Por Víctor Manuel Del Real Muñoz
El ponderador electoral de Estados Unidos se alista desde ahora para empezar a definir los rumbos políticos de aquel país, en un momento donde la encrucijada económica, con la próxima e inevitable recesión estadounidense, tanto por los malos índices de crecimiento por debajo del 2% promedio, como por la derrota comercial actual frente a China.
Todo esto, según cifras del Departamento del Tesoro, y aunada la inestabilidad interna por temas migratorios, la mala relación con lo que queda del occidente neoliberal globalista como Francia y Alemania, así como la puesta en marcha de un nuevo proyecto social y económico nacionalista norteamericano, que genera fastidio en sectores auténticamente derrotados, pero aún poseedores de mucho poder al interior de ese país.
La correlación de fuerzas internas estadounidenses es bastante convulsa en la actualidad.
Cada uno de los rubros anteriores son síntomas de un especial cobro de factura por los excesos que las políticasprofinancieristas del pasado hicieron y causaron en Estados Unidos. El equipo de Trump, por cierto, con fuertes cercanías al espíritu militarista y sanguinario, auténticamente nacionalista, tiene clara la medida el enojo en el grueso de la población estadounidense, acostumbrada a la pelea y al despojo como parte de su cultura fundacional y nacional. Esta es la muestra clara de la aplicación práctica de la filosofía WASP en nuestros días.
Donald Trump tiene mucha ventaja ante cualquier adversario en estos momentos; muchas de sus ofertas en 2016 las ha cumplido o está en camino de hacerlo; insiste con el muro, mantiene una postura de Estado bastante brusca con el asunto migratorio, ha replanteado el plan económico y comercial de Estados Unidos, ha vuelto a regular sectores especulativos y financieros, ha revivido momentos de los pasajes tradicionales y fundacionales de ese país, maneja un discurso fuertemente combativo frente al mundo y China en particular, amenaza con salirse de acuerdos o alianzas internacionales que aún huelan a neoliberalismo mundial; por momentos luce presumido y victorioso de cara al 2020.
Aun dentro de la crisis que vive Estados Unidos se sabe ganador, exitoso, e indispensable para ocupar la Casa Blanca, frente a cualquier rival al interior del Partido Republicano, como cualquier perfil adversario que pudiera salir del Partido Demócrata y el Partido del Té.
Trump, además, tiene al ejército, a la marina, a los cuerpos de inteligencia nacional e internacional a favor, pero sobre todo tiene las credenciales geopolíticas y el rumbo internacional favorables, sobre todo en un plan para seguir subsistiendo en la escena global. Ha sabido manejar la crisis progresiva de pérdida hegemónica en los Estados Unidos.
Al menos como imagen política, no ostenta una imagen derrostista. En materia de Política Internacional, la imagen, como tal, es un recurso importante y trascendental.
Los sectores económicos más fundacionales de ese país, aquellos de los cuáles le dieron el derecho a ser Presidente, saben que tiene el carácter y el espíritu combativo para no dejarse doblegar por Rusia ni por China. ¿Qué tan peligroso es Trump y el séquito de integrantes del alto bureau político estadounidense para el mundo?, yo diría que bastante, sobre todo si se enojan y pierden los estribos.
Los norteamericanos, como siempre se ha sido sabido, no saben perder, por lo tanto, ellos siempre tendrán lista la opción del combate militar y el despojo ante cualquier necesidad que tengan en el itinerario geopolítico.
Trump, ante la victoria china, casi en todos sentidos, añadida la alianza geopolítica no declarada con Rusia, y la partición europea y latinoamericana, a pesar del ascenso del espíritu nacionalista en muchos países del viejo continente y nuestra región latina, ha mantenido firmeza y voluntad combativa, ante la inminente derrota económica.
Estados Unidos no tiene ofertas económicas para el mundo en la actualidad, China sí.
Trump, en su expresión más peligrosa como Jefe de Estado estadounidense, parte del supuesto convincente de que los chinos están goleando, avasallando y aventajarán el mundo de cara al futuro, como nunca antes.
China posee tres rutas de seda con aromas a desarrollo económico real (con generación de valor agregado implícito), aspecto más que atractivo para muchas naciones del mundo que ven afectado su actual desarrollo económico, mientras que Estados Unidos ofrece la pura supervisión militar.
Trump, dentro de su expresión más nacionalista, sabe que China tiene un proyecto comercial y económico muy claro, con cimientos fuertes al interior de sus provincias, mientras que Estados Unidos se encuentra aún en proceso de construir un nuevo paradigma nacionalista en materia social, coyuntural y económica, que ante el inminente aroma recesivo, no se desenvuelve como el grueso del empresariado estadounidense quisiera.
Pero muy a pesar de los escenarios adversos con los que convive Estados Unidos en la actualidad, parece que para los sectores que dominan la actualidad norteamericana social y económicamente hablando, Trump es el perfil más que ideal. Al tiempo veremos, por ahora, el actual presidente estadounidense parece fuerte y vigoroso para repetir mandato.