Guerreros Aztecas, futbol para todos

Texto y fotos por Elena Carbajal y Karina Hernández

César intentó levantarse y sintió un jalón que le ocasionó un fuerte dolor. Vio su pierna en medio de sangre, tenía la rodilla deshecha. Decidió arrastrarse detrás de un refrigerador para salvar su vida.

Aquella noche, a sus 20 años de edad, una bala impactó su cuerpo mientras trabajaba en una taquería. César, mejor conocido ahora como “Capi”, llegó al hospital con una posible fractura. Tras someterse a una cirugía de nueve horas, donde le colocarían injerto de piel que iba de la rodilla al talón, su estado empeoró.

Los doctores detectaron coágulos y peligro de sufrir una trombosis, así que solicitaron su autorización para amputar la pierna izquierda. “Yo quería vivir, no me importaba si tenía la pierna o no, yo quería vivir.” 

Aferrarse a la vida después de perder una pierna, podría decirse, es uno de los lemas de los jugadores de Guerreros Aztecas. Más allá de verse como compañeros, se ven como familia y están allí para apoyarse. Aún sin conocerse, cuando cada uno perdió su extremidad, todos tienen la misma meta: seguir viviendo sin importar las circunstancias.

Este equipo de futbol fue creado en 2013, llamado Águilas Reales del DF. Un par de años después cambiaron su nombre a Guerreros Aztecas. Su principal característica son los integrantes, hombres que, pese a diversas circunstancias, han perdido una extremidad de su cuerpo. Pero aseguran que al llegar al equipo logran olvidar los problemas con los que cargan. Les ha ayudado a darse cuenta que pueden hacer grandes cosas.

Las noches de los martes y jueves, en el DIF de la Alcaldía Venustiano Carranza, son dedicadas a sus entrenamientos, mientras que los sábados practican en un deportivo cercano al Metro Jamaica. Vivan cerca o lejos, hacen todo lo posible por no faltar, por estar presentes siempre para el equipo.

De este modo, cuatro de los jugadores han logrado ser parte del equipo representativo de México en la XV Copa del Mundo, la cual inició el 27 de octubre y se disputó en San Juan de los Lagos, Jalisco.

Es dirigida por la Federación Mundial de Fútbol Amputado, se juega cada cuatro años y ésta ocasión tuvo la participación de 24 países. El equipo mexicano logró llegar a la semifinal, pero perdieron el pase a la final al caer con un marcador de 4-0 frente a Turquía.

Diego, mejor conocido como “Charal”, tiene 29 años. Perdió su pierna en 2008, cuando trabajaba como repartidor de Pizza. Un día de trabajo, fue arrollado por un taxi y, cuenta, perdió la pierna al instante, aun estando consciente. Desde allí asimiló que su vida no sería la misma.

Llamó a su hermana y después a una ambulancia, fue atendido en la Cruz Roja. Cuando lo dieron de alta, estaba delgado, su condición física había decaído, por eso lo apodaron “Charal”. Luego del desaliento por el accidente, logró salir adelante con el apoyo de su madre y hermana.

Seis años después de su accidente, un vecino lo invitó a jugar en un equipo de amputados en Texcoco. Allí conoció a Julián en un partido amistoso, y fue él quien lo invitó a ir con “Guerreros Aztecas”.

Julián es uno de sus compañeros y, actualmente, su mejor amigo, casi hermano, según sus palabras. Es colombiano, recibió una operación en su país para poder seguir jugando futbol debido a una lesión en los ligamentos de la rodilla izquierda, pero una negligencia médica le ocasionó gangrena y perdió la pierna.

Para Diego, volver a jugar fue una nueva oportunidad para mantenerse en forma, así como de conocer una segunda familia. Comenzó poco a poco, primero con muletas convencionales, después Julián le regaló los bastones para jugar, Diego se encargó de practicar y volverse mejor. Su mamá y hermana lo apoyan mucho, pese a que al principio no estaban de acuerdo en dejarlo practicar.

