Por J. Jesús Lemus/Zenzontle400
Foto: Rodrigo Caballero/Zenzontle400
“Muchas gracias pero mi hijo no está muerto”, respondió Elba luego de que una mujer intentó consolarla diciéndole que esperaba que Dios le diera resignación para aceptar la partida de su hijo, Brayan de Jesús Hernández Gutiérrez.
En aquel momento, Luz Elba Gutiérrez estaba sentada en una de las jardineras del Parque “Benito Juárez” en el centro de Poza Rica, Veracruz, como lo hizo la tarde del 28 de abril de 2016, la última vez que lo vio.
Pasaron casi cuatro años para que Elba acumulara el valor de volver al mismo sitio donde su hijo fue desaparecido por sujetos armados a bordo de una camioneta que se lo llevaron a él y a otros jóvenes que esperaban una oportunidad de empleo.
“Anunciaron con volantes un trabajo para un puesto de hot dogs y hamburguesas, mi hijo estaba a punto de ser papá y yo le dije que fuera a pedir trabajo para que se mantuviera él y mantuviera a su hijo, mientras salía de la escuela”, aseguró Elba.
Brayan de Jesús cursaba el primer semestre de la preparatoria y -cuenta su madre- quería entrar a la escuela normal para convertirse en maestro algún día, pero antes de poder lograrlo desapareció de uno de los parques más concurridos de Poza Rica, a plena luz del día.
Cuando llegaron al lugar de la cita de trabajo que prometía 200 pesos por cuatro horas de trabajo, Elba dejó a su hijo para realizar unas compras de hilos y estambres en una mercería del centro de Poza Rica.
Minutos más tarde volvió a la jardinera y ninguno de los muchachos que esperaban encontrar trabajo estaban ahí. Pasaron varios años hasta que un bolero del Parque confesó que un automóvil se los había llevado a todos, pero cuando buscó que declarara ante el Ministerio Público el trabajador se echó para atrás.
“Ahí sigue hasta el bolero”, dijo Elba el lunes 10 de febrero de 2020, mientras revivía los últimos momentos que pasó junto a su hijo en el centro de Poza Rica, donde el joven de 17 años fue separado de su familia y hasta ahora no se ha sabido nada de su paradero.
En eso estaba cuando se acercó una mujer con su hija a tratar de consolarla al ver que llevaba puesta la camiseta de la V Brigada Nacional de Búsqueda que ocurrió del 7 al 22 de febrero de 2020, por primera vez en este municipio veracruzano.
–Yo voy a rezar mucho para que usted encuentre resignación para que su hijo descanse en paz –dijo la mujer.
–Muchas gracias pero mi hijo no está muerto, está desaparecido –aclaró Elba con rabia en los ojos, a pesar de que no es la primera vez que le insinúan la muerte de su hijo; eso lo viene enfrentando desde el principio de su búsqueda cuando las mismas autoridades trataron de desanimarla.
“Sentía que yo lo había entregado”
Al sentarse en la banca de aquel parque Elba enfrentó la culpa que no la deja en paz desde el momento en que su hijo fue desaparecido, ya que desde un inicio la madre pensaba que ella misma había entregado a su hijo a los criminales.
“Yo sí me la creía, los mismos policías me decían que por qué lo había llevado, la culpa que sentimos las madres de nuestros desaparecidos es un sentimiento horrible y las autoridades se aprovechan para no hacer su trabajo”, aseguró Elba.
Las autoridades de Poza Rica cuestionaron en cada momento de la investigación las declaraciones de Elba Gutiérrez, al principio no le creían que el joven anduviera buscando trabajo, luego la encararon diciendo que eso de los volantes era falso.
Así que la madre comenzó con sus propias investigaciones tratando de encontrar pistas que la llevaran a su hijo, terminó metida en una reunión de narcotraficantes a quienes les enseñó la foto de Brayan para ver si podían reconocerlo luego de que la humillaron y amenazaron con asesinarla en el mismo lugar.
