En muchos espacios del discernimiento periodístico, académico y sociopolítico del mundo, que va desde las revistas más sofisticadas de la ciencia política europea, británica, china, rusa y desde luego la moderna politología estadounidense, hasta sitios como Sputnik, Russia Today, la CCN o la BBC.
Y en ese reducto, incluyendo muchos puntos de vista personales, la mayoría de ellos plasmados en esta revista digital semanal de Reversos, hemos acudido a citar las características ideológicas, las convicciones fundacionales y la razón histórica del patrón ideológico tradicional estadounidense que define la personalidad política de Donald Trump.
El espectro económico dibuja con claridad el modus operandi de las políticas socioeconómicas más trascendentales de los últimos tiempos en Estados Unidos.
Una visión alternativa para dar una explicación de ser de la existencia política de Trump es pensar en una personalidad que pudiera conjugar la parte estricta de un jefe de Estado derivado de un ala conservadora, tradicional, fundacional y altamente estadounidense, pasando por un tufo de permisibilidad hacia decisiones políticas derivadas de mandos militares.
En ocasiones, Donald Trump da la impresión de ser un jefe de Estado dictatorial, venido de la milicia. Soy enfático en aludir a que no resulta extraño que parte de la indignación estadounidense por el tipo de presidente que tienen ahora se deriva de pensar en las aristas militares que definen el modus operandi del Estado norteamericano.
Un tinte fascista puede quedarse corto ante lo que la plana mayor del Estado norteamericano junto a Donald Trump puede planear ante el mundo.
Es ese sentido cobra un sentido más amplio la definición de Trump y los circuitos de acumulación del capital que le impulsaron desde su etapa como aspirante, más su base social más genuina, de enarbolar un método de política más hacia el neointervencionismo, la regulación de ciertos sectores económicos disfrazado de un “continuismo” de los ideales de libertad económica pregonados desde siempre en la maquinaria mediática estadounidense hacia el interior y el extranjero, el aspecto coyuntural nacionalista que definen ciertos sectores económicos al interior de Estados Unidos que han definido la trayectoria histórica del mercado norteamericano y sus líneas de expansión (léase dominio) por el mundo, e incluso sus patrones y valores socioculturales más relevantes.
¿Entonces, lo anterior, a qué vendría? A que ante el declive progresivo y dominante en materia comercial, financiera, industrial, bancario y bursátil de los apellidos estadounidenses por el mundo de los últimos años, en medio del ascenso progresivo y voraz chino, conjuga el requerimiento de una personalidad y un banquete de dirigentes objetivados en Secretarios de Estado, ideólogos como Steve Bannon y operadores políticos y militares, muchos de ellos en puestos de Estado, como Mike Pence y Mike Pompeo, con Donald Trump a la cabeza, para revertir esa fragilidad (visualizada desde una vulnerabilidad aparente en las instituciones del Estado norteamericano desde las épocas de Bush y Obama), para poder hacer frente a su vez a ese ascenso incuestionable en el plano espacial, militar y comercial de China y Rusia respectivamente (muy a pesar de ciertas líneas de entendimiento, no necesariamente declarado, entre Putín y Trump).
Está claro que China es ya la potencia económica del mundo, el taller capitalista del planeta entero; además China es ya el primer inversor en metales, dólares, euros y derivados del planeta. Estados Unidos acepta esta condición, pero intenta rescatar su faceta dominante del mundo.
Los estadounidenses saben de la necesidad de un Estado fuerte, de sellos militares, combativos, nacionalistas, muy a pesar del dolor, los riesgos y el peligro de las nuevas banderas ideológicas americanas por el mundo entero. El planeta, y en especial regiones como América Latina siguen padeciendo al animal en bruto estadounidense.
Son casi todos los escenarios de intervencionismo, espionaje, control de mercado, influencia dominante, que tiene Estados Unidos por el mundo donde ya hay una correspondencia china o rusa; ya no está solos en su espacio de dominación global. Coexiste una fragilidad geopolítica clara de Estados Unidos; ¿Es quizás esta, la razón de ser de Donald Trump?