¿Habrá que aplicar tantita xenofobia futbolera en México?

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

Hace tiempo escribía en este mismo espacio de Reversos, y en plena coincidencia con muchos periodistas del medio, de que el arco de los equipos mexicanos vivía una fase de supraextranjerización, perjudicando a grandes rasgos las posibilidades de los cancerberos mexicanos en los clubes de primera división.

Argumentaba también que los porteros mexicanos poseen cualidades técnicas, tácticas y físicas con los estándares y los blasones de primer orden como para jugar en primera sin problema alguno; incluso, citaba algunos nombres que desde un punto de vista personal estaban en la vanguardia de la portería del seleccionado mexicano de cara al futuro.

Esta semana, el diario deportivo Récord publica una nota titulada: “Delanteros mexicanos, en peligro de ‘extinción’[if !supportFootnotes][1][endif], en la cual se exponen ciertos elementos que desde la óptica del análisis, especialmente respecto de los artilleros (los killers encargados de hacer gol) mexicanos padecen en cuestión de no tener los minutos suficientes, las oportunidades necesarias y los tiempos de maduración y evolución que solamente jugando constantemente en primera división un futbolista puede trabajar, pulir, entrenar y mejorar en la cancha, en los partidos y en el gimnasio.

El año pasado, por citar uno de mil ejemplos que desde hace tiempo y ahora en el futbol mexicano se vive, el Atlas de Guadalajara abusó de darle la oportunidad de maduración, de adaptación, de consagración, e incluso de empatía con la afición, a un jugador que mostró muy poca determinación, hambre, convicción, entrega y disposición, como Gonzalo Bergessio.

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Desde entonces yo me ponía a pensar que por qué no esa confianza, esa espera y esa apuesta se hace por un jugador mexicano (y si es joven, mucho mejor), y más, en un club con una de las canteras históricamente más importantes del balompié nacional como el Atlas, y además en una región dotadora de centros delanteros de gran calado como la ciudad de Guadalajara.

Cruz Azul también nos puede dar ejemplos concretos de apuestas infructuosas sobre delanteros extranjeros que pasarán a la historia de La Máquina poco recordados por los mismos factores anteriormente citados, como Biancucchi, Alemao, Edixon Perea, Nicolás Bertolo, etc.

Aquí la pregunta en el contexto del futbol mexicano debiera ser: ¿Todos los clubes del futbol mexicano tienen gente como Gignac, Mauro Boselli, ´Tito´ Villa como delanteros artilleros?

Ese tipo de jugadores foráneos son bienvenidos siempre por su estilo de juego, su ataque aéreo, su movilidad de área, su olfato de gol, su categoría, su peligrosidad, su espectacularidad.

Si nos vamos a la historia, gente de poliendas altas por su historia ofensiva en el balompié nacional como Cabinho, ´Tuca´ Ferreti, Osvaldo Castro, José Saturnino Cardozo, Luis Gabriel Rey, siempre le harán bien al futbol mexicano.

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El problema viene con delanteros de poca jerarquía ofensiva que merman la posibilidad de trabajar en cancha con delanteros mexicanos de potencial interesante.

 

La polémica de David Izazola

Recientemente y sin muchos reflectores David Izazola (ex jugador, canterano de Pumas, mexicano y con un futuro deportivo truncado) anunciaba su retiro[if !supportFootnotes][2][endif] con mucha pena personal, con mucha frustración y decepción del medio futbolístico nacional y con mucha tristeza, porque a consideración de este ex futbolista no tuvo las oportunidades ni los minutos suficientes como para mostrarse y aspirar a competir por un puesto en el 11 titular de un equipo de primera división mexicana, o incluso los Pumas.

El caso de Izazola me hace reflexionar en la inmensidad de jugadores mexicanos con potencial, con capacidades técnicas, con procesos formativos implícitos y bien encausados, con nivel de juego, con preparación mental para cumplir un reto de primera división, y de la noche a la mañana perder ese brío de capacidades por un sistema de futbol que está favoreciendo al jugador de mediano nivel del exterior, desgraciadamente, no tenemos la capacidad ni ostentamos la galanura competitiva como para reclutar en nuestras filas a la elite del futbol mundial, en proporción. El 60 por ciento de los extranjeros en México son jugadores medianitos en todos los sentidos.

Progresivamente las consecuencias deportivas salen a la luz pública desde los fracasos de las selecciones nacionales mexicanas, como la mayor en la reciente Copa América, o lo que pasó esta semana con la Olímpica. No es tema menor que muchos de los jugadores que van a selectivos mexicanos no jueguen. He ahí las explicaciones de los resultados adversos.

 

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