INE cierra la puerta a narcopartido de los Calderón

Por Guillermo Torres 

Contra todo pronóstico, el Instituto Nacional Electoral (INE) rechazó el registro como partido político nacional a “México Libre”, promovido por el capo-operador político del crimen organizado, Felipe Calderón Hinojosa.  

Es un hecho del todo inusitado, ya que, si bien la presión social ha sido contundente, dado que el INE de manera recurrente y habitual se reivindica como ‘poder fáctico`, y su titular, Lorenzo Córdova, nunca ha reparado en negociar en lo oscurito y pactar con la línea antidemocrática del espectro político electoral, cualquiera que sea su filiación política. 

De este modo, existe una considerable posibilidad de que se haya votado por mayoría hacia adentro de dicha institución, para negar el registro del brazo político del crimen organizado, por las consecuencias y costos políticos que pudiera tener más adelante con el juicio en ciernes en contra de Felipe Calderón en Estados Unidos.  

Lo cierto es que la coyuntura política y social por la que pasa México en estos momentos implica un cambio de mentalidad y conciencia social sin precedentes.  

Es un hecho que en este país las cosas están tomando nuevos matices de fondo, de gran profundidad, no como una cuestión cosmética y laxa como en otros momentos de vendió a la opinión pública. Esta misma, hoy en día, además de estar considerablemente politizada, ya es muy difícil manipularla. 

Por lo menos a la ciudadanía consciente de que el antiguo régimen dejó al país al borde del caos total y la disolución de la soberanía y las garantías ciudadanas, dejando al Estado de Derecho en la categoría de objeto de museo. 

Hoy, el conservadurismo no solamente pasa por una crisis operativa contundente, sino que goza de un desprestigio y desacreditación históricas. 

La negación del registro a un personaje de la política mexicana, rodeado de una connotación dictatorial y represora, rompe no solamente con la posibilidad de que el crimen organizado continúe representado por este, sino que cancela también con la espiral de fascismo ascendente tan delicado como el que en su momento operaron desde las entrañas de las instituciones gubernamentales.  

Ahora, bajo el velo de una presunta oposición se trabajaba por la consolidación de un autodenominado “movimiento” sin planteamiento político alguno, basado en la agitación y la manipulación de argumentos falsos, mitos que invitaban a la arenga, a la irracionalidad, al encono y a la balcanización del país.  

Esto, al tener como principal apoyo –por lo menos el públicamente más visible– del empresario Gilberto Lozano, un polémico personaje que, más que líder del autodenominado Frente Nacional Ciudadano, ha fungido como artífice de la confrontación y el terror social, promotor de la violencia y el terrorismo; de la invitación a atentar en contra de la integridad y vida de la figura presidencial.  

Esta agrupación había planteado en su estratagema comunicacional y de imagen una semiótica que parte del fanatismo de Felipe Calderón hacia el automovilismo. Los colores y logo de sus textiles del narco-partido emulaba una conocida marca de automóviles deportivo y, en consonancia y continuidad con ello, fue que fundaron su frente apólogo de la violencia y el encono social.  

Por ello fue que de manera recurrente sus “manifestaciones”, que más bien eran reuniones de afectados por la democratización de México y la justicia social, para eso salían en automóviles, y por ello el personaje enajenado de Gilberto Lozano aparecía públicamente con una casaca propia del deporte automovilístico. 

Si bien la derecha estaba ya en una posición obligada a operar de manera proactiva y objetiva, en planteamientos y propuestas que abonaran al proceso social y político, si aún aspiraban a sobrevivir y mantenerse a flote.  

Con este hecho recién ocurrido el pasado viernes 4 de septiembre, hoy más que nunca está en la obligación de reformarse y replantear su modus operandi, así como sus propuestas en todos los planos de la vida nacional. O bien, decantarse por su mayor vocación, con más irracionalidad que nunca, por su vocación criminal. 

Y es que es de dominio público que, en usurpación de las instituciones públicas, sin el menor reparo y calidad moral, han sido capaces de bañar en sangre el país y sembrar el terror para mantener a raya a la disidencia y controlar a la ciudadanía.  

Por lo que ahora habrá que estar muy atentos a lo que en lo subsecuente intenten, pero sobre todo de tener una participación y ejercicio ciudadanos en lo relacionado a temas de interés público. 

Hoy más que nunca México requiere de la renovación de la vida pública y la conformación de cuadros emanados del pueblo con toda la legitimidad y representatividad.  

Por ello esta razón, será interesante al desenvolvimiento y enfoque que por fin tenga a bien Morena para estar a la altura del respaldo que necesita la Cuarta Transformación, de base, para dar continuidad y contundencia a su proyecto de nación. 

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