Por Marco Jiménez
Foto: Edgar López
La mayoría de los políticos mexicanos actuales y de décadas atrás (incluso más de un siglo atrás) se han caracterizado por su subordinación y entreguismo de los recursos del país, a las corporaciones, principalmente a Estados Unidos.
He oído a algunas personas que sin el capitalismo no estaríamos tan bien como estamos o que es un mal necesario, y puede que tengan razón, sin embargo, la clase política mexicana ha sido tatuada como el ganado se tatúa, quemando la piel con un identificador al rojo vivo, con dolor para que sepan quién manda y a quien tienen que servir para traicionar al país que representan y el cual tienen el poder de decidir por la mayoría, aunque sus decisiones sean erróneas y afecten los intereses nacionales.
Esto es más claro desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, donde vendió empresas estatales y de ahí se dio el auge de algunos de los hombres más ricos de México, como es el señor Carlos Slim.
Por otro lado, este sexenio ha sido el de mayor subordinación y entreguismo se ha dado. Prácticamente los recursos naturales son de Canadá y Estados Unidos. Canadá tiene un poder descomunal con las minas en nuestro país.
Este entreguismo, si no mal recuerdo, se dio después de que a principios de este siglo se propuso que nuestra moneda fuera de plata para garantizar una menor devaluación o afectación de mercados internacionales a nuestra moneda. No entraré en pros y contras, pero sí en que el admirado Justin Trudeau no se ha pronunciado en contra de la contaminación que dejan las mineras canadienses en el suelo Mexicano.
Ahora con Estados Unidos hasta agentes de inteligencia se pasean por nuestro territorio agarrando a grandes capos, o nuestros políticos creando planes de protección para que los centroamericanos indocumentados no lleguen a Estados Unidos, porque también en eso les hacemos el trabajo con nuestros recursos y sin pedir absolutamente nada a cambio, solo protección de Estados Unidos a algunos políticos mexicanos y sus fortunas, como el caso del ex presidente Ernesto Zedillo el cual se demostró su parcial culpabilidad en la masacre de Acteal, la demanda fue desechada.
Actualmente el mayor servilismo de la clase política de Peña es que se vaya como un “gran presidente”, con grandes logros, e hicieron todo lo posible para crear un tratado bilateral de libre comercio que, sin duda, beneficiara a nuestros vecinos del norte y como siempre afectara la economía de la población mexicana.
Peña, sin embargo, se sentirá orgulloso de seguir siendo la alfombra de Trump, el cual nos hizo buylling desde el inicio de su campaña presidencial, pero eso sí, nuestro gran “aprendiz”, Luis Videgaray, siempre fiel a sus ideales de vender la patria, dirá que es uno de los mayores logros en la historia de México. Me gustaría saber qué opina su hermano, el conductor Eduardo Videgaray, si lo criticará, ¿o dirá que nos dejaron ir “La Corneta”?
Por último, ¿que pasará en este nuevo sexenio que está a nada de empezar, pero que la mano santa de Andrés Manuel López Obrador no quiere entrar en persecuciones o conflictos para destapar este tipo de corruptelas o traiciones a nuestro país?
Ya ven que dijo que no hará persecuciones en el caso de Odebrecht, o que José Antonio Meade, desde que se juntó con él, “es bueno” y una excelsa persona.
¿Qué nos deparará el futuro con tanto traidor a la patria? ¿Se pueden jugar? Por supuesto que sí. También al presidente, con el Artículo 108 de la Constitución, el cual estipula la traiciona a la patria.
Sin embargo, nos haría quedarnos sin políticos al mando de este país y sin sus familias, lo cual sería un bien, pero es una utopía lo que digo, ya que habría más traidores, más corruptos e inclusive mayor miseria, porque llegan unos y otros peores vienen atrás.
Así es nuestro México traicionado en todos sus niveles por quien puede y donde se puede. Andrés Manuel, te pido que con tu manto sagrado los hagas tan buenos como cuando se juntan contigo, porque el amor y la paz reine en este país, porque con tu amor la traición no se dé y juntos recuperemos lo que es nuestro, nuestros recursos, nuestras minas, nuestros tranquilidad y sobre todo nuestra dignidad que como país se ha perdido por una clase política agachona, entreguista y sumisa.