Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió su Primer Informe de Gobierno. Lo rinde en un escenario nacional en el que la delincuencia y la violencia que se vive en el país va en aumento, en un país en donde al gobierno federal no le importa que niños enfermos de cáncer mueran por desabasto de medicamentos, para ahorrar una cantidad irrisoria y cubriéndose en una corrupción de gobiernos anteriores, según su dicho.
En un país, en donde un diputado federal y el director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México hace apología del delito, defendiendo a un grupo que, en su momento, asesinó a un empresario.
En un país en donde al director de la Comisión Federal de Electricidad se le encontraron irregularidades en sus declaraciones patrimoniales. En un país en donde el primer mandatario llama “conservador neoliberal” al capitán de un avión por expresar su sentir y su punto de vista ante un problema visible a todo mundo.
En fin, es lamentable lo que se vive en los días presentes. Cada día los disparates que se dicen en las llamadas “mañaneras del presidente” son de poca credibilidad. Las cifras estadísticas del aumento de la violencia son de preocupación y los actos de corrupción que todos vemos, menos aquél que dijo que llegando al poder desaparecería la corrupción, porque la “barrería de arriba hacia abajo”.
Y es que es claro que al presidente de la República no le interesa el bienestar de la sociedad. Para él no son “primero los pobres”, como tanto dijo en campaña. A él sólo le interesa ser el centro de atención en los medios de comunicación. La ambición que tiene de poder lo ha enfermado, al grado de dejar de lado aquellas propuestas que en algún momento lo llevaron a estar donde está ahora.
La economía se encuentra peor que en muchas otras etapas de la historia contemporánea de México y, obvio, habrá quien defienda la actual administración. Habrá personajes que dirán e inventarán cosas por defender lo indefendible, pero la realidad es otra.
Esa realidad en donde en redes sociales el “bando” a favor del presidente exige la renuncia de una piloto que hiciera una broma, de mal gusto, lo admito, pero que se quedó en eso, en una broma, y aplauda a un Salmerón que llama héroes a un puñado de personas que, sin miramiento, asesinaron a un empresario del norte del país.
Ese bando que crucificó a Angélica Rivera cuando la flamante periodista Carmen Aristegui dejó al descubierto una casa manchada por corrupción, pero que ofende a Carlos Loret de Mola por cuestionar las propiedades de Manuel Bartlett.
Ese mismo bando que criticó hasta el cansancio al entonces secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, porque no encontró nada en la investigación que se le hiciera a Enrique Peña Nieto, pero aplaude y alaba a la actual titular de esa dependencia, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, cuando declara que todas las propiedad del director de la Comisión Federal de Electricidad son producto de su trabajo como funcionario público.
El 15 de septiembre ya pasó. Los ¡vivas! que lanzó López Obrador fueron arengados y respondidos por una cantidad considerable de asistentes, muchos de ellos por iniciativa propia, otros, aunque lo nieguen, acarreados para no olvidar las viejas mañas del Partido Revolucionario Institucional.
Dentro de esos “vivas” que arengó López Obrador se encontraron la democracia, a la que él le dio validez sólo cuando ganó; a las comunidades indígenas, que tiene en total abandono su gobierno; a la fraternidad universal, que cada que puede lo olvida al denostar a aquellos que no piensan como él, poniendo calificativos como “fifís”, “neoliberales”, “conservadores”.
No presidente. Un jefe de Estado no debe expresarse de esa manera, ya que un verdadero líder gobierna para todos, para sus seguidores, sus detractores, los llamados neutrales, siempre buscando el beneficio para todos, y no sólo para un sector que aplaude sus ocurrencias.
En lo personal, el llamado “Grito de Independencia” de este año fue una fecha que pasó desapercibida. No tuve ningún interés por verlo porque sólo era exaltar el ego de una persona que está llevando al país a una crisis de la cual será difícil recuperarse.
Una persona que no le interesa el medio ambiente, los niños y jóvenes, que le da igual el progreso y el desarrollo cultural y científico, y una persona que se muestra indolente ante todas las atrocidades que ocurren día con día desde que él tomó posesión del gobierno.
Espero que en algún momento entienda que él no es Luis XIV, el llamado Rey Sol, para que con sus actos quieran dar a entender que el Estado es él.
Señor presidente, recuerde que el final de los dictadores y de aquellos que hacen oídos sordos no ha sido muy bueno. Ojalá recapacite porque usted es privilegiado al tener el honor de gobernar un país tan rico en biodiversidad, cultura, costumbres y, sobre todo, tiene gente amable, sociable y dispuesta a ayudar siempre que sea en beneficio del propio país. No lo olvide.
Twitter @JuanAlberto3035