Por Giovan Lozano Vázquez U.
“En todos lados se cuecen habas”, dice un popular dicho mexicano. Y digo esto porque todos estamos expuestos a la delincuencia en cualquier lado. En el Metro, en la calle, transporte público o saliendo de nuestra casa, como le pasó a Mario P., mi vecino.
A Mario le robaron su auto, un SEAT Ibiza color rojo, el viernes 17 de marzo de 2017 a las 6:47 de la mañana sobre Predio las Colonias, donde vivo. El hecho se dio a conocer no sólo por la denuncia que realizó al Ministerio Público, sino por un video de la cámara de seguridad de la casa de junto. Un lugar que se utiliza para la preparación y distribución de tamales en la zona.
En el video, que los dueños de la casa proporcionaron para que Mario lo difundiera en redes sociales, se observa cuando ocurre el robo. Dos sujetos se acercan al vehículo en el cuál se encontraba su papá, Aurelio P., quien esperaba a que su esposa y su nieta (hija del hermano de Isidro P.) abordaran el vehículo.
Cuando ellas se disponían a subir, uno de los sujetos amenaza a doña Raquel, mientras el otro apuntaba con una pistola al señor Aurelio para que bajara del auto. Ninguno se opuso al atraco. Los afectados entran a su domicilio mientras los ladrones huyen en el vehículo.
Rápidamente se difundió el video donde Mario pedía información a quienes pudieran saber quiénes eran los sujetos. Me enteré del suceso cuando llegué a casa y mi madre me mostró el video que subió a la página de Facebook “Vecinos de Naucalpan”, donde se hacen denuncias y se publican artículos que a los naucalpenses les puede interesar.
En los comentarios de la publicación sólo había preocupación, indignación y respuestas inútiles. Se avisó en el modulo de policías que está a dos cuadras de donde ocurrieron los hechos, pero su ayuda fue inútil. Sólo se movilizan cuando les ocurre algo a ellos o a sus familiares. Ya me tocó verlo.
Iba camino al Metro Toreo en transporte público. La gente iba ocupando los lugares. Me disponía a colocarme los audífonos cuando dos sujetos con una extraña pinta se subieron a la combi. Quiero aclarar que casi no juzgo de ladrón a alguien por cómo se ve, pero en éste caso ninguno de los dos me dio buena espina. Volví a guardar mis audífonos e intercambié mi celular por uno que guardo en mi mochila, un Motorola que no le sirve bien el display.
Pasaron 10 minutos. Una camioneta de la policía municipal se le cerró a la combi y bajaron cinco oficiales. Uno de ellos abrió la puerta y dijo que era un operativo de seguridad, que se bajaran los varones para inspección. Como sé que sin una orden judicial un operativo así es ilegal, no me bajé.
Los dos tipos que mencioné se bajaron con normalidad. Una señora que bajó vestida de civil de la camioneta municipal le dijo a uno de los oficiales “¡Son ellos! Ellos fueron los que me asaltaron”, mientras los señalaba. Acto seguido ya estaban esposados y contra la camioneta.
Entre lo que platicaban los pasajeros que se bajaron fue que la señora era esposa de uno de los policías, sólo que éste iba vestido de civil también. Aquí cuando agarran a un ladrón, con una mordida los dejan libres, pero en este caso dudo que haya sido así. Al menos no sin una paliza colectiva entre los oficiales.
No por nada, en la actualidad, el Estado de México es el más inseguro en el país.