Por: Armando Leal
…la bella durmiente que entregada al sueño
no se da cuenta de la proximidad del príncipe que se apresta a liberarla.
WALTER BENJAMIN
Hace una semana el presidente Andrés Manuel López Obrador realizó una serie de declaraciones en torno a la Universidad Nacional Autónoma de México, el mandatario afirma que se ha vuelto conservadora y neoliberal, las afirmaciones han generado diversas respuestas, tanto de opinadores, comunicólogos, periodistas, egresados de la UNAM, hasta la derecha ‒enemiga acérrima de la universidad pública.
Las opiniones en torno a las declaraciones del mandatario van desde la defensa a ultranza de la UNAM, se han desgarrado las vestiduras personajes como Quadri, panistas y diversas huestes neoliberales hasta Hernán Gómez. En redes sociales se dio un aluvión de manifestaciones en respaldo de la indefensa UNAM, profesores, investigadores, alumnos… los universitarios al pie de lucha.
El aluvión volvió una entelequia a la UNAM, es una universidad plural, aquí emergió el movimiento estudiantil de 1968, los movimientos de 1987-1987 (CEU), los de los 1992 (CEU), 1999 (CGH), la emergencia de la nueva lucha feminista hasta la elaboración del pensamiento crítico al neoliberalismo.
La pluralidad se vuelve un concepto vació, es cierto, la UNAM es un espacio plural hay priistas, panistas, perredistas, morenistas, izquierda no partidista, ecologistas, veganos, feministas, trotskistas, maoístas, leninistas, latinoamericanistas, guevaristas, marxistas, gais, no gais, transexuales, heterosexuales, jóvenes… decenas de miles de jóvenes, adultos, viejos, no tan viejos, indígenas, varones, mujeres… conservadores, no tan conservadores, progresistas, centristas, radicales de izquierda y radicales de derecha… hasta la neutralidad.
Se dice con insistencia que la UNAM es el reflejo de México ‒se agregó, que las universidades son el reflejo de México‒ lugar común donde cabe todo y en ese instante está la nada. Pero sí, tal vez sea cierto, la UNAM es el reflejo de México, la corrupción está presente en la forma en que la burocracia dorada maneja el presupuesto, así como el clasismo, el legítimo deseo de ascender socialmente hasta tener éxito.
En la cantidad de profesores que permiten que sus adjuntos impartan clases, en la forma en que esos docentes forman a sus estudiantes, que, bajo la libertad de cátedra, puedo hablar más de una hora de lo que me ajuste, sin que ello cubra el programa de la materia. Si soy “experto” en la mancha derecha del frijol solo hablaré de ella durante todo el curso, aunque el programa trate del total de las leguminosas.
La UNAM es un espacio plural; sin embargo, llama la atención que esa diversidad solo alcance para el nombre, mientras más del 70 por ciento de su planta docente recibe mensualmente 1,600 pesos por impartir 4 horas clase, un selecto grupo de académicos e investigadores recibe salarios que superan los 20 mil pesos: la aristocracia azul y oro. La multiplicidad de ideas, ideologías y posiciones solo da para tener dos sindicatos charros, uno dirigido por un eterno secretario general y el otro solo es un membrete.
Las condiciones salariales de la planta docente demandarían una HUELGA. Es de los profesores de asignatura de los que depende LA actividad sustantiva de la Universidad, pero… ¿hace cuántos años los afiliados del STUNAM o las AAPAUNAM no han llamado a un paro de labores? Será porque el lumpen-docente realmente no es importante en la pirámide universitaria.
La UNAM es el reflejo de México, hay una burocracia dorada, aristócrata, donde el apellido pesa, si eres hijo de un connotado investigador tu destino te llevará a ser otro investigador connotado: si tu nombre de pila va acompañado de Villoro, la causa cambia radicalmente, aunque tu padre era un exiliado republicano y a ti solo te alcance para ser un cacique intelectual de las letras con diversos salarios. ¡Educación primero, al hijo del obrero!
La UNAM es un espacio plural, para ser parte del distinguido cuerpo académico de tiempo completo o definitivo, ‒sin tener que pasar por el engorroso trámite de renovar tu contrato semestralmente o bien, enterarte que el coordinador académico decidió no programarte, porque la materia se la dio a su cuate, como le sucede al lumpen-académico‒, es necesario pasar por un concurso, donde el comité elige al recién doctorado, amigo y beneficiario del grupo de poder en turno. ¡Pero la UNAM es plural y diversa!
Entre las airadas defensas de esa entelequia UNAM, está aquella que confirma que se han escrito decenas miles de papers, casi millones de letras en tesis de licenciatura, maestría y doctorado… y libros que son producto de proyectos de investigación donde se reflejan las principales (y sesudas) críticas al neoliberalismo, por la democratización del país, contra el régimen autoritario. Sin embargo, nuestros distinguidos egresados, docentes de tiempo completo e investigadores funcionan laboralmente bajo la lógica de las CORCHOLATAS.
La productividad y eficiencia es el leitmotif de la investigación, para acceder a una mejora salarial la élite puma ‒esa que los domingos se reencuentra en la sala Nezahualcóyotl‒ tiene que entregar decenas de artículos de investigación, hacer como que asesora a decenas de estudiantes (todos al mismo tiempo), participar en comités académicos y otras cosas más para INDIVIDUALMENTE triunfar. Cada artículo, asesoría de tesis u actividad universitaria se traduce en una corcholata que el investigador o docente intercambia anualmente para incrementar sus ingresos. ¡Pero la UNAM no es neoliberal, solo productiva, eficiente y corcholatera!
