Por Cynthia Alejandra Cienfuegos Rosales
Foto: Eréndira Negrete
Cada integrante de la familia tiene su lugar favorito de la casa, su espacio exclusivo. Ese lugar muchas veces sirve para pensar o relajarse un momento después de un día pesado en el trabajo o en la escuela. Muchas veces pasas la mayoría del día en ese espacio que consideras exclusivamente tuyo. Inclusive este lugar se empapa de tu esencia, ¿Cuántos secretos no ha guardo este lugar?
La cocina, es el lugar especial de la abuelita Caritina. O por lo menos eso es lo que se nota a simple vista. La señora Caritina se despierta a las 6:30 y comienza a preparar la comida que venderá afuera de la Clínica Condesa de lunes a viernes de 11 de la mañana a dos de la tarde.
Deja la cocina para ir a vender, regresa, realiza las compras de lo que ocupará al siguiente día y a las cinco de la tarde regresa a su cocina. Y digo “SU” cocina porque este espacio está decorado sólo por ella, nadie tiene voz ni voto en ésta. La abuela sabe perfectamente dónde se encuentra cada traste, cada sartén, cada olla, cada cubierto…
Ese cuarto de mosaicos blancos y de aproximadamente dos por cinco metros, no sólo guarda la cocina, sino la vida entera de una secretaria retirada que decidió explotar sus grandiosos dotes culinarios para vender y comprarse “sus cositas”, pero sobre todo para llenar de regalos a sus hijos y nietos. “El banco familiar que no cobra recargos”.
La estufa, vitrinas, muebles y tarja también son del color de las nubes, pero tienen un ligero decorado en color azul marino, el color favorito de Caritina, o Carito, como prefiere que todos la llamen… No abuelita, no abuela, no señora y mucho menos Caritina, simplemente Carito.
Pero Carito no sólo es querida por sus hijos y sus nietos, pues toda la Colonia Bellavista y Tacubaya sabe que en esa cocina se preparan las mejores quesadillas, gorditas, tostadas, tacos dorados, chicharrones y palomitas de los alrededores… A veces hasta hay pambazos, pasteles y sumbananas, además de que la señora siempre tendrá una historia nueva que contarte.
Ella tiene ese sazón que a todos los vecinos les hace recordar su niñez, pues esa cocina lleva más de 60 años en el mismo lugar, aunque los muebles ya no son los mismos de ese entonces, pues esa cocina no siempre fue totalmente de ella, ya que también fue la cocina de su mamá Ofelia, a quien Carito le debe la mayoría de sus conocimientos culinarios.
A pesar de que en esa casa sólo comen cinco personas o seis, (o hasta diez, en cumpleaños y navidades), la cocina de Carito cuenta con una extensa variedad de vajillas, moldes, refractarios, vasos y cubiertos. ¡Y valla que esta colección es extensa!
Y siguen y siguen llegando trastes a esta cocina, aunque la mayoría sólo están de adorno, pues siempre se ocupan los mismos platos y los mismos vasos. Y para guardar los sobrantes se usan los toppers que no pueden faltar en los hogares mexicanos, los contenedores de la crema y yogur de litro.
Sabes que entrar a esta cocina puede ser un riesgo y no todos tienen permitido el acceso a ésta. Pues las nueras que quieren quedar bien con la suegra, se ofrecen a ayudarle, pero ella nunca acepta este gesto, siempre responde con un “no te preocupes, siéntense y ahorita les llevo la comida”, ya que esa cocina blanca es su lugar exclusivo.