Por Melba Salazar González
“Esta crónica…sólo puede ser el testimonio de lo que fue necesario hacer y que, sin duda, deberían seguir haciendo contra el terror y su arma incansable, a pesar de su angustia personal, todos los hombres que, por no ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante en ser médicos.¨
La peste. Albert Camus.
Soy anestesióloga, tengo 16 años viviendo adentro de los quirófanos, he tenido la oportunidad de estudiar y trabajar siempre en hospitales públicos.
Lo que estamos viviendo los y las trabajadoras de salud es algo nuevo, el virus SARS-CoV-2 (que produce la enfermedad Covid-19) es capaz no solo de colapsar a un ser humano hasta matarlo, es capaz de colapsar los sistemas médicos de países que consideramos de primer mundo y sabemos que somos los siguientes.
Los médicos somos un grupo heterogéneo, con filias y fobias, estamos tan polarizados en nuestras opiniones políticas como lo está México, pero, algo tenemos en común: todos y todas tenemos miedo.
Miedo de lo que se acerca, miedo de ver los hospitales (extensiones de nuestras casas, lugares en donde los médicos y médicas en formación pasan más tiempo que en sus propios hogares) llenos de pacientes para los que los tratamientos actuales no funcionaran, miedo de la reconversión de personal y de que médicas como yo, con varios años en quirófano tenga que estar en piso con pacientes hospitalizados o en el área de Urgencias.
Miedo de ser contagiados y contagiar a nuestros seres queridos, miedo de no contar con lo necesario para hacer nuestro trabajo y tener que hacer “medicina basada en existencia” y no en evidencia. Y ahora, en este país se une a la serie de temores, el temor de ser agredidos por otros ciudadanos por el simple hecho de ser personal de salud.
Ha habido mucha controversia en cómo el Gobierno Mexicano ha hecho frente a la pandemia de Covid-19, repito, somos un país polarizado y todo pareciera dar lugar a la crítica política, incluso un problema de salud pública. En México no se ha invertido lo necesario en salud desde hace décadas, hace falta infraestructura, hace falta personal, el cubrir de forma adecuada y digna estos vacíos para la población mexicana no es algo que se pueda hacer en unos meses.
Es loable que desde hace semanas la Secretaría de Salud tenga informes técnicos acerca de la estrategia para enfrentar al Covid-19, no recuerdo que esto se hubiera realizado antes con un problema de salud pública. Hablar de la capacidad del equipo que encabeza el Secretario de Salud Pública Dr. Jorge Alcocer Varela y que ha tenido como rostro (y fenómeno de popularidad) al Dr. Hugo López-Gatell Ramírez es importante, el grupo multidisciplinario que nos ha explicado el mecanismo de transmisión, la forma de evitar la propagación del virus, los efectos de la cuarentena en la salud mental, en el aumento de violencia intrafamiliar y contra las niñas y mujeres, quienes crearon una campaña tan genial como #SusanaDistancia, todo apegado a las normativas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se les podrá acusar de muchas cosas, de que sus protocolos no están basados en evidencia científica no. Pero ha habido seguimiento y estrategia.
Lo peor apenas viene, la fase 3 con contagios masivos nos alcanzara tarde o temprano, las camas de Terapia Intensiva y el personal especializado en el manejo de pacientes críticos (personal de enfermería, médicos y médicas intensivistas) no serán suficientes para atender a los pacientes con enfermedad Covid-19 grave, ahí es donde el plan de reconversión de personal se llevará a cabo.
¿Es ideal que un médico intensivista tenga a su cargo la dirección de 5 médicos especialistas capacitados en Covid-19 y en el peor de los escenarios a 25 pacientes graves?, no, porque en este escenario no hay soluciones ideales, si pudiéramos detener la fase 3 dos años, tiempo en el que un médico especialista en medicina interna, urgencias o anestesiología tarda en subespecializarse en Medicina Intensiva, seria ideal, pero es utópico.
Esperemos que no sea necesario, pero quizá se requiera el apoyo de médicos extranjeros, la experiencia en otros países así lo muestra, el sistema de atención médica va a colapsar.
Otro punto que nos preocupa al personal de salud es el equipo de protección personal (EPP). Han escaseado los cubrebocas, indispensables para atender a pacientes Covid-19, los que se consiguen están encarecidos, los fraudes en las ventas en línea se han vuelto frecuentes, en los mismos hospitales públicos los cubrebocas que se nos dan son de menor calidad en relación con los que se nos proporcionaban antes de la contingencia.
Es verdad que los lineamientos de EPP de la Secretaría de Salud son los mismos que los de la OMS, es verdad que todo el personal de salud quisiéramos contar con EPP elevado aunque según los lineamientos no lo necesitemos. También es verdad que es obligación del Estado Mexicano otorgarnos lo necesario para la labor que desempeñaremos (que algunos colegas ya están realizando en Hospitales Covid-19), esperemos que así sea, exijamos que así sea.
¿Qué puede hacer un ciudadano o ciudadana común para proteger al personal de salud? Dentro de lo posible #QuédateEnCasa, #EstornudoDeEtiqueta, #LavadoFrecuenteDeManos, #SusanaDistancia.
Preparemonos para lo peor, esperemos lo mejor.