Bella Ciao y El pueblo unido, los himnos antifascistas de FRENAA para sacar a AMLO de Palacio Nacional

Por Argel Jiménez 

Es la 1:30 pm del viernes nueve de octubre del 2020. El Centro Histórico de la Ciudad de México trata de vivir su nueva normalidad, que no dista mucho de la antigua.  

El histórico edificio del Nacional Monte de Piedad es testigo del deambular cotidiano de cientos de personas. Comerciantes con “diablitos” repletos de mercancía caminan lo más rápido que pueden. 

Choferes de Bicitaxis que esperan clientes. Hombres vestidos con penachos prehispánicos hacen limpias con copal e impregna toda la zona con su aroma.  

Vendedores ambulantes a los que la suerte ha abandonado y que, ahora, arriba de una camioneta, son rodeados por seis policías que reciben órdenes directas de “quitar su mercancía a cualquiera que trata de ganarse la vida en sus puestos ambulantes”.  

El sol somete con toda su fuerza. Todos buscan un pedazo de sombra cerca para impedir que los rayos solares quemen la cara y los brazos. Las únicas que parecen disfrutar de su inclemencia son algunas jóvenes rubias extranjeras de piernas largas, que visten faldas y shorts diminutos, y que se mezclan con los compradores habituales de esta zona. 

El flujo vehicular está cerrado para todo automóvil. Sólo circulan bicicletas y motos con una velocidad imprudente. Todos tienen que correr o esquivarlas cuando ven acercarse alguna. 

La plaza pública más importante del país, que ha sido principal protagonista de innumerables expresiones sociales y protestas, hoy está tomada por una organización de ultraderecha. 

Los escasos integrantes del Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAA), con música a todo volumen, tratan de levantar el ánimo de sus pocos simpatizantes con sus bocinas colocadas estratégicamente por toda la Plaza de la Constitución. Se escucha la Marcha de Zacatecas. 

La entrada a las casas de campaña es controlada por un aparato de seguridad propio, que se comunica por radio de frecuencia portátil.  

Los quejosos portan una pulsera de papel amarillo fosforescente para poderse identificarse entre ellos. Entran y salen en todo momento por el único acceso que se encuentra en una esquina del Zócalo, cerca del Monte de Piedad.  

Es la hora de la comida y los clasemedieros manifestantes buscan algún lugar establecido para comer. Los que vienen con lo menos posible (hay un pequeño grupo de tarahumaras que se distinguen por su vestimenta) esperan a que dos hombres de la logística lleven un carrito que transporta ollas con comida caliente. 

Del lado de la plaza donde se encuentran los comercios joyeros están los baños portátiles color verde, los cuales reciben los desechos de los que no pudieron pagar una habitación de hotel para asearse y hacer sus necesidades fisiológicas.  

Algunos de estos cubos sépticos tienen fugas y se les escurren líquidos que algunos tratan de evitar y otros pisan como si nada. 

Rodeados por vallas metálicas, los pocos manifestantes tratan de pasar el tiempo bajo pequeñas carpas y algunos más se resguardan del sol con paraguas. Ninguno osa acercarse a las vallas. Saben que recibirán, de menos, una mentada de madre.  

La música nunca ha dejado de sonar. Ahora se escucha la canción Bella Ciao, el himno de la resistencia antifascista italiana en la Segunda Guerra Mundial. El chiste se cuenta solo. 

Pero este adefesio tiene otra letra:  

Unamos fuerzas, que estamos solos/ somos humanos/ los ciudadanos, ya nos cansamos/ de sus mentiras y sus promesas/ ¡únete a FRENAA! / ¡Por favor márchate ya!/ ¡Con tu familia únete a FRENAA! 

Así, el himno antifascista italiano que se entonaba en contra de Mussolini y las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial, retumba de una manera pervertida en la plancha del Zócalo.  

Pero eso no es todo. La siguiente canción que ponen, del grupo Quilapayún, no podría estar también más distante de los ideales anticomunistas de FRENAA. Creada en plena Guerra Fría para combatir y resistir las dictaduras latinoamericanas del siglo XX, suena a todo volumen: 

El pueblo unido, jamás será vencido/ De pie cantar/ que vamos a triunfar/ avanzan ya/ banderas de unidad… 

La abominable tanda musical termina. El bullicio cotidiano vuelve a la normalidad. La necesidad hace que un hombre se acerque a las orillas de la Avenida 20 de Noviembre. Viste pantalón de mezclilla y una sudadera azul rey. Con celular en mano, pide ayuda para que le pase la contraseña de WiFi pública. 

El ciudadano, oriundo de Baja California, comenta que lleva cinco días en el plantón. Es de los que se queda a dormir en las casas de campaña. Sin mucha confianza, accede a responder algunas preguntas. 

“Es que la gente es muy agresiva”, a lo lejos alguien le grita un improperio que hace que agache la mirada con cierto miedo. 

El señor, de trato afable, comenta: “No estoy de acuerdo con todas las políticas del presidente, sobre todo en relación a la economía, la seguridad. La salud la lleva de una manera terrible y el presupuesto ni se diga”. 

Indica que su lucha es para que antes del 1º de diciembre renuncie AMLO, ya que después de esta fecha no se podrá convocar a elecciones. 

Dice que “podrán participar todos los partidos políticos existentes (incluido Morena) a esta elección”. Su deseo es que todos los partidos se unan para que haya “un candidato de unidad”, que tendría que elegir el Congreso Nacional Ciudadano, y recalca que su movimiento es apolítico. 

A la pregunta de quién es su gallo para sustituir a AMLO, vuelve a reiterar que eso es cuestión del Congreso ya mencionado. El respeto que le tienen a ese ente es evidente. Tratan de no contradecirlo en nada. Después de mucho insistir, comenta: “está difícil, no veo a alguien, quizá algún empresario bien instruido económicamente y de buen comportamiento”. 

Se le interroga si, en dado caso de que lleguen a deponer a AMLO, lo dejarían participar de nuevo en las próximas elecciones, el señor bajacaliforniano mueve la cabeza en desaprobación y dice que lo ve muy difícil. 

Para ese instante se acerca otro integrante de FRENAA. Es un hombre de cabello y barba cana. Viste una guayabera blanca y explica que ellos “están buscando un debate tranquilo, con los de allá”, y señala a los que se sitúan fuera del corral en el que se encuentran. 

“Buscamos poner un foro de debate aquí adentro”. El señor, que viene del estado de Guanajuato, se retira al sentir la burla de alguien que no concuerda con él. 

El pequeño diálogo es interrumpido por un hombre encapuchado y cubrebocas negro, que funge como integrante de seguridad del grupo FRENAA. El  bajacaliforniano termina abruptamente la charla, como si le hubieran dicho que es lo peor que ha hecho en toda su vida.  

El FRENAA tiene como su ideología el cliché. Quizá por ahora no pase nada, sin embargo, el poder económico nacional y extranjero prepararán otros embates. Los golpes de Estado no son cosas del siglo pasado, sobran ejemplos en Sudamérica. 

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