sentido común (ya no se diga ignorancia), dado que la artista mencionada no suele basar su ingreso en lo que recaude a pie de calle. En todo caso, lo asume como un extra que la gente le comparte, pero nunca convoca o insta a ese hecho en sí.
La ultraderecha recalcitrante mantiene al Bajío del país sumido en un enfoque medieval, y hasta cierto punto fanático de la institución religiosa. Una falta de sentido crítico y proactividad para, lejos de reprimir la cultura y el arte, fomentarlo y difundirlo.
Para esa visión tan estrecha de la derecha, quizá ahora con menos paranoia, aunque no dejan de repetir el patrón, más bien es el temor inconsciente a la prohibición automática: el evitar cualquier tipo de encuentro o reunión de la sociedad civil.
Reprimir el derecho de reunión es parte de su cotidianidad porque su temor es que la ciudadanía se mire a los ojos e intercambie ideas e impresiones.
Así funcionó mucho tiempo en la mayor parte del país, y este esquema aún prevalece en algunas regiones y, el caso del Bajío, concretamente en Aguascalientes, Guanajuato y Jalisco, es un caso peculiar.
Además de ser territorio panista, en el caso de Jalisco, una negociación y alternancia pactadas con Movimiento Ciudadano, curiosamente son estados en los que también “tira línea” de desgobierno el crimen organizado en sus versiones de huachicol y trasiego de sustancias prohibidas.
Todo lo que huela a encuentro civil, ciudadano, recuperación y ocupación de espacios públicos por la ciudadanía, debe ser prohibido, así como lo hizo el régimen de fascismo ascendente de Miguel Ángel Mancera en la Ciudad de México.
Era virtual y brutalmente prohibido el encuentro ciudadano en el Zócalo en dicha ciudad. El arte urbano por supuesto que el exjefe de gobierno capitalino lo reprimió y lo persiguió como algo que no debía tener pulso. La conciencia y ejercicio ciudadanos que cuestionara su autodenominado gobierno, gerencia neoliberal de facto. La oficina trasera de Los Pinos en la ciudad. Así como Hitler mandó quemar libros, de la misma manera la derecha mexicana le niega rostro e identidad a sus gobernados.
El esparcimiento que el arte urbano genera en la cotidianidad de una ciudad es fundamental como parte de un país que se ha desarrollado. Habla de la tolerancia a la multiplicidad de expresiones como parte de un proceso social.
En este caso hablamos de un proceso de reconstrucción de tejido social. Eso es lo que en términos reales genera la algarabía y alegría de unos momentos en el transporte público o en la calle.
Y curiosamente en países desarrollados lo tienen más claro que algunos sectores anacrónicos, y en etapa decadente y terminal en su planteamiento y desempeño político, así como en el en foque que socialmente le dan.
Es decir, la franja medieval de gobiernos conservadores representada por el Bajío es más dada al glamour de la vida nocturna, que tanto animan los socios comerciales y amos políticos de los gerentes impuestos en las respectivas gubernaturas.
De este modo es como los derechos de esta carismática y talentosa artista han sido pasados por alto al realizar una detención y confiscación arbitrarias, aun cuando no estaba lucrando con ello y aun cuando la misma ciudadanía presente pedía a los funcionarios del gobierno de la ciudad de Guadalajara; que le permitieran llevar a cabo su acto.
Ismael del Toro, alcalde de Guadalajara, justificó por supuestas cuestiones de protocolo la actuación de sus funcionarios. Lo cierto es que con la labor que la artista viene haciendo en varias ciudades, incluso del extranjero, el permiso para tocar un instrumento en la vía pública no precisamente los coloca en una posición tolerante, progresista y liberal.
En muchas partes de Europa se encuentra este florecimiento urbano de la expresión artística. Aunque es clara la misma línea del gobierno estatal encabezado por su correligionario Enrique Alfaro.
En las redes trascendió que el alcalde ofreció a Flor Amargo su apoyo en lo que le fuera posible respaldarla en su labor, y manifestó su interés por fomentar este tipo de actividades artísticas, a lo que esperamos no sea mero discurso mediático. Sería deseable que el alcalde haga cumplimiento cabal de su palabra.