“Conocí jefes de plaza, conocí narcotraficantes, conocí asesinos, nunca creí que iba a tener que hablar con ese tipo de personas, pero yo tenía que saber quiénes eran ellos para encontrar a mi hijo; me daba muchísimo miedo pero no podía dejar de buscarlo”.
Un día recibió la llamada que tanto estaba esperando, unos sujetos le dijeron que tenían a Brayan retenido y que para dejarlo ir tenía que pagar 160 mil pesos de rescate. Elba vendió su casa, consiguió la suma que exigían los presuntos secuestradores y se las entregó.
Pero nada de eso era cierto, sus ahorros y su casa se esfumaron junto a Brayan. Ahora Elba asegura que lo único que tiene es la convicción de que su hijo está vivo y la esperanza de que algún día va a encontrarse de nuevo con él.
Después de varios meses sin poder localizar pistas de su hijo Elba tuvo que salir de Poza Rica, huyendo de las amenazas de muerte que recibió por no quedarse callada. La madre cuenta que las otras familias de los jóvenes desaparecidos decidieron dejar de buscarlos por miedo.
“Tenía que volver aquí”
En el momento en que llegó a la Ciudad de México, Elba interpuso su denuncia ante la Fiscalía General de República (FGR), la última instancia en la que confió su caso antes de que decidiera hacer sus propias indagatorias.
“Cuando me di cuenta de que nunca me iban a ayudar estuve buscando por mis propios medios y fue cuando encontré a los colectivos de familiares de desaparecidos, ahí me quedó muy claro que no estaba sola y que mi hijo no era el único”, narró Elba.
La quinta edición de las Brigadas de Búsqueda volvió a realizarse en el estado de Veracruz. Como las dos primeras, se trata de un esfuerzo nacional encabezado por más de 30 colectivos de familiares de 22 estados de la república mexicana unidos con el único fin de encontrar a sus desaparecidos.
Las brigadas comenzaron como un esfuerzo por buscar fosas clandestinas y campos de exterminio en los municipios de Córdoba y Paso del Macho durante el 2016, pero con el tiempo evolucionaron a la búsqueda de personas en cárceles y anexos; también hacen actividades de concientización al público en general y autoridades locales.
Cada que una nueva brigada comienza, Elba se alista para participar en la búsqueda de su desaparecido y de sus desaparecidos que “adoptó”, ya que muchos familiares no pueden acudir directamente y ella representa sus casos.
Dos días después de que se sentó en las jardineras del Parque “Benito Juárez”, Elba estaba buscando en el meandro de un arroyo del municipio de Coyutla restos humanos que pudieran haberse quedado atrapados por las ramas y árboles caídos.
–¡Brayan! –le gritaba a su hijo mientras continuaba la búsqueda con la mitad del cuerpo metida en el agua- aquí sabemos que hay gente desaparecida ¡ayúdanos a encontrarla amor!
Al final del día en la orilla del arroyo localizaron restos de ropa y suelas de zapatos, pero no encontraron restos humanos. Elba dice que si hubiera habido restos en el agua su hijo les habría apuntado el camino, como ya ha sucedido antes.
“Yo le hablo a mi hijo porque estoy segura de que él nos ha ayudado a buscar a más personas que como él fueron desaparecidas. A veces cuando ya nos estamos dando por vencidas él me da fuerzas para seguir y así hemos encontrado varios cuerpos y restos de desaparecidos”, contó Elba.
Esta conexión que siente Elba es la que la impulsa no sólo a buscar a Brayan sino también a buscar a muchos otros desaparecidos como él, por eso es que no puede dar a su hijo por perdido ni encontrar la resignación como tantas veces le han sugerido.
“Me duele mucho cada que una persona me dice que mi hijo está muerto; él está desaparecido y yo no voy a parar hasta encontrarlo y cuando lo encuentre voy a regresar aquí, como quiera que sea me voy a volver a sentar aquí en esta misma banca con mi hijo”, aseguró Elba sentada en las jardineras, viendo hacia el boulevard Adolfo Ruiz Cortines, el sitio donde comenzó a buscar a Brayan.