Mucho se ha hablado en los últimos días del operativo que se llevó a cabo en la ciudad de Culiacán, el pasado 17 de octubre de 2019, en el que se ubicó a Ovidio Guzmán López, alias “El Ratón”, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fundador del Cártel de Sinaloa, actualmente preso en Estados Unidos.
En el presente caso, y tomando en cuenta el auge de las redes sociales, de inmediato se sabía lo que estaba pasando ese “Jueves Negro” en que sicarios del Cártel de Sinaloa, con armamento pesado, desataron una balacera sin precedentes, en el que se desalojaron varios comercios, ocuparon las principales avenidas con vehículos incendiados, cerraron puentes, carreteras de acceso a la capital del estado.
La organización criminal, con lazos internacionales, puso en jaque al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que superaba en número, organización y armamento a los militares que fueron enviados a dicho operativo.
El resultado fue de 14 personas asesinadas y 21 heridos, según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa, además de 51 reos considerados de alta peligrosidad se fugaron de las cárceles, sin dejar de lado que el objetivo principal, es decir, Ovidio Guzmán no fue detenido.
En las imágenes que circularon en las diversas redes sociales, se puede observar el enfrentamiento que se vivió en esa ciudad, en donde la población quedó vulnerable ante el fuego cruzado que se vivió.
Silber Meza, periodista y director de la Organización Iniciativa Sinaloa, dedicada a incidir en políticas públicas a favor de los derechos humanos a través de la investigación, reflexiona sobre lo vivido ese día, calificándolo como un operativo fallido, no sólo porque la autoridad hizo un pésimo trabajo, sino porque no recuerda ningún operativo en donde se hubiera dejado a las Fuerzas Armadas y la propia ciudadanía a ese grado de vulnerabilidad, además que, como mencioné, el haber dejado libre al objetivo principal, deja mal a las autoridades.
Tal pareciera que la autoridad, como dicen en mi pueblo, “se lanzó como el Borras”, sin medir el nivel de violencia de un cártel tan poderoso como el Cártel de Sinaloa. Se lanzaron al estado donde opera de manera directa, donde tienen su centro de operaciones, viéndose rebasado por la organización criminal que culminó en la liberación de Ovidio Guzmán, amagando al pueblo y lejos de proteger a la ciudadanía, como después alardeó López Obrador, los puso en riesgo, ante un fuego cruzado que tenía perdido el gobierno federal.
Desde luego que las opiniones son encontradas, pues mucha gente considera que la estrategia fue buena al no haber un derramamiento de sangre y comprarle al gobierno que actuó de esa forma para no tener que lamentar la pérdida de vidas humanas.
Obviamente, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, debe de justificar de alguna forma su fracaso, y lo primero que se le ocurre y con lo que ha venido presumiendo es que le importa la integridad de la ciudadanía, y tal vez tenga un punto.
Si se comparan los discursos que en su momento dio Felipe Calderón con los de la presente administración, pareciera que a Calderón no le importaba la ciudadanía, pero los operativos de este calibre eran mejor organizados y pensados.
Aquí como prueba estuvo bien, pues no se trató de una masacre como pudo haber sido, pero hay que recordarle al secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y al presidente de la República, que México no está para pruebas sino para hechos concretos y, sobre todo, para hacer frente a esta ola de violencia que se vive desde el 1 de diciembre de 2018.
Y no señor presidente, no es por el “cochinero” que le dejaron las pasadas administraciones. Desde ese día usted es responsable de la seguridad de los ciudadanos de este país, usted es el encargado de velar por la seguridad y erradicar la violencia en el país; porque además usted presumió durante 18 años que tenía la fórmula mágica para hacerlo, para hacer que desde el primer día de su gobierno todo cambiaría, y la triste realidad es que seguimos esperando que frote su lámpara y se haga realidad todo lo que prometió.
Desde luego que se aplaude que no hubiera más muertos. La disyuntiva aquí es si se le debe aplaudir al Cártel de Sinaloa por no continuar con esa masacre, o al gobierno federal por su operativo fallido.
Ahora, también hay que recordar que el presidente de México es jefe de Estado y, por ende su actuar es visto por los demás jefes de Estado de otros países, y bueno, principalmente con nuestro vecino del norte.
Es lamentable y de verdadera pena ajena que un día López Obrador diga que el presidente Donald Trump le habló para felicitarlo por su exitoso operativo en Culiacán, y al otro diga que Estados Unidos exagera en pedirle su estrategia contra el crimen organizado, y al otro diga que él ni sabía del operativo, porque en ningún momento fue informado.
Siempre he dicho que el presidente debe entender que no es el “candidato eterno” y que debe tomar el papel de presidente de la República, comportarse como tal y tener siempre presente los compromisos que hizo cuando fue elegido primer mandatario.
Deje de mentir y asuma la responsabilidad que le toca, pues además de salvaguarda de la integridad de la ciudadanía, debe demostrar al mundo entero que tiene la capacidad para dirigir este país, y no sólo está en este lugar por circunstancias de la vida.
No se comporte como un dictador cerrado, sino como un estadista y un jefe de Estado. Que esto le sirva de experiencia para organizar mejor sus operativos. Tome en cuenta que usted está para colgarse medallas no para hacer que el crimen organizado se las cuelgue.
Por lo pronto, sólo esta decir, “¡Bien, Cártel de Sinaloa! Gracias por no incrementar el número de muertos”.
Twitter @JuanAlberto3035