Por Redacción Reversos
La construcción y la representación de las otredades ayuda a definir la identidad propia y pueden significar narrativas de épocas enteras, incluida la confrontación entre civilización y barbarie presente en la literatura de América Latina durante el siglo XIX, afirmó la doctora Silvia Pappe Willenegger, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“El estudio de los otros, su construcción y su representación no son nuevos; la otredad es un concepto que se ha empleado en antropología, filosofía e historia para reconocer a seres que no forman parte de una comunidad”, dijo en el XII Encuentro Internacional de Historiografía. Representación de la diferencia en el discurso histórico: exclusiones, sometimientos y resistencias.
La académica del Departamento de Humanidades de la Unidad Azcapotzalco agregó que la visión crítica y la autocrítica en la investigación científico-social sobre la otredad incursiona en el campo de la representación: “cómo es representado el otro, por quiénes, con qué intenciones y, sobre todo, mediante qué criterios”.
Estos análisis implican, a su vez, un observador que, sin contar con un punto de observación externo, se ve a sí mismo en relación con unos, consigo mismo y con otros, pues en el estudio del tema se habla de dimensiones que requieren de un alto grado de autoobservación y que implican, “además de aspectos culturales, sociales, políticos e ideológicos históricamente constituidos, otros en especial éticos con los que se pretende marcar una distinción y una cierta pureza desde una visión libre de prejuicios e imposiciones socioculturales e ideológicos”.
Pappe Willenegger contrastó la creciente complejidad del estudio de las representaciones de la otredad y dijo que de las representaciones simbólicas –en alusión a representaciones escénicas– han surgido fuertes críticas por parte de ciertos grupos que confunden la representación de un “otro real”, es decir, con vínculos con la realidad, con la de un “otro simbólico” que, si bien no excluye estos vínculos, no se limita a ellos.
“Resulta obvio afirmar que la representación no es igual a lo representado: un mapa no es igual al territorio; la pintura de un paisaje no se puede confundir con éste y un actor no es el personaje que representa”, añadió en su ponencia Representación de la otredad, representación de la diferencia.
“¿Por qué en una representación contemporánea de Otelo, éste ya no necesariamente debe ser representado como negro, sino que puede ser interpretado por una actriz blanca? ¿Hasta qué grado, figuras que representan marginación, exclusión, poder, traición o engaño son intercambiables en sus aspectos históricos, culturales y en sus rasgos físicos?”.
Para representar una otredad, una alteridad, desde ciertos puntos de vista y experiencias históricas incompatibles “requerimos de instrumentos de análisis cada vez más finos”, concluyó.
En la Mesa Discusiones en torno a la construcción historiográfica de la identidad y la diferencia del Encuentro organizado por el Posgrado en Historiografía de la Unidad Azcapotzalco, también participaron la doctora Margarita Olvera Serrano, docente del Departamento de Sociología de esa unidad universitaria; la doctora María Isabel Martínez Ramírez, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Karla Alejandra Pinal Rodríguez, doctoranda en Historia por la Universidad de Guadalajara.