Carlos Espinoza es el entrenador del equipo desde 2015. Mientras veía un reportaje sobre quienes antes eran Águilas Reales del DF, dos de sus tíos y él mostraron interés en apoyarlos. Asistieron a una práctica. Su tío, al tener experiencia con equipos, fue invitado para brindar entrenamiento. Carlos asistía con él y poco a poco fue adentrándose en el mundo del futbol para amputados. 

Juegan 7 vs 7, siguiendo el reglamento de dicho juego, adaptando algunas reglas a sus condiciones, por ejemplo: usar el uniforme. Es importante reconocer el equipo al que pertenecen; hacer uso de bastones y evitar tocar el balón con ellos durante el juego.

Dentro de Guerreros Aztecas, se les pide cuidar su imagen, tener conciencia, y hacerse responsables de las publicaciones hechas en redes sociales. Esto debido a que han participado en exhibiciones para niños, los cuales ahora los ven como grandes ejemplos, han transmitido a ellos que los límites los pone uno.

Jorge tiene 31 años. Hace 19 fue diagnosticado con cáncer. Tenía un tumor maligno afectando el músculo y los vasos sanguíneos de su pierna. Estuvo tres meses intentado salvarla. La lucha fue en vano. Después de la operación y rehabilitación, continúo con su vida, no se puso barreras. Al contrario de lamentarse, tenía más ganas de seguir adelante y llevar la cara en alto.

Se adaptó a su nueva vida. Dejó de ir a la secundaria para hacer ejercicio en un parque. Un día se le acercó un señor, le dijo que llevaba tiempo viéndolo y quería invitarlo a jugar en un equipo de amputados.

Jorge no lo tomó muy bien. Sintió una burla por parte del extraño. Sin embargo, cuenta que la curiosidad mató al gato. Le pidió informes y buscó al equipo. No le costó trabajo empezar a jugar, él seguía jugando con sus amigos del barrio, sólo que ahora se sentía igual a los demás.

Entre ellos han buscado el modo de salir adelante como equipo y apoyarse económicamente. Trabajando en semáforos, vendiendo dulces, lavando carros o empleos que llegan a conseguir. Parte de sus ganancias las dan para comprar bastones, pagar transporte cuando tienen juegos fuera de la ciudad o apoyar a Carlos cuando sale a los cursos en Pachuca. Llegan a recibir donativos y, aseguran, el gobierno no los ha ayudado por falta de presupuesto.

Daniel, de 28 años, proviene de Oaxaca. Muchos le dicen “Toro”, no por robusto, sino por la razón de su amputación. Él era jinete de toros. A sus 20 años, durante una feria, cayó mientras montaba. Su pierna derecha recibió el peso del toro y fue fracturada. Al igual que Julián y algunos de sus compañeros, fue víctima de una negligencia médica y no pudieron salvar su pie.

Para “Toro” fue difícil asimilar perder una extremidad, pues él trabajaba en el campo, por lo tanto, generar sus ingresos se volvió complicado. Entró en depresión y decidió mudarse a la capital. Llegó con su padre, quien ya vivía aquí. Se instaló con él mientras buscaba trabajo. Primero vendía paletas en los cruceros, puentes, donde tuviera oportunidad, a veces se iba al Estado de México.

Tenía ocho meses de haber llegado a la ciudad cuando un ex compañero del equipo se acercó a él. Lo invitó a jugar, “Toro” aceptó. Fue a probar, le gustó y se quedó. Para él, volver a jugar fue “muy bonito”. No lo podría creer, pero logró olvidar sus problemas y comenzó a sentirse normal.

Actualmente se siente feliz, capaz de hacer muchas cosas, busca ayudar con su experiencia. Se enorgullece de contar su historia, pues el equipo a veces visita escuelas y, aunque los niños resultan sorprendidos, terminan por admirarlos.

Para los Guerreros Aztecas ha sido un logro asistir a torneos. Para ellos los obstáculos no existen. “La discapacidad la crea uno, y una mente grande crea grandes cosas”, asegura “Capi”. Se esmeran en ser mejores, entrenan y trabajan duro, pero no olvidan que su mayor victoria es seguir viviendo.

Related posts