El INFP de Morena arranca actividades en estados bajo la dirección de Rafael Barajas “El Fisgón”

Por Guillermo Torres

Del 6 al 8 de septiembre, de manera simultánea en Jalisco, Colima, Tamaulipas y Ciudad de México, el Instituto Nacional de Formación Política (INFP) comenzó actividades, en una etapa que se plantea como determinante tanto de cara a la ciudadanía, como hacia el interior de Morena.

El principal reto es mantener y expandir la esencia social del partido, en un momento crucial no solamente para el país y la ciudadanía en general, las bases del mismo, sino también al interior del mismo.

Un momento de definiciones más allá de la “política”, como se le conoce convencionalmente con sus altibajos y procesos normales, más allá de todo esquema que pudiera estar impregnando al partido luego del rotundo triunfo electoral de 2018.

Un momento de definición que exige un enfoque fuera de todo esquema de nepotismo y otras cuestiones que generó inconformidad en parte de su militancia, por la llegada de miembros que dejaron otros partidos políticos.

Es un momento decisivo en el que todo esquema de lo que convencional y coloquialmente se le conoce como “grilla” no solamente deben quedar de lado para tener un enfoque a la altura de la Cuarta Transformación en marcha, consolidar un instituto y un partido que sea reflejo y artífice de ese clamor social de consolidar un país en el que todas las voces sean escuchadas y participen, fuera de todo esquema que reivindique lo contrario a favor de enfoques particulares y grupales, de conatos de cotos o grupúsculos que entre su convencionalidad y falta de enfoque ven en esa deplorable grilla la manera de mantener un estatus quo anacrónico y decadente.

Cuando la exigencia de este país es ejercer la ciudadanía y su respectiva política participativa con planteamientos y propuestas serias que vayan más allá de sus propios fantasmas y temores entre sus limitantes personales y grupales.

Hay que decir que todo lo que llevó a morena consolidarse como contra corriente, de las incongruencias que dilapidaron al perredismo, hoy más que nunca requieren de la unidad popular en consonancia con la militancia. Con un esquema tan claro y lúcido, que fue lo que le dio la creciente consistencia de la que toda la ciudadanía hemos sido testigos, cuya culminación ha sido el triunfo electoral de la fórmula.

En lo que es apenas el comienzo de la Revolución de las Ideas y las Conciencias, de la conquista de mentes y corazones, pero sobre todo de la sinergia y convergencia de las mismas. Es así como Barajas Durán inicia con éxito y enfoque la impartición de conferencias magistrales, talleres y círculos de estudios que tienen como uno de sus objetivos a priori, hacer conciencia del Golpe Blando y la Guerra de Cuarta Generación de la que está siendo objetivo México.

Temas como Historia del Neoliberalismo y La Cuarta Transformación, entre otros, hoy resultan de especial trascendencia, dado que es la punta de lanza, aunque en otros países se consolidó anteriormente la izquierda como gobierno; para contribuir a una corriente de izquierda en México gobernando y contribuir en lo propio en el contexto Latinoamericano.

México necesita unidad hoy más que nunca; y por supuesto el partido como institución de la que ha emanado este gobierno de México, es preciso ambos sean espejo y reflejo del otro, y un ingrediente importante como puente y ventana entre ambos y hacia dentro de los mismos es el enfoque que se comparta y retroalimente con la ciudadanía.

Para ello, el instituto busca refrendar todos los elementos ideológicos necesarios para que todo vaya encausado en los mismos objetivos, de modo que todos los caminos, corrientes y enfoques tengan un encuentro sinérgico de intercambio de miradas, de palabra y oído que den como resultado, una puesta en marcha del imaginario colectivo en la búsqueda de soluciones.

En la conformación de los cuadros que requiere el país para una representación popular, que esté dentro de un esquema en las expectativas de la ciudadanía, respondiendo a los retos del país y su respectiva inserción en el contexto internacional, particularmente en América Latina.

Partiendo del principio de dialogicidad, esta voluntad y necesidad de encuentro se produce por un afán de identificación y reconocimiento por los otros.

La Formación, más que un espacio para la transmisión de conocimiento, debe ser entendida por lo mismo como un espacio para el reconocimiento, una forma de construcción del saber desde el entendimiento y comprensión “de” y “con” los otros. El diálogo es pues una condición existencial.

Los Foros del INFP son en sí la convocatoria a toda la sociedad civil en términos de lo que eran los orígenes de una constituyente y en contra del neoliberalismo, tiene un carácter abierto de un llamamiento de carácter global, social.

Son dos formas distintas de articular la lucha desde el punto de vista estratégico. Ambos son espacios de lo cultural, entendiendo como cultura la expresión de lo lingüístico, es un hecho comunicacional en sí mismo, de lo comunicativo, elemento del diálogo, del lenguaje, de la palabra, de la formación y la Revolución de las Ideas.

En la propuesta del Instituto dirigido por “El Fisgón”, hay también un planteamiento que refleja un elemento cultural, una forma de entender la vida, una propuesta de organización, de entender las funciones del gobierno de México y la Cuarta Transformación, las formas de articulación del hecho político. Una cultura entendida desde el punto de vista colectivo, identitario, orgánico y organizativo.

Entra entonces en otra dinámica, también detrás hay una propuesta cultural, en tanto en cuanto la acción de Buen Gobierno expresa también formas de lenguaje, de comunicación, de articulación ciudadana, de articulación de propuesta política, es decir, todo ello significa también una forma de hacer cultura. Esa nueva interrelación social, política y de correlación de fuerzas.