La dinámica productivista ha generado un individualismo académico y laboral, claro que a la burocracia dorada no le interesa una huelga, para mejorar sus condiciones salariales y laborales tiene sus diversos programas de estímulos para ascender socialmente.
En esa monada que es la UNAM, el perfil de ingreso del estudiantado ha cambiado diametralmente, durante décadas los estacionamientos eran espacios desiertos, lugares donde se jugaba un partido de fut; hoy, la “movilidad social” los ha llevado a su saturación, ya que un porcentaje de los “pobres” estudiantes de la UNAM llega en su automóvil.
La UNAM es un espacio plural, se responde insistentemente a la “ocurrencia del presidente Andrés Manuel López Obrador” ‒así la caracterizó el “investigador”, autor de libros y conductor de programas Hernán Gómez‒ o sea, no es neoliberal. Sin embargo, esa pluralidad se condensa en una institución vertical, donde un selecto grupo (de la aristocracia azul y oro) miembros de la Junta de Gobierno, elige a las autoridades universitarias. La Junta de Gobierno elige al rector y el rector elige a la Junta de Gobierno. La junta de gobierno elige al director de una terna que el rector elige. ¡Pero la UNAM es plural!
La aristocracia azul y oro pelea férreamente por la conservación de sus derechos de sangre, algún día con suerte su grupo de amigos llegará al poder y lograrán ser directores, coordinadores y hasta rector de la universidad. Desde los años 70 del siglo pasado la UNAM es controlada por al menos dos “familias”: los abogados (Carpizo) y los médicos (Soberón, hoy un tal Narro). En los hechos ellos han definido los caminos “plurales” de la Universidad.
La ley orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México data de 1945; sin embargo, sigue vigente, diversos han sido los movimientos universitarios, la mayoría de ellos estudiantiles que han luchado por la democratización de la UNAM, pero el viejo orden se mantiene vigente. Durante los años priistas, la rectoría de la UNAM fue considerada por el presidencialismo como una ficha del gabinete, el dedo presidencial tenía derecho de veto en esa subsecretaría llamada la RECTORÍA DE LA UNAM.
Al panismo no le interesó ejercer su poder de veto, pero la burocracia azul y oro, ya estaba alineada en los nuevos tiempos… obtener prestigio, reconocimiento y corcholatas, para ello optó por una política de inmovilismo, conservar su parcela de poder, mantener su reino. Tal vez por ello aquel espíritu rebelde y crítico se volvió enteramente conservador.
Los ultras de “izquierda” mantienen sus cubículos y el auditorio Che Guevara, desde ahí hacen revolución y de vez en vez, salen a la palestra para destrozar, encapuchados, una estación del metrobús o agarrarse a tiros en el circuito universitario. Pero nadie sabe por qué luchan; o tal vez sus jefes (los miembros de esa destacada burocracia azul y oro: los abogados y médicos, si estén enterados)
Algunas preguntas que emergen del debate: ¿por qué si la UNAM no es una institución conservadora y neoliberal, la generación de ideas funciona bajo un esquema productivista neoliberal? ¿por qué si los docentes e investigadores que han creado el pensamiento crítico al neoliberalismo, mantienen una organización académica vertical y antidemocrática? ¿por qué las decenas de miles de estudiantes que habitan sus aulas no se han movilizado desde el movimiento estudiantil de 1999, que terminó siendo conservador? ¿porqué sus docentes de asignatura han permitido ese tipo de relación laboral? ¿por qué aguantaron meses para protestar cuando sus salarios no llegaban? La respuesta como señala Dylanestá en el aire.
Las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador no ponen en riesgo la autonomía universitaria, tampoco se trata de una intervención presidencial, mucho menos de una ocurrencia, como señala el simplista Gómez; todo lo contrario, echan luz sobre las tinieblas que reina en el mundo de las ideas, en ese microcosmos llamado Universidad Nacional Autónoma de México, esa máxima institución que recibe más de 46 millones de pesos anuales ‒de los cuales, bien a bien, no se sabe cómo los maneja.
La bella durmiente está en medio del bosque, abstraída del bullicio que hay alrededor, ella en su cápsula yace desde hace algunas décadas plácidamente dormida, mientras el mundo se derrumba, mientras millones de mexicanos han sido condenados a la eterna miseria. Hoy su príncipe azul: el pueblo de México, le ha prendado un beso que debe alejarla de su ensoñación, para volverla partícipe activa del cambio de la Nación.
La UNAM necesita transformarse y democratizarse, abandonar el paradigma del prestigio y reconocimiento individualista para recrear un nuevo modelo educativo y de investigación acorde a las necesidades de la patria. La observación crítica del presidente López Obrador puede ser la punta de lanza para que decenas de miles de universitarios inicien un diálogo en torno al nuevo horizonte que debe andar la Universidad Nacional Autónoma de México y salir del bosque encantado.
El país necesita discutir el papel que deben jugar sus instituciones de educación superior, así como el tipo de investigación que se ha venido desarrollando durante las décadas neoliberales; es necesario que el presupuesto que el Estado otorga a la educación y a la educación superior se incremente, pero también que cada una de esas instituciones entregue cuentas claras del manejo del presupuesto. Las universidades están obligadas a transformarse, democratizarse, a desembarazarse de esa eterna Élite corrupta que mucho daño les ha hecho.
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