En tanto que propone una forma de ciudadanía y de hacer política, lo expresa de manera diferente, sin dejar de ser una propuesta cultural; tiene por tanto otra semántica y, consecuentemente, otro significado.

En este sentido, la cultura es un sistema de transformación, autoconstrucción y desarrollo social, a través de la información y el conocimiento como experiencia acumulada sobre el entorno, objeto de la transformación y auto producción de la cultura como comunidad.

El espacio, por tanto, de encuentro y convergencia de la comunicación y la educación es precisamente el de la cultura.

La formación no es más que socialización, producción y reproducción del saber y conocimiento respecto al entorno global. La comunicación, por otra parte, es una forma de construcción de la comunidad, la información codifica y da forma, ordena la realidad.

En medio de este entorno se plantea la impartición de temas coyunturales de trascendencia nacional para generar esa conciencia que eclosione en un movimiento popular generalizado a lo largo y ancho de México.

Formar es comunicar. La formación puede, por tanto, ser contemplada como un sistema complejo de comunicación: «comunicación y enseñanza son parte de una misma realidad. Una realidad que supera la inclusión del concepto enseñanza en el más amplio de la comunicación. En otras palabras, enseñar siempre es comunicar. Pero no siempre la comunicación es enseñanza.

La importancia adquirida por las técnicas de conducción de grupos, el estudio de la conducta personal y del desarrollo de la inteligencia creadora ha favorecido en los últimos años la convergencia de intereses entre la teoría pedagógica y la teoría de la comunicación social, revolucionando las concepciones del aprendizaje.

LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO

La formación ha asimilado hasta ahora la nueva realidad informativa con cierto recelo y diríase que hasta con una relativa vocación polémica en la discusión interdisciplinaria, debido sobre todo a su trascendencia cultural y política.

La interdisciplinariedad a la que remite establece una idea de información plurívoca proveniente de la teoría de la comunicación, la psicología cognitiva y la lingüística entre otras muchas disciplinas.

En particular, el advenimiento y presencia social de los medios masivos de difusión y, sobre todo, las nuevas tecnologías informativas han aumentado la complejidad y la movilidad del entorno a tal grado, que el incremento de las formas de incertidumbre e indeterminación ha alterado profundamente las actitudes, valores y principios arraigados en la concepción humana de lo social.

En los esquemas conceptuales de comprensión de la cultura y como cabría esperar, en el entendimiento global de la función y el rol formativa de las instituciones y agentes del proceso de socialización, en contra peso al neoliberalismo.

El gran potencial que ofrecen las nuevas tecnologías de la información quizás ha excitado en exceso la imaginación de expertos comunicólogos y de educadores, ofreciendo un futuro esplendoroso en lo que se ha dado en llamar la sociedad del conocimiento o nueva sociedad de la información.

Pero lo cierto es que el acceso prolífico al conocimiento en las sociedades tecnológicamente avanzadas ha propiciado culturalmente un proceso complejo y paradójico, que atañe a la calidad misma del saber más que la cantidad diversificada de las disciplinas suministradoras de información que alimentan las nuevas redes tecnológicas de las industrias de conciencia.

Por lo que de manera selectiva y precisa el INFP es conveniente que enfoque su esfuerzo en una aplicación adecuada de las mismas para difundir su semiótica y mensaje al público objetivo, este México dolorido y cansado de tanta grilla laxa que a no dudarlo tenemos que sacudirla del tintero.

Una formación en función del México imaginario, al servicio de sus intereses y acorde con sus convicciones. Es una formación que niega lo que existe y provoca en la ciudadanía y militancia una disociación esquizofrénica entre su vida concreta y sus horas en los foros.

Y a eso tiende explícitamente, porque la convicción de que la formación es el camino de la redención pasa por una certeza más profunda: lo que sabes no tiene valor, lo que piensas no tiene sentido; sólo nosotros, los que participamos del México imaginario, sabemos lo que se necesita aprender para sustituir lo que eres por otra cosa.

El país, antes que nada, para salir adelante debe integrar a su gente, los mexicanos que a fin de cuenta constituyen esa totalidad que se llama México.

Pero la óptica del México imaginario sólo admite ver a los mexicanos como individuos, no como miembros de pueblos y sociedades forjadas a través de la historia.

En el proyecto del México imaginario la gente concreta se transforma en “recursos humanos”, piezas intercambiables, aisladas, cifras que se pueden restar aquí para sumarse allá. Se requiere ignorar lo obvio: la condición social de los seres humanos.

Se olvida que la individualidad existe sólo en el contexto de una sociedad determinada que a su vez posee una cultura específica. Y si en México existen diversas culturas afiliadas a dos civilizaciones distintas, los mexicanos reales son individuos en diferentes contextos concretos y no en uno solo común a todos.

En este paradigma, lo importante es la estructura y planteamiento de los medios cognitivos, así como los objetivos y los efectos del proceso de comunicación pedagógica producidos en el alumno y medidos por la retroalimentación evaluativa.

El objetivo fundamental de la comunicación pedagógica es, en otras palabras, la máxima eficacia funcional, que puede lograr el sistema de comunicación educativa en términos de cantidad de información transmitida por la fuente. Tanto la educación bancaria como el modelo o perspectiva de los efectos participan, a este respecto, de una misma conceptualización “positiva” del proceso de aprendizaje.

“No al Golpe Blando, ni externo, ni interno”

Si se quiere un porvenir de fraternidad, de paz y de dicha,  dirigíos a vosotros mismos los que sufrís el régimen de facto,  y fundad escuelas en las que podáis enseñar libremente todas las verdades conquistadas.

Francesc Ferrer I Guardia.

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